La política cínica de EE.UU. con Cuba

Pedro Campos

Raul Castro y James Carter en La Habana, Marzo 2011

HAVANA TIMES — No es solo falso que el gobierno de Cuba patrocine el “terrorismo internacional”, sino que incluso el ex Presidente James Carter, en su última visita a Cuba, dijo que existía colaboración de inteligencia entre Cuba y EEUU en la lucha contra ese flagelo.

A su vez, todo el mundo sabe que los Cinco cubanos antiterroristas sentenciados injustamente a largas condenas en La Florida, víctimas de los conflictos entre los gobiernos de Cuba y EEUU, cayeron presos, en parte, porque el gobierno cubano envió al estadounidense información de inteligencia sobre las actividades de los grupos terroristas cubanos en su territorio, en un intento por detener los ataques con bombas a instalaciones turísticas cubanas en los años 90´.

Dicha información, al parecer, sirvió a la contra inteligencia estadounidense para trabajar contra la red cubana de inteligencia.

Al respecto, no pueden desestimarse, tampoco, los indicios de graves errores operativos en la dirección de la red “Avispa”, luego de la “restructuración” de la Inteligencia Política Cubana, por la Inteligencia y la Contra Inteligencia Militares, en 1989, lo cual puede haber facilitado el trabajo del FBI.

Cartel de campaña para la liberación de Los Cinco.

Con la historia de hostilidad entre ambos países, si EEUU creyera seriamente que el gobierno de Cuba auspiciara el terrorismo internacional, muy probablemente suspendiera su colaboración con el mismo en esa y en otras materias de seguridad regional, como el tráfico de narcóticos y de personas.

Entonces ¿Qué hay detrás de esta cínica política del gobierno de Obama, que por una parte colabora con Cuba en materia antiterrorista y por la otra, la incluye en la lista de sus patrocinadores?

Se trata en verdad de una política de doble track, encaminada a justificar la persistencia de las clausulas del bloqueo económico impuesto por EEUU que afectan, fundamentalmente, la capacidad de maniobra económica externa del gobierno cubano.

De esta manera, se trata de impedir al gobierno cubano recibir dinero del intercambio comercial con EEUU, así como financiamiento de otros países.

Esto deja como escape principal al estado burocrático cubano para buscar solvencia económica, el saqueo de los trabajadores y el pueblo.

Se manifiesta en los altos impuestos a los ingresos de los cubanos que trabajan en el extranjero, a los que laboran por cuenta propia y a las remesas.

Otras factores de saqueo son la doble moneda; el mantenimiento de bajos salarios a los trabajadores; las reducciones de plantillas; los altos precios del monopolio estatal del mercado interno; los incrementados aranceles de aduana y los altos precios de los trámites migratorios, por citar lo más enajenantes.

No es que el bloqueo imperialista sea el culpable de estas políticas económicas expoliadoras, anti-populares del gobierno-partido cubano.

Se trata de que éste, al persistir en su fracasado modelo estatalista asalariado centralizado, el capitalismo monopolista de estado, que encubre el “socialismo de estado”, sigue entrampado en las contradicciones propias del entuerto.

Estos generan una burocracia depredadora de los ingresos de la nación, a su vez incapaz de organizar una eficiente economía y de generar confianza en el sistema financiero internacional, por el no pago de su abultada deuda externa y la retención de fondos a las empresas extranjeras.

La alternativa revolucionaria y socialista al capitalismo de estado gubernamental y a las “soluciones” economicistas neoliberales que tienden al capitalismo privado y a esquilmar a los trabajadores y a la población, ha sido reiteradamente planteada por la izquierda socialista y democrática.

Abandonar paulatinamente el monopolio estatal de la economía y priorizar las formas de producción autogestionarias y cooperativas con amplias facilidades crediticias, de mercado y mínimo de impuestos, así como abrir sin restricción el trabajo por cuenta propia a todas las profesiones y sectores económicos es parte de la propuesta.
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Esto, desde luego, parece imposible sin que la burocracia se minimice, y sin que se desarrolle también una política de democratización y reconciliación nacional que elimine todos los sectarismos y discriminaciones por razones políticas, religiosas, raza, de sexo, región, y otras y permita la participación de todos los cubanos en las soluciones de nuestros problemas, incluidos los de la diáspora, en igualdad de condiciones.

Pero el partido-gobierno pretende ignorar los llamados de la izquierda surgida del propio proceso revolucionario y hasta llega a violar sus mismísimos lineamientos del VI Congreso, al no promover una ley cooperativa amplia y reducirlos a unos experimentos para luego, en unos años, emitirla, cuando ya sea demasiado tarde para evitar el desastre.

Mientras el gobierno-partido persista en su estado-centrismo, en su sectarismo, en su modelo político mono-partidista, en su sistema electoral híper-controlado, en su pretensión de ignorar la existencia de otros pensamientos y enfoques económicos y políticos en la sociedad, las “soluciones” a su alcance no pasarán de exprimir cada día más a los cubanos.

O los de arriba están obcecados y no quieren compartir el poder con el pueblo y los trabajadores.

O hay un grupo contrarrevolucionario en la cima que está haciendo todo lo posible por impedir los movimientos necesarios hacia la socialización de la economía y la democratización de la política, para acabar con el intento socialista cubano, haciendo el juego al imperialismo.

O existe una coincidencia tácita de esos factores. Ya se ha dicho: el inmovilismo ha estado recobrando terreno.

EEUU sabe que el sistema burocrático de corte neo-estalinista, al mantener el fracasado e ineficiente modelo estatalista-asalariado-centralizado y carecer de amplio financiamiento externo, solo puede mantenerse gracias a un cada vez mayor nivel de explotación y opresión de los trabajadores y el pueblo, contradicción que, esperan, llegará a su clímax más tarde o más temprano.

Para entonces, creen, que la “fruta madura” caerá en sus manos.

Fue lo que pasó en la URSS y el “campo socialista”. El partido-gobierno cubano, parece no haber asimilado la experiencia, o tal vez la “dirección histórica” esté muy confiada en que no habrá “diluvio” hasta después de su desaparición. Pero el imperialismo sí aprendió muy bien la lección.

Si el gobierno de Obama no encontrara justificaciones “sólidas” a sus políticas de bloqueo -internacionalmente desacreditadas-, tendría que inventarlas.

Pues de lo contrario le sería muy difícil no aceptar el libre intercambio con el gobierno por ellos denominado “comunista y tiránico de los Castro que llegó a poner en peligro la seguridad nuclear de EEUU” y hasta facilitarle posibilidades y recursos para su “supervivencia”, con todas sus consecuencias para su política electorera interna.

Como “los Castros” no están dispuestos a ceder el batón, para avanzar en el levantamiento del bloqueo o en cualquier acercamiento serio a Cuba, al imperialismo no queda otra que presionar por esa vía, a la espera de un aumento desbordante de la oposición interna, mientras no llegue su desaparición física.
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Pedro Campos: perucho1949@yahoo.es

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