Vamos a negociar, le dijo el león al mono

Rogelio Manuel Díaz Moreno

HAVANA TIMES — Como parte de la lógica institucional, los colectivos de trabajadores han debido ajustar con las administraciones los llamados Convenios Colectivos de Trabajo, a la luz de las nuevas disposiciones. Se supone que la CTC, central sindical cubana, represente a todos los trabajadores en este menester. El periódico Trabajadores, órgano de prensa de la CTC, ha ofrecido su pintoresca versión de este proceso.

Si uno creyera cándidamente al Trabajadores y sus similares, temo que podría llevarse una idea algo desajustada. Pareciera que, en efecto, patrones y proletarios tienen alguna cosa de interés por definir y la negocian de alguna manera. Desde el punto de vista objetivo de un trabajador como este servidor, tal historia debe ocurrir sobre otro planeta.

En los centros presupuestados y regulados centralmente como el mío, que son muchos, no tengo idea de qué es lo que se pueda negociar. No solo es que los trabajadores no confían ni un ápice en sus representantes sindicales, sino que estos simplemente no tienen la menor capacidad de maniobra.

La jornada laboral diaria, semanal y anual, viene establecida, por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) y por la dichosa ley. Por el mundo puede tal vez haber sindicatos, que negocien aumentar el tiempo de trabajo o reducirlo, según le convenga a las partes en pugna en sus empresas pero acá, ni aunque las direcciones quisieran, se podría efectuar: hay una ley central nacional y punto.

La remuneración viene establecida, igualmente, por políticas centralizadas. En algunos ramos de la economía se ha sufrido la presión del éxodo de los trabajadores, el desplome de la productividad y otros problemas, de maneras tan agudas, que los ministerios correspondientes han resuelto centralmente modificaciones de los sistemas de salario, pero poco o nada ha sido negociado con los trabajadores de la base, propiamente dicha. Es un paquete que se suele bajar centralmente. Pero la regla que más se conoce, es que tu sueldo está establecido, fijo, por la categoría que definieron los burócratas del MTSS. Esto es lo que te toca a fin de mes, y tu representante sindical no puede hacer nada al respecto. Eso sí, está para cobrar tu cuota.

Como en otras partes del mundo, un número de trabajos en Cuba incluyen la exposición a riesgos ocupacionales. La lista está también determinada por el gobierno. Las enfermedades profesionales, las condiciones de cuidado necesarias, si eso lleva más vacaciones o un retiro más temprano o un dinerito extra, todo eso, está fuera de la mesa de negociaciones. Lo más que puede hacer la dirección del centro laboral, es recoger amablemente los criterios de los trabajadores y prometer que los elevarán a las autoridades correspondientes, para su consideración, luego de las calendas griegas.

¿Puede la organización sindical de base solicitar facilidades de transporte a la administración, mejor alimentación? Claro que puede. Por pedir, pida todo lo que se le ocurra. Va y hasta se lo anotan en un acta, que luego subirá para que “desde arriba” respondan que no hay presupuesto.

En resumen, la coreografía nacional orquestada por las autoridades y sus cómplices del sindicato cerrará con poca o ninguna trascendencia en la vida de las personas trabajadoras. Lo más delicado será la elección de los miembros de los Órganos de Justicia Laboral de Base, donde se dirimen pleitos que sí pueden ser importantes. Lo mejor para las personas trabajadoras será procurar la elección de compañeros y compañeras con la mayor ética posible, capaces de resistir presiones y defender a sus camaradas de posibles injusticias.

Y no debe olvidarse el sector creciente de la economía privada. Ya se conoce que el mayor grupo de los trabajadores “no estatales” es el de los empleados en los pequeños y medianos negocios privados. Es una masa de más de 100 mil trabajadores. Para que se tenga una idea, deben estar entre los 4 u 5 primeros del país, de todos los sectores. ¿Qué convenio colectivo los amparará? La respuesta por la ley es exasperante, en un país que se dice socialista.

Ninguno.

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