Percepciones de un español en Cuba

Pablo Iván Rovetta Romero

HAVANA TIMES — Tras una estancia de un mes en Cuba, Erasmo, a quien ya considero un amigo, me propone contar mi experiencia en un artículo para Havana Times. Como lector habitual de la web la idea me hace ilusión, aunque no sé muy bien qué podría aportar más allá de las impresiones subjetivas de un extranjero que trata de descubrir qué hay de cierto en el “socialismo” cubano…

La Brigada

Aterrizo en el Aeropuerto José Martí la noche del 3 de julio, con otros 6 compañeros/as. Nos reciben miembros del ICAP, que nos ayudan a pasar por las aduanas los equipajes y los 150 kilos de material (sanitario, deportivo, de papelería) que envía la Asociación de Amistad Hispano-Cubana Bartolomé de las Casas, desde Madrid. Un autocar prácticamente vacío nos conduce a nuestro destino: el Campamento Internacional Julio Antonio Mella (CIJAM) en la provincia de Artemisa.

Una cantidad abrumadora de emociones me recorre cuando, a través de la oscuridad de las carreteras, voy viendo las primeras casas, los primeros pueblos. “Estoy en Cuba”. Cuba, la “esperanza del mundo”. El país en el que prácticamente todas las izquierdas del mundo ponen su fe, su corazón y su energía. El país que llevo tiempo planeando conocer, tratando de entender a través de todo lo que cae en mis manos. Ya se ven los primeros carteles de propaganda…

Nos alojan en el campamento de forma bastante improvisada. El resto de brigadistas llegaron hace dos días, y todo el programa ya ha empezado. Los murales del Ché, de Martí, de los 5 y demás iconografía de la revolución cubana nos deja claro dónde estamos. Un amigo, emocionado, me comenta: “por fin estamos pisando tierra socialista”. Yo no estoy tan seguro… A ver qué me encuentro.

Al día siguiente nos levantan a las 5.45 de la mañana. Por los altavoces suena un gallo, y una serie de canciones que nos acompañarán en cada despertar: el Guajira Guantanamera (que acabaremos odiando por pura repetición), Yolanda, Fusil contra fusil, La Victoria de Sara González, etc.

Desayunamos un café, un huevo duro y un pedazo de pan seco (con suerte con mantequilla o mayonesa) antes de hacer un matutino y partir hacia el trabajo en el campo. Nos meten en un carro tirado por un tractor que nos lleva a los españoles/as hasta la cooperativa del pueblo de al lado, Guayabal, donde nos toca arrancar malas hierbas a mano durante toda la mañana.

Me pregunto cómo funcionará la cooperativa, si será de modo democrático con voz y voto de los trabajadores/as. No me da tiempo a preguntarlo, pero pronto comprenderé que en Cuba prácticamente nada escapa al control estatal y a una jerarquía verticalista…

Somos la Brigada Europea José Martí de trabajo voluntario, un programa de “solidaridad” con Cuba, que realmente es una actividad política de tantas en las que Cuba trabaja la imagen que tiene que mostrar al mundo. El objetivo es acercarnos a la “realidad cubana” (la realidad oficial, claro), para que después hagamos en nuestros respectivos países militancia a favor del gobierno castrista.

Estaremos en la brigada hasta el día 20. Las primeras dos semanas nos toca el trabajo voluntario en la cooperativa, las tierras del CIJAM o el autoconsumo del campamento. No es un trabajo matador, cuatro horas y media no demasiado duras, salvo por el sol omnipresente y el calor sofocante.

Por las tardes, tenemos la suerte de conocer Cuba… a través de conferencias en el salón de actos del campamento. Es cierto que hubo conferencias interesantes, al menos para quienes venimos de otro país, pero eran completamente oficialistas. Y no hace falta ser demasiado avispado para darse cuenta de que hay… lagunas. Y preguntas incómodas que son esquivadas y, realmente, quedan sin respuesta. ¿Será cosa de los ponentes o un patrón común en el funcionamiento de esta islita?

