¿Se precipitó Fidel Castro?

Mapa del vuelo MH17. Wikipedia.org

HAVANA TIMES — Hablando en nombre de su país, el ex–presidente cubano Fidel Castro no necesitó investigación alguna para declarar que el gobierno de Ucrania fue el responsable de tumbar un avión de Malasia Airlines con 298 pasajeros el jueves 17 de julio.

“Cuba… no puede dejar de expresar su repudio por la acción de semejante gobierno antirruso, antiucraniano y proimperialista,” escribió Fidel Castro en los medios oficiales de Cuba.

Hoy, Carlos Cabrera Pérez, pone en duda la ética y veracidad del pronunciamiento del asesor número uno del gobernante Raúl Castro. A continuación publicamos su comentario.

Catástrofe aérea en Donetsk: ¿Por qué se apresuró Fidel Castro en culpar a Ucrania?

Carlos Cabrera Pérez   (Café Fuerte)

Fidel Castro y Vladimir Putin cuando el presidente ruso visitó a Cuba el 11 de julio. Foto: cubadebate.cu

HAVANA TIMES — Fidel Castro acaba de protagonizar uno de los ejercicios mayúsculos de indecencia política al acusar al gobierno de Ucrania -sin una sola prueba- de haber derribado el avión de Malaysia Airlines.

Raúl Castro -una vez más- debe haberse quedado de piedra cuando supo, en Brasilia, que su hermano (la familia no la escoge uno) se había largado con una reflexión acusando directamente a Kiev y tratando despectivamente (“el rey del chocolate”) a Petró Poroshenko, presidente de Ucrania, país con el que Cuba mantiene relaciones diplomáticas.

Independientemente de quien lo haya escrito, el texto tiene el dictum del ex gobernante por esa absurda manía suya de dividir el mundo entre buenos (aliados permanentes y circunstanciales) y malos (Estados Unidos y el resto). Así califica el texto al gobierno ucraniano: (…) “semejante gobierno antiruso, antiucraniano y proimperialista”.

Para sazonar el relato, el Irreflexivo en Jefe mezcla en su diatriba, fechada en 17 de julio a las 11 y 14 de la noche, el derribo del avión con la invasión israelí a la franja de Gaza y mete en el ajo a Barack Obama, que es una reiteración de una de sus obsesiones favoritas junto con el fin del mundo y la producción teórica de alimentos.

Un olvido imperdonable

Fidel Castro tiene el cuidado de expresar su solidaridad con los palestinos y de mostrar cierto dolor hacia los jóvenes israelíes que puedan morir en la guerra, pero olvida un detalle esencial: solidarizarse con las 298 víctimas del avión derribado y sus familiares, entre los que se encuentra una parte significativa de la vanguardia científica mundial en la lucha contra el SIDA.

La indecencia se produce, además, cuando todos los indicios apuntan a los rebeldes pro Moscú como autores de la matanza, como evidencia esta grabación de una conversación entre un oficial de la inteligencia y un jefe rebelde, 20 minutos después del derribo del avión, difundida este viernes por la BBC:

Separatista: “Acabamos de derribar un avión”.
Militar ruso: “¿Dónde están los pilotos?”
Separatista: “Han ido a buscar los restos y fotografiarlos. Sale mucho humo”.
Militar ruso: “¿Cuándo ha pasado?”
Separatista: “Hace 30 minutos”.
Militar ruso: “¿Qué tenéis ahí?”
Separatista: “100% comercial”.
Militar ruso: “¿Cuánta gente?”
Separatista: “Mucha gente”.
Militar ruso: “Hay restos del arma”.
Separatista: “No”.

Pese a su condición de jarrón chino (los ex presidentes son como esos jarrones, todos los elogian, pero nadie sabe qué hacer con ellos), Fidel Castro sigue teniendo barra libre en los medios de comunicación cubanos, incluido el Granma, órgano oficial del Partido Comunista (PCC) del que ya es solo un militante.

Vale todo

Ya sabemos que en una dictadura vale todo lo que venga de los mandamases, pero las formas son importantes y quizás haya otro militante del PCC que discrepe de la salida de tono del ex primer secretario, sin acceso al Granma.

Las cancillerías extranjeras deben haber recibido -hace tiempo- un discreto mensaje desde La Habana, pidiéndoles que no reaccionen a lo que diga Fidel Castro, y así lo han dejado entrever desde Miguel Ángel Moratinos, ex canciller español, hasta Luis Ignacio Lula Da Silva, que ha ignorado olímpicamente los reproches sobre cultivos transgénicos y otros arañazos del ex mandatario cubano.

Si algo caracteriza al raulato es el extremo cuidado con que ha ido reacomodando la política exterior al mundo real; evitándose líos como el de Snowden e intentando reequilibrar -en lo posible- los cuantiosos destrozos de su antecesor en la arena internacional.

Por cierto, si tanto habló Fidel Castro con Vladimir Putin en La Habana de investigaciones sobre las plantas que producen alimentos, que pida a Tel Aviv la fórmula con la que consiguieron ser un país pequeño y desértico, pero autosostenible alimentariamente, es decir, justo a lo contrario de lo conseguido por el castrismo en la isla; que sigue abonando una factura notable en importación de alimentos.

De hecho, hoy en Granma digital es complicado encontrar el texto de Castro, que desde las primeras horas del viernes ocupaba el espacio prominente de la primera plana, que hoy se ocupa de las conversaciones de Raúl Castro en Brasilia con otros jefes de Estado y de gobierno, y si se pincha “Reflexiones de Fidel”, la más reciente es “La mentira tarifada”, de agosto del 2013.

Delirios recurrentes

Juventud Rebelde, aunque ya ha bajado el perfil y la ha reducido a una reflexión de Fidel Castro, la sigue manteniendo en su edición digital, tras haber hecho una portada calco del Granma del viernes, lo que motivó risas y comentarios en internet sobre la renovación de la prensa cubana.

Granma insiste en la tesis ucraniana, pero en sus páginas internacionales y atribuida a “observadores internacionales”, que es el comodín que suelen usar para no reconocer abiertamente que el mundo piensa justo lo contrario de Fidel Castro.

Al margen de que las investigaciones en marcha determinen finalmente la autoría del derribo del avión, la preocupación del militar ruso por saber si quedan restos del arma empleada y de los delirios recurrentes de Fidel Castro, el gobierno cubano está en la obligación de evitar las salidas de tono de su anciano líder, no solo porque esté en situación de retiro, sino porque puede comprometer su diplomacia.

Más aún en un tema en el que han sido asesinadas casi 300 personas y cuando Cuba ha sido víctima de un atentado terrorista contra un avión civil, que costó la vida a 73 personas, de ellas 57 cubanos, un crimen que conmocionó a la sociedad cubana en el otoño de 1976.

Resulta anacrónico el intento de Fidel Castro de congraciarse con Rusia, que ni está ni se le espera en la isla por mucho que las apariencias del discurso oficial indiquen lo contrario. Las prioridades de Moscú son otras desde el ya lejano 1979 -y si no que alguien pregunte a Raúl Castro sobre la “Operación Pandora”. En aquellas fechas, los soviéticos dijeron a los Castro que si ellos tenían problemas con los americanos, Moscú no intervendría, y cuando Raúl se lo contó a su hermano, este marginó al resto de los miembros del Buró Político de la noticia, y optó por pedir ayuda a Viet Nam, crear las Milicias de Tropas Territoriales y empezar a colaborar con Estados Unidos en diferentes áreas.

La irreflexión de Fidel Castro recordando a Ucrania que los ayudó con el “incidente” de Chernobil, constituye la peor muestra de indecencia política y de deslealtad hacia Cuba. Es la clarinada senil de un anciano soberbio, frágil y empecinado en dibujar un mundo a su imagen y semejanza, fruto de su exquisita educación falangista.

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