Más vejaciones contra este socialista demócrata

Por Osmel Ramírez Álvarez

Foto: cubadebate.cu

HAVANA TIMES – Antes de ser detenido por hacer periodismo independiente y por creer en el socialismo democrático, estaba gestionando participar en un curso-taller en Lima, Perú. Apenas salí de prisión, me avisan del viaje, ya a contrarreloj.

Con toda mi familia aun nerviosa por lo sucedido, salí rumbo a La Habana, hasta con dinero prestado para intentarlo.

Varias eran mis motivaciones:

1) En esos cursos y talleres siempre se adquiere herramientas y técnicas novedosas para perfeccionar nuestro trabajo, dirigido a un público cada vez más exigente.

2) Poder visitar Perú, que siempre ha sido mi deseo, por su historia y riquezas, naturales y culturales.

3) Ahorrar al máximo la dieta alimenticia, y si era necesario soportar un poco de hambre, para reponer algunos de los medios perdidos durante el operativo del Minint contra mí y mi amigo.

Casi volé para que me diera tiempo. Hice gastos en medio de esta situación tan crítica, considerándolos como inversión. Tenía expectativa con los precios más accesibles del país de los incas para hacer rendir cada centavo robado a mi estómago.

Todo fluyó con suerte. El domingo 19 a las 3:10 pm debía volar a Lima. Cinco horas y 20 minutos me separaban de la capital andina.

Hice el chequeo del pasaje sin problemas y una larguísima cola de una hora para el control de aduana, antes de pasar al salón de espera.

Frente a la jovencita uniformada recibí la triste noticia: “No puedes viajar, tienes restricción para salir del país”.

¿Por qué razón, si no tengo ningún obstáculo legal para disfrutar de ese derecho recientemente rescatado? -pregunté.

“Usted sabrá si últimamente ha tenido algún problema que lo inhabilite, aquí solo dice eso”, contestó escuetamente.

Me condujeron, entonces, a una oficina de aduana contigua al salón. Miradas sin fin se dirigían hacia mí. Los extranjeros seguro pensaron que era sospechoso de terrorismo, que es la moda internacional. Pero los cubanos suponían muy bien de qué se trataba.

Osmel Ramírez iba para el Perú, pero terminó en un P12.

Tomaron datos y pude irme de allí sin más problemas, pero con mi viaje frustrado. Ya en la avenida de Boyeros, mientras esperaba un P-12, despegaron tres aviones consecutivos y me sobrevolaron a poca altura. Solo uno de ellos pertenecía a Avianca, la aerolínea por la que hice el chequeo. Allí iba mi asiento vacío debido a la intolerancia y a la práctica de escarmiento en lugar de la ley.

Regresé enseguida a Mayarí, en un camión particular adaptado para pasajeros. La noche entera viajando, ¡14 horas! Pero luego estaba en mi casa, con mi amada familia.

Todo es alegría aunque no pude viajar, porque estoy con ellos y temen mucho por mí mientras estoy fuera de casa. Personas que hasta hace muy poco jamás hubiesen temido a nada en este país lleno de otros países invisibles para la mayoría.

Es que cada acción arbitraria que me hacen se incrementa en mí y en los míos la sensación de que en vez de un periodista censurado, me tratan como a un perseguido político. ¿Será que para ellos ambas cosas significan lo mismo?

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