Un país que urge reformas sustanciales

Por Angel Vázquez Mourenza*

Calle de Trinidad, Cuba. Foto: Elio Delgado Valdés

HAVANA TIMES — Hace tiempo que deseaba viajar a Cuba, y por fin pude hacerlo. Me hubiera gustado que hubiera sucedido mucho antes, hace 25 años, por ejemplo, cuando el país vivía, aparentemente, mejores tiempos, gracias a la interesada colaboración Soviética. Me decidí en estos momentos, entendiendo que era ahora o nunca, ya que en breve iba a ser poblada de MacDonalds.

Aun pretendiendo pensar en positivo, y tratar de disculpar o justificar lo negativo y desagradable, resulta difícil.

Sin duda es un país hermosa, vimos sin demasiado detalle, La Habana, Viñales, Trinidad, Remedios y los Cayos. Observamos un Centro Habana totalmente deteriorada, como en estado de guerra, con calles totalmente levantadas, magníficos edificios sin puertas y ventanas. Es cierto que las plazas de la Havana Vieja están rehabilitadas, así como las calles que la comunican, pero cuando sales de estas, volvemos a introducirnos en la normalidad, es decir, una ciudad semidestruida, y únicamente maquillada para el deleite del turista extranjero.

Foto: Juan Suárez

Desde el punto de vista social, he encontrado realidades similares a las que había apreciado en mi viaje a Pekín, un país sin propiedad privada y viviendo un capitalismo feroz. Seguramente el bloqueo estadounidense y la desaparición del régimen soviético tienen mucho que ver en esta situación, pero no puede achacarse todo a los enemigos externos. Un país en el que un mozo de maletas de un hotel  gana en un día lo que un cirujano de hospital en un mes, no es un país decente.

Mi apreciación es que Cuba es cara, incluso para el turista, e inalcanzable para el cubano que no trabaja cerca del viajante extranjero o que no trapichea con aparatos de refrigeración. Sin embargo, sorprende ver cubanos en hoteles de 120€/día o en restaurantes de 20€, que suponen 15 días de trabajo de un profesor universitario. Sin duda hay corrupción y nepotismo.

Por otra parte, poco se puede esperar de un régimen en que la mayoría de sus súbditos están deseando desertar y marcharse al vecino enemigo, y esa es la sensación que me han trasmitido. Seguramente esas ansias de abandonar la Isla tienen mucho que ver con las difíciles perspectivas de supervivencia de los nacionales. No he visto más industria que la explotación del turista, y el sector primario se encuentra anclado en el pasado, sin mecanización, trabajando la tierra con arados tirados por bueyes y cortando la caña con machetes.

En definitiva, Cuba, aparentemente con gran potencial de riqueza, necesita cambios urgentes, con reformas políticas y en el sistema productivo. Sería deseable, por el bien del pueblo, que esas reformas se produjeran en libertad por los propios cubanos, y no fueran impuestas por quienes quisieran convertirla en colonia, casino o burdel.
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*Autor invitado

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