Las noches son prácticamente shows para turistas. Vienen grupos a tocar música cubana, la gente bebe ron que compra en la tienda (más barato que en la calle), cervezas Bucanero o mojitos del bar. Cuando acaba la música en directo, la noche continúa con reggaetón y decenas de turistas/brigadistas bailando y festejando. Buen ambiente…

El CIJAM es una pequeña burbuja. Toda la simbología del régimen está concentrada en él, entre los murales de los barracones, las banderas, los discursos y la música. Es un escaparate de lo que mucha gente espera encontrar en Cuba.

Sé que hay todo tipo de personas en la brigada. Sé que muchas personas vienen como yo, algo escépticos, a ver que se encuentran. Sé que otras creen firmemente en el discurso oficial, en Fidel y en el Partido, pero al menos son coherentes con su propia moral comunista.

Sin embargo, no puedo evitar tener la sensación de que muchas personas vienen atraídas por la simbología, que les importa más la estética, el significado abstracto de lo que están haciendo, que la realidad del pueblo cubano. Y el CIJAM ofrece eso.

Ofrece poder sentirse emocionado de cantar la Internacional en varios idiomas, con el puño en alto, bajo las palmeras y las banderas cubanas. Ofrece poder hablar de solidaridad entre pueblos, de héroes revolucionarios. Ofrece sentirse partícipe del que suele considerarse el último país socialista digno (lo cual no es difícil teniendo en cuenta cuáles son los otros)… Y ofrece todo esto sin tener que enfrentarse a la no tan bonita realidad cubana.

En medio de este espectáculo político/turístico, no podía faltar el homenaje a los 5 héroes cubanos prisioneros del imperio. El día 5 del mes lo pasamos ahí, y desde luego nos tocan los actos por la libertad de los 5. La madre de René va a venir a visitarnos y contarnos su experiencia, así que el director del campamento nos pide a la brigada española que hagamos algo.

No sabemos muy bien qué hacer, y él nos indica que debe ser una interpretación, un teatrillo o algo así. Inventamos algo medio improvisado la tarde anterior, y en el momento de la representación descubrimos que, por arte de magia, la interpretación que nos pidieron hacer ha sido idea nuestra y la representamos “en la Puerta del Sol todos los días 5 de cada mes”.

Llevo poco tiempo en Cuba y ya me parece agotador el tema de los 5. Sin olvidar la tragedia que supone para las familias, desde luego, me parece que el Estado cubano necesitaba nuevos héroes con los que fomentar el nacionalismo frente a un proyecto que hacía aguas cada vez más claramente…

Montan una exposición sobre los 5 en el CIJAM, y nos cuentan que van a exponerla por toda Cuba… incluso en las cárceles. Me salta un chip en el cerebro… ¿cómo coño puedes ir ante personas a las que tú tienes presas y hablarles de la condena injusta de los 5? ¿Tan cínico puede llegar a ser el gobierno cubano?

Unos compañeros y yo vamos viendo demasiadas cosas que no nos cierran.

El argumento para justificar  el partido único y las instituciones de masas únicas es la homogeneidad monolítica del pueblo cubano en torno al proyecto revolucionario, pero basta hablar con varias personas para darse cuenta de que esto no es así. 11 millones de personas, 11 millones de realidades. Quizás esa homogeneidad estuviese más presente durante el fervor revolucionario, pero 50 años después, con nuevas generaciones, no me lo creo. Lo siento.

Los precios nos vuelven locos. Vemos productos baratísimos en moneda nacional, suponemos que subvencionados por el Estado, pero la primera vez que entramos a una tienda en divisa casi nos caemos de espaldas.

¿Cómo puede un litro de leche costar más que en Madrid? ¿Hasta qué punto son de “segunda necesidad” productos como un champú o una cuchilla de afeitar? Todo se vuelve más desquiciante aún cuando nos enteramos de que un cubano/a gana menos de 20 dólares al mes (algo que en las charlas de la brigada no nos comentan). ¿De quién es la culpa de esto? ¿Del gobierno? ¿Del bloqueo? ¿De la pobreza y escasez de recursos de país?

No entendemos Cuba.

