Más sobre la corrupción de poca monta

Por Esteban Morales* (fotos:Caridad)

Centro Comercial.

HAVANA TIMES — Hace unos días escribí un artículo que titule “A los amigos de siempre”, replicado en Cubarte y Havana Times hasta ahora. Trate entonces de la llamada corrupción, “de poca monta”, que de poca no tiene un pelo, porque por ese vertedero se van millones y millones de pesos a la economía del país, que no van a parar al comercio normal. Donde todos tendríamos el derecho para adquirir las mercancías con nuestro dinero.

No se trata del simple robo, cuando circunstancialmente un ciudadano se apropia de lo que no le pertenece. Sino de una práctica, en la que el individuo o funcionario, apoyándose en la posición desde la cual debiera defender los bienes sociales, se vale de ella para desviarlos en provecho propio.

Por lo que la corrupción no es simple robo o apropiación, sino un desvió de su curso normal los bienes materiales de una sociedad que los crea, distribuye y consume, acorde con las reglas que rigen el sistema económico en cuestión.

Si observamos detenidamente ese artículo que escribimos, nos podremos percatar, que describí el fenómeno, las características de su ocurrencia y sus múltiples consecuencias, incluso políticas e ideológicas. Pero no me réferi a sus causas fundamentales.

No quería meterme en esos momentos, como se dice, en “camisa de once varas”, porque sus causas son bien complejas y tocan aspectos que van mucho más allá de la corrupción como tal, para llegar a problemas, que tocan el fondo de las deficiencias e insuficiencias de un modelo económico que queremos cambiar.

Se trata además de un fenómeno no exclusivo de nuestro país, pero que en nuestro caso tiene causas particulares, que responden a la situación peculiar por las que atraviesa la economía cubana.

Fast Food.

Nuestra economía ha hecho ya tres restructuraciones estratégicas, que se miden por las veces en que ha roto su nivel de dependencia con la metrópoli que económicamente la rigió: España, Estados Unidos, URSS.

Para encontrarse ahora la economía cubana en un momento histórico dentro del cual quiere romper definitivamente los ciclos de dependencia, para construir un modelo económico propio, eficiente y sustentable. Por lo que el fenómeno de la corrupción en Cuba, no puede ser separado de ese contexto que hoy vivimos.

Las causas fundamentales de esa corrupción, que ya ha existido antes, tienen que ver ahora con varios asuntos muy importantes, que tocan de lleno a la capacidad de muchas personas, demasiadas hasta hoy, para satisfacer sus necesidades. Entré otras estas son:

Existe una llamada pirámide invertida, dentro de la población económicamente activa, que hace que personas sin calificación alguna, al tener un empleo en la economía del dólar y el turismo, reciban salarios, remuneraciones especiales y propinas, que elevan sus posibilidades de ingreso, de un modo que no es factible para ningún trabajador de la economía estatal, tenga el nivel de calificación que tenga.

Un maletero, un chofer de taxi, un trabajador de servicio recibe ingresos, en moneda libremente convertible, que multiplica varias veces el salario de un trabajador de la economía estatal. Incluso comparado con empleos de muy alta calificación, como médicos, profesores universitarios, especialistas de alta calificación, investigadores, etc.

La confusión, no solo teórica, entre propiedad social y propiedad estatal en estos años, ha provocado que los trabajadores no reaccionen ante los medios de producción como de su propiedad y los cuadros estatales manejen los medios de producción como si los pudieran usufructuar en beneficio propio. Lo que ha tomado la expresión popular de que “Todo es de todos y nada es de nadie”.

Muchas personas que ostentan cargos, incluso dentro de la economía estatal, pueden ser cargos de poco rango y remuneración, pero que tienen acceso a la distribución de determinados bienes materiales, utilizan su posición dirigente para equilibrar sus ingresos por medio del desvió de recursos.

Calle Neptuno.

Creándose una red, dentro de la cual, dirigentes de diferentes actividades intercambian favores y privilegios de acceso a bienes materiales cuyo costo no pesa sobre sus ingresos personales. Esta actividad deviene en un tipo de corrupción que penetra incluso a las organizaciones políticas y de masas en los centros de trabajo.

Trabajadores de muy bajo salario, en cualquier actividad estatal, privada o semiprivada, de cualquier sector laboral, practican el hurto continuado, no pocas veces con la aceptación implícita de sus propios dirigentes, los que también se benefician de ello. Creándose un mecanismo de indisciplina permanente en el manejo de los bienes pertenecientes a la sociedad.

En nuestro caso hay un desfase entre el nivel salarial y el de los precios, donde estos últimos continúan altos o en algunas ocasiones suben, incluso de manera sorpresiva, mientras que los salarios permanecen estancados.

–  Tampoco es posible esperar que a más trabajo corresponda mas salario. Existiendo además, una incapacidad total por parte de la masa trabajadora para presionar sobre el nivel de los salarios, ni una reacción adecuada por parte de la organización obrera para evitar las presiones sobre el ingreso de los trabajadores.

La existencia de la doble moneda mantiene en permanente desventaja a las personas que no la poseen. