Nicotina más barata, Revolución y futuro

Por Repatriado*

Las empresas del gobierno cubano promueven el consumo de cigarros como algo de cubanía y para tener amistades.

HAVANA TIMES – Algo ha pasado sin mayor escándalo, incluso para la bien atenta pero escasa prensa independiente, y que quizás desde mi ingenuidad considero gravísimo y muy sintomático, me refiero a la rebaja del precio de algunos tipos de cajas de cigarros.

Recuerdo de mi niñez, esa que vivimos sin El Paquete Semanal de audiovisuales, cuando aún veía televisión cubana, la constancia con que presentaban películas en las que un abogado humanista y anticapitalista davidiano combatía un Goliat transnacional tabacalero.

Aunque el tema central del filme, creo yo, era la responsabilidad individual de los consumidores contra la responsabilidad empresarial de los magnates, mediada por un intermediario legislativo que equilibre e informe adecuadamente de los riesgos tantos para los unos como para los otros, aquí se presentaban invariablemente como perversiones del sistema capitalista.

¿Cómo se armoniza esa idea ahora, cuando desde los 90 el capitalismo resolvió y encontró un equilibrio entre tabacaleras y público, mediante políticas informativas agresivas, restricción de espacios y fiscalidades fuertes?

Mientras tanto, el “comunismo” castrista, monopolio tabacalero nacional, rebaja las cajas de cigarro, las llena de colores para hacerlas más atractivas, las empaqueta en dosis más pequeñas y asequibles, le agrega filtros de sabores juveniles y se vanagloria en su prensa nacional de lo bien que va el negocio.

Hace hoy el Gobierno todo lo que le hubiese gustado a la Phillip Morris hacer, con el inri adicional de realizarlo ya no desde una compañía cuya ética natural está en la obtención de beneficios dentro de una legislación dada, sino desde un gobierno cuya razón de existir debería ser el servicio público.

Pero no somos ovejas a esquilmar, sino un ente amorfo en manos de ellos que gobiernan a espaldas y a expensas de un nosotros y con esa política tabacalera nos lo demuestran.

Nada de lo anteriormente dicho es original ni nuevo, aunque siempre vale la pena resaltar la incoherencia y hasta falsedad que muestra el Gobierno en su política global, si entendemos que tanto la economía como la salud son ámbitos, casi exclusivos, de su competencia en esta Isla Experimental.

El prisma desde el que pretendo analizar lo que desvela la reciente rebaja de precios al cigarro es otro, y me refiero aquí al cálculo cortoplacista de los administradores actuales de Finca Cuba y su por qué.

Cuba, juventud y cigarros, la perfecta combinación para una revolución.

Está ampliamente demostrado que los beneficios económicos para un gobierno de todo lo que genere mayor demanda de cigarros cuando se contrapone a los gastos de Salud Pública a mediano plazo dan un resultado económicamente negativo. Esto quiere decir que todos los beneficios de Brascuba no pagan los gastos generados por enfermedades asociadas al tabaquismo.

Entonces por qué la concepción administrativa cortoplacista de nuestros dueños, que no son jamás estúpidos o ignorantes y conocen perfectamente esos estudios. No creo que lo justifique solo el ánimo recaudatorio monetario inmediato, pues con lo que saben y viendo las estadísticas médicas y lo que gastan en todo lo asociado al tabaquismo. Están al tanto de que es a largo plazo económicamente insostenible, aun cuando la capitalización de Tabacuba y Brascuba resuelve sus problemas cotidianos, los del gobierno y su acuciante necesidad de liquidez me refiero.

Mi tesis, o mi corazonada, o mi esperanza, es que actúan así porque el largo plazo no les importa mucho, será por la contingencia natural del envejecimiento de los que dan la cara, o por un cálculo de las generaciones bien apellidadas que comienzan a moverse entre bambalinas. Ellos saben que a la finca de papá el vallado se le cae a pedazos y tratan de acumular, a paso redoblado, toda la fortuna posible, para cuando llegue el inevitable final, estar bien provista y poder seguir alquilando yates de lujo en el Mediterráneo.

Concluyendo la idea, es un reconocimiento implícito de que la “Revolución” está dando sus últimas campanadas.

Es difícil poder pensar como ellos y entenderlos, seres que han vivido en el Olimpo durante demasiado tiempo, lo que sí deduzco es que les importa una mierda nuestra salud, les importa una mierda su propia ideología, les importa una mierda el bienestar de sus súbditos y, sobre todo, les importa dos o tres mierdas el futuro de este país, pero no creo estar descubriendo el agua caliente con esa deducción.

¿Me he excedido en mis razonamientos por una mísera rebajita al precio de los cigarros o me he quedado corto?

Creo más bien lo segundo, pues no he entrado a hablar de lo inmoral de rebajar este producto en un país donde el pollo, la leche, los perritos, el aceite y cualquier otra menudencia básica necesaria para que el cubano resuelva su diaria realidad, cuesta como si en vez de comprarlo en un quiosco cochino y mal atendido de cualquier barrio, lo estuvieses pagando en el Corte Inglés.
—–
*Uso seudónimo porque temo que al escribir aquí me quiten mi humilde cuenta de Internet o que me acosen económicamente. Puede que sea un temor infundado, pero no lo sé y como no soy valiente evito el riesgo, porque lo que más temo es perder la máscara en frente de mi muy querido y “revolucionario” abuelo.

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