Cuba: Militares a sus cuarteles

“Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento” -José Martí

Por Pedro Campos

Altos oficiales. Foto: AIN

HAVANA TIMES — No pasa un día sin que aparezca en la prensa alternativa cubana y a veces en la oficial, alguna información dando cuenta de importantes decisiones y acciones desafortunadas de funcionarios de alto o intermedio nivel, en cualquier ámbito de la sociedad, sea económico, político o social, detrás de la cual siempre encontramos un militar o ex-militar, desde luego, designado.

Baste señalar el conjunto de incongruencias que descomponen la “actualización” del modelo económico decididas todas por el General y Presidente Raúl Castro y los militares que lo rodean.

Lo mismo reparten tierras sin garantías de futuro para los agricultores, que emiten una ley laboral legalizando la explotación asalariada en violación de la Constitución vigente, que organizan planes económicos sobre la base de la disciplina militar, que liberan la venta estatal de autos a precios galácticos, que organizan “cooperativas” desde el estado, que emiten una ley de la inversión extranjera que luce destinada a vender el país al capital internacional o que firman un tratado de In-seguridad con una potencia imperialista envuelta en luchas territoriales.

Todo un contrasentido. Disparate tras disparate.

Especialistas y cubanólogos del establishment norteamericanos esperaban mucho de Raúl Castro, sus militares y su “mano fuerte” (1) a fin de “evitar un caos” a la desaparición de Fidel Castro, promover una “transición pacífica”, “impedir una crisis migratoria y “desarrollar una economía de mercado”. La “actualización” y sus medidas, particularmente la ley de inversiones extranjeras y la ley laboral que la complementan, deben complacer a aquellos iodos. Y desde luego no estoy insinuando ni acusando a nadie de estar haciendo lo que desea el imperialismo. Expongo hechos.

Hoy por hoy, los que no vemos salida alguna para nuestras aspiraciones somos los desposeídos cubanos de a pie.

El más reciente infortunio ocasionado por los militares al pueblo, nos lo relata el prestigioso intelectual Esteban Morales, cuando nos narra las arbitrariedades en torno a los visitantes a la Terminal no. 3 de vuelos internacionales del aeropuerto José Martí en la capital habanera. Nadie responde por las estupideces, pero todo el mundo sabe que la IACC, el aeropuerto y sus inmediaciones están bajo control de los militares, como casi todo lo que alguna importancia tiene en este país.

Ciertamente, la causa principal de todo este desastre es el modelo económico y político de tipo estatalista, burocratizado e híper centralizado, implantado en Cuba en nombre del socialismo, que concentra todas las decisiones importantes del país en un grupito de personas, donde el pueblo y los trabajadores estamos para cumplir las determinaciones de esa alta burocracia y nunca para decidir qué hacer, cómo hacerlo, ni con qué recursos, ni desde luego para elegir los cargos públicos en ningún nivel.

Pero en todo este desbarajuste “socialista” mucho ha tenido que ver el papel de los militares y sus métodos de ordeno y mando trasladados a la política y la economía.

Soldados. Foto: cubadebate.cu

Algo, desgraciadamente, bastante presente en la historia de Cuba, desde las guerras de independencia en el Siglo XIX, cuando los militares siempre quisieron controlar el poder político, en contra de la opinión de los más lúcidos cubanos como el Mayor General Ignacio Agramonte y el más grande, José Martí, ambos intelectuales amantes de la libertad, la justicia y la democracia, antes que militares.

Nunca estará de más recordar algunos renglones de la carta de Martí a Gómez el 20 de Octubre de 1884. “Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento;… ¿Qué garantías puede haber de que las libertades públicas, único objeto digno de lanzar un país a la lucha, sean mejor respetadas mañana? ¿Qué somos, General? ¿los servidores heroicos y modestos de una idea que nos calienta el corazón, los amigos leales de un pueblo en desventura, o los caudillos valientes y afortunados que con el látigo en la mano y la espuela en el tacón se disponen a llevar la guerra a un pueblo, para enseñorearse después de él? ¿La fama que ganaron Uds. en una empresa, la fama de valor, lealtad y prudencia, van a perderla en otra?”

Con gran pesar, los que nos empeñamos en hacer de Cuba un paraíso de la libertad, la justicia, la democracia y el socialismo, bajo la dirección del siempre mismo gobierno de los históricos guerrilleros de la Sierra, hoy constatamos cuánta razón tenía Martí en tratar de impedir el control de los militares sobre los asuntos públicos y de gobierno.

El militarismo, se irguió sobre la muerte de Martí y alcanzada la independencia de España, en los primeros 30 años de República mediatizada, la mayoría de los Presidentes habían sido generales de aquellas guerras. Después continuó el papel de los militares, con Fulgencio Batista en la revolución del 30, su primer gobierno constitucional en 1940 y luego su dictadura a partir de 1952.

Finalmente la lucha por medios militares contra aquel gobierno anticonstitucional, llevó al poder al grupo de militares que hasta hoy detenta el poder en Cuba en nombre del socialismo. Y los medios, una vez más, se impusieron a los fines.

De una u otra forma todos estos militares empezaron por defender un régimen constitucional y democrático que terminaron negando e imponiendo su autoridad por la fuerza de las armas.

La revolución del 59 que unió al pueblo de Cuba en la lucha contra Batista por la restauración del sistema democrático y la Constitución del 40, acabó frustrando aquellos objetivos en el mismo 1959, cuando Fidel y sus muchachos de la Sierra decidieron mantenerse en el poder, suprimir toda oposición, postergar indefinidamente hasta hoy las elecciones generales y poner en marcha un sistema de gobierno personalista y partidocrático, refrendado en la constitución de 1976.

¿Hasta cuándo los cubanos vamos a vivir bajo égidas militares? No equivocarse: no estoy llamando a revueltas, desórdenes, violencias ni nada por el estilo. Ya nos cansamos de todo eso. La violencia engendra más violencia. No más violencia de ningún tipo en la sociedad cubana.

Es hora ya de acabar de poner nuestra casa en orden, de democratizar la vida política y económica del país, de que tengamos plena libertad de expresión y asociación.

¿Cómo lo vamos a lograr? Hay propuestas de una nueva Constitución, de democratizar el sistema político y económico, liberar internet, que el gobierno respete la libertad de expresión y asociación, que todos los cargos públicos sean sometidos a elección popular, que exista renovación y revocación, etc. Es tarea de todos los cubanos de buena voluntad, de todas las filiaciones políticas.

Pero de algo si no tengo duda alguna. Cualquiera que sea la solución, implicará el regreso de los militares a sus cuarteles, obra a la que ellos deberán contribuir por el bien de todos, y de ellos mismos.
—–

1- Ver artículos y publicaciones de Soren Triff en el Nuevo Herald del 18 de enero de 2007, de Alejandro Armengol en el Miami Herald sobre el tema, donde llega a calificar a Raúl como el “hombre de Washington”, así como las valoraciones de Brian Lattel sobre Raúl Castro y lo que esperaban de su gobierno en EEUU.

(pedrocampos313@yahoo.es)

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