Oposición cubana: una mirada al futuro

Roberto Veiga González*

HAVANA TIMES — La sociedad cubana atraviesa una época de cambios que posee, entre sus grandes retos, dos importantes desafíos. Primero, permitir y articular toda la pluralidad cultural, social y política que actualmente existe en la nación. Segundo, garantizar que la misma se desempeñe con fidelidad al bienestar más pleno posible de todos los estratos sociales, de la Cuba profunda.

Esto exige desarrollar una alta sensibilidad para no lesionar al pueblo a causa de la competencia política, así como desplegar un desempeño político encaminado a la evolución social en detrimento del afán casi obsesivo de tantos cubanos, que por momentos parece único, de aniquilar a quienes poseen propuestas diferentes. Por otro lado, también demanda comprender, destacar y promover la lealtad a los anhelos más hondos del cubano en general.

Es posible otear una especie de consenso social mínimo a partir del cual se debería desplegar toda la diversidad política e ideológica de la nación. Los cubanos parecen compartir un conjunto de aspiraciones que, con independencia de la capacidad que históricamente hayamos tenido para concretarlo, esboza aspectos esenciales del rumbo que hemos de recorrer para conseguirle un mejor presente a nuestro pueblo, siendo fiel a las esencias de sus mejores deseos.

Todo parece indicar que dicho conjunto de aspiraciones compartidas muestra la añoranza de comprometerse con el ejercicio responsable de la libertad, con un profundo sentido de igualdad, con una intensa convivencia familiar y social, con la solidaridad activa, con el empeño tenaz en favor de la justicia –sobre todo de los más desfavorecidos-, con la socialización de toda riqueza que seamos capaces de producir, con la consecución de una democracia ciudadana, con el acceso universal a la cultura, a la información, a la educación y a la salud, con una destacada vocación de universalidad, y con el afán de asegurar la soberanía del país –entendida como independencia territorial y como empoderamiento ciudadano.

Pudiera parecer que esta precisión y concatenación de ambiciones constituyera una ideología. Y esto podría resultar cierto si entendemos por ideología un conjunto sistematizado de criterios. Sin embargo, no constituye una ideología si esta fuera entendida como un axioma inflexible y acabado que dicta, incluso, hasta los más mínimos detalles en torno a la manera de realizarlo.

Cuando nos ha parecido advertir dicho consenso mínimo, jamás hemos percibido que estos deban ser los únicos ideales a concretar, ni que exista una manera única de realizar todo esto. No obstante, sí ha contribuido a convencernos de que cualquier agenda política debería sentirse obligada a trabajar para desarrollar esos elementos de la tenue pero atractiva conciencia colectiva cubana. Esta resulta ser la lealtad que pedimos a todas las tendencias políticas de la nación, estén en el gobierno o no.

La comprensión, la aceptación y el compromiso con dicho consenso mínimo pudieran constituir un elemento capaz de facilitar el encuentro y la conformidad entre muchas posiciones políticas, y por tanto contribuir a la integración armónica de nuestra diversidad ideológica. Y lo que es mucho más importante, conseguir todo esto: siendo fieles al pueblo y trabajando por su mayor bienestar.

Para contribuir al logro de lo anterior, resulta necesario hacer derroche de actitudes tales como: la honestidad, la magnanimidad, la audacia, la tenacidad, la responsabilidad, la comprensión, el diálogo y el entendimiento (actitudes todas que pueden conducir a un clima de confianza política y al acuerdo entre diversas partes). Pero también se hace forzosa una redefinición de los marcos sociales y estatales, pues sin ello todo lo anterior pudiera ser una gran marcha hacia ninguna parte.

En tal sentido, entre mis propuestas se encuentran: precisar los fundamentos de una economía que desea irse abriendo cada vez más a la iniciativa económica en todas sus formas, y también exija la responsabilidad social de las mismas; potencial el asociacionismo, pues la justicia del funcionamiento de cualquier modelo social descansará en el actuar responsable de una sociedad civil fuerte y exigente, culta y efectiva, heterogénea y solidaria; reestructurar el funcionamiento del parlamento, para hacerlo más activo y sistemático, así como modificar la manera de elegir a los diputados, para que pueda existir cierta competencia en base a las proyecciones de los candidatos, e igualmente alcanzar una interrelación intensa, ágil y positiva entre los representantes y los ciudadanos electores.

Otra propuestas son: reformular el equilibrio de facultades entre las instancias ejecutivas nacionales, provinciales y municipales, con el propósito de garantizar tanto el orden y la cohesión nacional, como la iniciativa necesaria para las potencialidades locales; rediseñar la manera de elegir a la máxima autoridad de cada municipio y de cada provincia, así como al jefe del Estado y del Gobierno; ensanchar las posibilidades para que la ciudadanía y las instituciones puedan controlar el respeto y la promoción de los preceptos constitucionales; incorporar la iniciativa constitucional por parte de los ciudadanos; revisar los equilibrios entre las funciones legislativas, ejecutivas y judiciales; despojar al Partido Comunista de Cuba de todos los elementos que lo colocan como un mecanismo de control, colocado por encima de la sociedad y del Estado; permitir el desempeño de otras fuerzas políticas, pero dentro de un contexto democrático que garantice la soberanía ciudadana y evite que las fuerzas partidistas secuestren al país; así como redefinir nuestro catalogo de derechos.

Los desafíos para continuar construyendo a Cuba son muchos y grandes. El momento histórico nos demanda soñar una Cuba ideal, pero también nos exige comprender la necesidad de diseñar caminos posibles para acercarnos a la misma. Dialoguemos sobre este reto que compartimos.
—–
*El presente texto fue la ponencia presentada por el autor en la reunión anual de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE) que sesionó en la ciudad de Miami de los días 31 de julio al 2 de agosto de 2014.

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