Todavía no llega el fracking a Cuba pero…

Rogelio Manuel Díaz Moreno

HAVANA TIMES — Hace unos días publique un comentario en este medio, sobre la extracción de petróleo no convencional en el yacimiento de Boca de Jaruco. Allí se produce la explotación del crudo mediante una operación conjunta entre la empresa estatal cubana del petróleo, CUPET, y el consorcio ruso, Zarubezhneft. Me motivó un reporte en la TV cubana sobre la aplicación de una técnica novedosa de extracción, que me resultó sumamente alarmante.

Del intercambio subsiguiente de la publicación, saqué en claro que el procedimiento no era el tristemente célebre fracking. Tenía características en común, como el procedimiento de inyección de agua en los estratos profundos de la corteza, para hacer fluir el combustible fósil desde ese punto. Pero las características geológicas del suelo no son las típicas del fracking y hay otros detalles diferentes en el manejo de la operación.

Debe reconocerse la confusión, si bien considero sea disculpable. Permítaseme el símil poético. No es una rosa, a pesar de tener pétalos rojos redondeados, espinas y el olor que esperamos de ella; pero crece en un suelo ligeramente distinto, y las espinas son sutilmente diferentes. Un profano se confunde. Máxime, cuando los jardineros le hablan a uno de forma engañosa.

La vaguedad del reportaje inducía a la desconfianza. El especialista alertaba que debían trabajar con mucho cuidado, pues tales técnicas “tenían mala fama a nivel internacional”. En ningún momento se tomaron el trabajo de aclarar que aquello no constituyera fracking, por las razones que fuera. En otra fuente oficial que encontré, prevenían al respecto “no hay técnicas santas, todas tienen ventajas y desventajas”.

Podemos imaginar lo que esto quiere decir. En las sociedades donde existen ciertas garantías como leyes de libertad de información; posibilidades de interpelar a los miembros de los poderes del gobierno; ejercicios electivos para convalidar o rechazar políticas, una empresa pública no puede hacer y deshacer a capricho. En un entorno así, si se va a implementar un salto tecnológico polémico, como puede ser la agricultura transgénica, investigaciones con células madre, o fracking, hay que contar con la opinión pública. Pero difícilmente sea este nuestro caso.

Si los directivos del negocio CUPET-Zarubezhneft no encuentran nada intrínsecamente negativo en el fracking; si en la geología de Boca de Jaruco implementaron una técnica algo parecido, ¿algo los hubiera detenido, de estar en el lugar apto para el fracking? ¿Qué mecanismos, qué canales, cuál “momento y el lugar adecuado” tiene a su disposición una persona de este país, para oponerse a tal posibilidad? Por supuesto, este tema es mucho más amplio, como bien podrían decir personas que animan una conciencia ecológica enfrentada a los cultivos transgénicos.

Encaro la pregunta plausible, sobre si no me habré adelantado en mi denuncia contra el presunto fracking en Boca de Jaruco. Si nos limitamos al concepto estrecho de la definición de la técnica, la respuesta sería Sí. Sin embargo, esta “inyección de agua sin fracking” todavía será responsable de efectos colaterales adversos. Todavía tenemos en pie la cuestión de cuánto afectarán esos problemas, y a quiénes.

Si no nos limitamos, entonces, al concepto estrecho de la técnica; si lo que nos planteamos es la cuestión de cómo se administran y dirigen las empresas cubanas, supuestamente públicas; cómo puede incidir la población en los balances riesgo-beneficio, la respuesta cambia. No estamos adelantados en lo más mínimo, al contrario. Casos como éste, lo que revelan es lo atrasados que estamos.