Un socialista demócrata y la nueva constitución que se redacta en Cuba

Recepcionista. Foto: Juan Suarez

 

Osmel Ramírez Álvarez

HAVANA TIMES – Se elabora en estos momentos una nueva Constitución de la República de Cuba desde el propio sistema de la “Revolución”. Sin embargo, no hay razón para tener fe en que incluyan los cambios reales que necesitamos los cubanos.

Ni siquiera el pueblo percibe este momento como significativo para el país y presumiblemente votará igual que siempre, por inercia. Una pasividad que el sistema asocia con “confianza en la Revolución” y la oposición considera un resultado falso y pernicioso, derivado de un control social férreo que infunde miedo.

Pero este socialista demócrata tiene conciencia de que la Constitución nueva, aún sin ser la que el pueblo necesita y desea, una vez aprobada será la Ley de Leyes que regirá al país en los próximos años. Hasta que se den las condiciones para que tengamos una verdaderamente democrática e inclusiva, tendremos la que se redacta ahora. Por eso deseo expresar lo que desearía de una nueva constitución sea cual sea.

  • No se debe catalogarse de “socialista”, porque es una ideología que por lógica no comparten todos los cubanos y ¡la Constitución es de todos! Máxime si existe una amplia gama de “socialismos” que van desde el centrismo democrático hasta el autoritarismo despótico. Por lo que además de incorrecto y discriminatorio es muy peligroso. No por ser socialista deseo imponer mi ideología a aquellos que no la comparten, deseamos implantar nuestras ideas desde el consenso democrático, no apoyándonos en leyes autoritarias.
  • No debe amparar el monopartidismo ni que un partido esté sobre las instituciones del Estado y del Gobierno. El máximo rector debe ser el pueblo delegando por elección directa, que es lo más democrático posible hasta hoy.
  • Debe incluir el pluripartidismo, pues sin libertad de asociación política no puede haber democracia, todavía no se ha inventado una variante que funcione mejor. No existe un solo pueblo en el mundo que sea homogéneo en nada, mucho menos en política. En Cuba solo un pequeño segmento de la población es comunista y ellos tienen el privilegio de la política, lo cual discrimina al resto mayoritario de la población. Quién podría creer sinceramente que eso está bien.
  • Las libertades y derechos deben ser garantizados sin condicionamientos a intereses sectarios. Desde la propia Constitución, como en la del 40, deben estar bien claros para evitar o poder combatir los abusos de poder que hasta hoy son habituales. Disminuir a 24 horas las detenciones policiales por investigación; restituir el acompañamiento desde el minuto primero del abogado defensor, del Habeas Corpus, del debido proceso y la separación de presos políticos y comunes.
  • El sistema político debe ser reformado hacia una democracia representativa y participativa. Necesitamos un Parlamento plural, elegir a los diputados entre opciones postuladas directamente, no por una Comisión de Candidatura, figura que debe ser desterrada. Bajar el número a 300, parte por elección entre candidatos, parte por listas. Que sesionen 10 meses al año y legislen directamente, no a través del Consejo de Estado, que debe ser reformado y cumplir funciones de Estado, no parlamentarias. La presidencia de la República y todos los cargos a los diferentes niveles deben ser electos democráticamente, con el voto directo del soberano: el pueblo.
  • Con respecto a la economía, deben reconocerse todas las formas posibles (capitalista privada, capitalista estatal, socializada en cooperativas o autogestión obrera, u otras) y en vez de limitarse su crecimiento natural más bien evitar la hegemonía desleal de unas sobre las otras o sobre la política misma. Evitar la dictadura del capital. Potenciar una economía mixta.
  • En aras de mayor justicia social y equilibrio de fuerzas apoyaría la creación de un Poder Popular donde la clase trabajadora pudiese proteger sus intereses. Son en todas partes la mayoría social y casi siempre su voto sufre traición en el modelo democrático convencional. Un derecho a veto parcial, anulado con dos tercios o más de los parlamentos o asambleas, crearía un espacio de defensa de los derechos de los trabajadores que hoy no es posible mediante la lucha sindical ni por su participación en el sistema de partidos. Y mucho menos mediante la disfuncional dictadura del proletariado.

Me gustarían muchas cosas más, pero sería muy extenso y con este asomo ya podrán juzgar. Más que seguir normas rígidas creo que debemos innovar. Martí dijo preclaramente que a pueblos nuevos modelos políticos nuevos también, (con otras palabras claro).

La Cuba de hoy no es la misma de 1940 ni la misma que hubiese sido si no hubiera triunfado la Revolución y gobernado por seis décadas. La mejor Constitución que hemos tenido es aquella, la del 40, que hoy sigue siendo casi perfecta. Es cierto. Pero no podemos aspirar a que los mismos políticos que se negaron a restaurarla después de una guerra civil motivada por ese propósito, lo hagan ahora. 

Cuba no necesitará una Constituyente para que realice un trabajo extenso en el momento en que se dé el verdadero cambio democrático de reconciliación nacional. Solo será preciso dar unos retoques actualizadores a aquella Carta Magna apartada injustamente y ya tendremos de nuevo la base jurídica para construir finalmente una Patria “con todos y para el bien de todos”.

Me atrevo a decir que, en líneas generales, es esto lo que queremos los socialistas demócratas cubanos: Patria para todos.

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