Escuchamos comentarios a cubanos que nos van dejando caer cosas: autores prohibidos (que no están prohibidos, ojo, “simplemente” no los venden en librerías), Seguridad del Estado, actos voluntarios que no parecen tan voluntarios…

A veces salimos del CIJAM con la brigada. Nos llevan a La Habana, a Artemisa y 3 noches a Pinar del Río. Nos movemos en autocares chinos Yutong escoltados por la policía. No creo que la policía nos escolte por nuestra seguridad en uno de los países más tranquilos de América, pero ahí está. ¿Su función? Detener el tráfico cubano, apartar de nuestro camino a cubanos y cubanas para que lleguemos a tiempo y sin problemas al acto del día. Nos da vergüenza y cabreo…

En cada lugar nos reciben como a una importante delegación. En La Habana una orquesta militar nos espera para hacer una ofrenda floral a José Martí en el Parque Central. En las otras zonas, sale siempre a recibirnos un dirigente local del Partido, un representante de la comunidad, algún estudiante extranjero que cante una canción y una orquestita que nos toca Hasta Siempre, Guajira Guantanamera y, con suerte, Chan Chan y El cuarto de Tula, las que a veces parecieran ser las únicas cuatro canciones compuestas en la isla…

En Pinar del Río nos llevan a ver una fábrica de tabacos, un círculo infantil y un CDR. La primera es decepcionante: gente trabajando por unos pocos dólares al mes ante un retrato de Fidel, sin tan siquiera rotaciones de turnos o poder de decisión. No es una cooperativa, no es una fábrica colectivizada.

Es la misma lógica de producción capitalista, enajenada, con la diferencia de que la función del capitalista la cumple el Estado. No creo que esos trabajadores/as estén menos alienados que en el mundo capitalista…

En el círculo infantil la sensación es diferente. Una guardería, muy bien, muy accesible. Los niños y niñas nos reciben con un teatrillo de bailes y dibujitos para tocar la fibra sensible de los brigadistas.

Me parecería una guardería normal, decente, si no fuese por los enormes retratos de Fidel y Raúl que encontramos en la entrada, o los carteles de “Saludamos el 26 de julio” que, supongo, también han puesto voluntariamente los críos de 3 y 4 años…

La noche en el CDR fue quizás una de las mejores experiencias. Nos llevaron a los que debían ser los mejores comités de Pinar del Río, donde nos recibieron unos viejitos y viejitas encantadores con frutas, agua de coco, música y conversaciones.

El CDR, si realmente funciona como dicen, parece una de las instituciones con más potencial que he encontrado en Cuba aunque, como todo, con una parte tenebrosa: la vigilancia estatal dentro de cada cuadra y cada edificio…

En ocasiones discuto (siempre desde el cariño) con compañeros/as de la brigada. Me frustro. A veces parece imposible ser crítico con un gobierno de izquierdas, del que casi automáticamente se presupone que todo lo hace con buenas intenciones y pensando en el pueblo…

Parece que en Cuba no hay nada que reprochar. Lo bueno hay que agradecérselo al gobierno, lo malo son “errores bienintencionados” o es siempre culpa de terceros… La realidad cubana simplificada en la bipolaridad entre “revolucionarios” y “gusanos”. A veces me sorprende la capacidad que tiene la izquierda para desmontar la sutil propaganda capitalista, y lo ciegamente que cree en la obvia propaganda cubana…

Todo se justifica con que el resto del continente está peor, todo se justifica con que “esto en España también pasa”… Pero España es capitalista, es contra lo que lucho, y si el país que pretende mostrarse como alternativa tiene derecho a cumplir los mismos “errores”, ¿para qué coño lucho?

Dos semanas y media de brigada han sido una experiencia confusa… Cuba me despierta muchas dudas, no termino de entender nada. Veo cosas buenas y cosas malas. ¿Lo bueno será tan bueno y lo malo tan malo?

No puedo terminar sin hacer mención a la gente encantadora que trabaja en el campamento y sus alrededores; a Yordán, el taxista del pueblo vecino, que nos acogió como amigos de toda la vida; a los jóvenes estudiantes de relaciones internacionales que, aun convencidos del sistema, vinieron a darnos su opinión más sincera del país…

La segunda parte de mi viaje me resolverá muchas cuestiones: en La Habana me esperan redactores de Havana Times y miembros del Observatorio Crítico, para mostrarme la otra cara de la moneda, el otro discurso cubano de izquierda…

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