Para Cuba, la felicidad es el camino

Por Jorge Dalton

Foto: Marcin Jucha

HAVANA TIMES — Ante los últimos acontecimientos, ante tanta tirantez, sobre todo ante tanta insensatez, la imposibilidad de vislumbrar el futuro de nuestra isla, en medio de tantas pasiones ciegas, me animo a hacer un llamado a la paz entre nosotros, porque si no lo hago, me consideraría un canalla, un cómodo y miserable observador que le importa un carajo que los cubanos se desangren en el oscuro y espinoso mar de la división.

He tenido la posibilidad de comprender a unos y otros y sé cuánto dolor y rencores hay en ambas orillas. Esos sentimientos de reconciliación, me han traído por supuesto, amarguras, incomprensiones, tristezas, exclusiones, marginaciones y hasta destierros pero vivo convencido que es algo por lo que ha valido la pena luchar.

El futuro es algo que los cubanos no hemos sabido resolver ni vislumbrar por estar demasiado estancados en el pasado. En el medio de la batalla de ideas y desacuerdos, insultos e imposiciones, el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, quedando pocas oportunidades para comenzar a obrar ese futuro que depende única y exclusivamente de los mismos cubanos adentro y fuera, de la única Cuba que existe sobre la faz de la tierra, pues no existe otra hermanos y hermanas: ¡¡¡CUBA ES UNA SOLA!!!

No obstante a eso y en el medio de tanta incertidumbre, créanme que sigo teniendo el mismo sueño esperanzador de que los cubanos dejen de odiarse y tengamos el talento y la sabiduría para enrumbar la nación, en aras de un país mejor y que este sea para todos y por el bien de todos, por el bien de nuestros hijos y nuestros nietos.

Abandonemos de una vez y para siempre, la filosofía del odio, el totalitarismo y la separación. Alguien escribió alguna vez: “El odio es como beber veneno y esperar a que el otro se muera” y eso ha sido desgraciadamente una filosofía que nos ha corroído hasta los tuétanos.

Expulsemos ese odio antes que sea demasiado tarde, evitemos que el odio se convierta en un sello que nos identifique en este mundo cada vez más deshumano, violento y desigual. Quisiera reproducir las sabias palabras de mi hermano Eliseo Alberto Diego (Lichi), escritas en 2004. Como pueden ver, el tiempo se va volando y han pasado varios años desde que él escribió esto. Lichi murió en 2011 y me dejó de herencia ese pensamiento y esos ideales.

Foto: Alexander Coronado Torné

“Los tambores de los santeros, la sabiduría de los médicos, la ecuanimidad de los políticos y disidentes más lúcidos, las misas de los sacerdotes católicos e, incluso, los embrujos de los chamanes andinos, se proponen un mismo objetivo: que nuestra Cuba partida en dos no sufra demasiado.

“Todos los cubanos debemos despertar: unos de un heroico sueño, otros de una muy larga pesadilla. Ya lo dijo quien lo dijo: no hay camino hacia la felicidad, la felicidad es el camino. Si es preciso soñar, soñar despiertos  escribió mi padre al levantarse un día de su siesta.

“Sumo a esa causa mi confuso credo: creo en la piedad de la paciencia, creo en la unión y comunión de la isla y el exilio: todas las opciones pasarán obligatoriamente por ese puente de dos carriles, el del entendimiento y el del rencor.

“Reencontrarnos en Cuba, abrazarnos, ayudarnos unos a otros será nuestro mejor escudo defensivo, aunque parezca a troyanos un acto de debilidad y, a tirios, un gesto de audacia. Creo, deseo, supongo que nos merecemos un siglo en paz, un tiempo en paz, un rato en paz después de tanta guerra. Y yo, que no creo en casi nada, pido por ello”.

 

Jorge Dalton: herido_desombras@yahoo.es

 

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