El esguince de tobillo y la democracia en Cuba

Por Pedro Campos

Saliendo de la bodega. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Un amigo médico me comentó que uno de los accidentes más comunes que sufren los habaneros es el esguince de tobillo.

Le pregunté las causas y me dijo que a la gente les ocurría eso caminando, algo que normalmente se achaca al uso de chancletas, sandalias, zapatos corte bajo, tacones altos en el caso de las mujeres y a los deportes de campo y pista, puesto que no se puede decir que exista una propensión natural en el cuerpo humano al esguince de tobillo.

Preguntado si en esto tenían algo que ver los accidentes del terreno, me respondió que, en realidad, esa era una de las causas fundamentales, pero muchas veces eso se debía a que la gente no miraba por donde caminaba.

Esta respuesta me aclaró bastante: la causa fundamental estriba en lo destruidas que están muchas aceras, donde las hay, pues no son pocas las avenidas y calles donde la gente tiene que caminar por pedregales que no pedraplenes, saltando por pedazos de aceras levantas por las raíces o picadas para una reparación que nunca se recubrió, y otras.

Y es que si malas están las calles de La Habana, peor están las aceras por donde transitan, caminan y no pocas veces brincan los habaneros de a pie. Desde luego unos barrios están peores que otros, donde ni aceras viejas y rotas hay.

Mucho se habla de que la medicina en Cuba es preventiva. Decía Martí que la mejor medicina es la que precave.

El Ministerio de Salud Pública no es el encargado de que se arreglen las aceras, pero como encargado de la medicina preventiva, bien pudiera tratar el tema en público o en el Consejo de Ministros, para sensibilizar a los encargados de arreglar las aceras destruidas o construirlas donde no las hay.

En un país con tantos problemas en el transporte público, las aceras cobran mayor importancia.

Claro, los burócratas que pudieran resolver este asunto en este tipo de sociedad centralizada, generalmente no tienen que caminar por ninguna acera. No saben, no pueden conocer que en los barrios de La Lisa, por ejemplo, están destruidas o simplemente no existen. Ellos toman el auto particular o estatal en el parqueo de su casa, lo abandonan en el de su trabajo, van a los mercados y realizan todas sus actividades sociales en ese transporte. Y como la gente piensa según vive… aceras ¿para qué?

Pedirles que se ocupen de que se arreglen las aceras para que disminuya el esguince de tobillo, sería como esperar que salgan salchichas de la pata de una mesa. Claro, si es para arreglar las aceras de la 5ta Avenida de Miramar, tal vez de las patas de la mesa saldrían no solo salchichas.

Pero en definitiva ¿Por qué no se arreglan?

El problema radica en que el actual modelo de acumulación y control de las riquezas del país, está concebido para que sea el Estado central es el que concentre los dineros del pueblo y decida qué hacer con ellos.

El llamado Poder Popular en realidad no tiene poder ninguno para resolver nada de esto. Su papel es simple tramitador entre el pueblo y las entidades estatales. La gente se cansa de ir a las reuniones de rendición de cuentas para decir siempre lo mismo. Ya ni se dicen.

En Cuba deberá cambiarse el sistema actual de gobierno, por otro donde sean los ciudadanos, y no la burocracia, los que decidan qué hacer con las riquezas que produce el país y establecer los presupuestos participativos a todos los niveles. Hay que pasar de la democracia representativa actual a una que el pueblo la ejerza en forma más directa, decisoria.

El presupuesto de la Lisa no debe ser determinado por el poder central, sino integrarse con al menos el 50 por ciento de los impuestos recaudados en ese territorio y con eso, el poder popular municipal enfrentar los problemas sociales locales de las diferentes comunidades.

Si un municipio es muy pobre, para eso está el presupuesto nacional, que entonces debería apoyarlo solidariamente.

Esos presupuestos participativos demandarían que sea el pueblo a su vez el que elija a las autoridades municipales directamente y no como ahora que es a través del delegado.

Así la gente de San Agustín podría decir nosotros aportamos tanto al presupuesto y, por consiguiente, queremos que ese dinero se invierta en mejorar las escuelas de nuestra comunidad, arreglar y pintar los edificios, mejorar las calles y hacer las aceras. Votamos por fulano para que nos sirva, para que cumpla con lo que le estamos mandatando. Si fulano no cumple, a medio término o en las próximas elecciones, fulano simplemente no sale elegido.

Si a mi hijo no le dan un buen almuerzo en la escuela, si en el policlínico no me atienden bien, si el carro se rompe, porque cayó en un bache, si hay problemas de agua en mi comunidad, si se me hace un esguince en el tobillo, porque hay una acera rota, entonces sabré a quien exigir.

Esa sería la forma de darle poder real al Poder Popular, de que hay una verdadera Democracia Participativa.

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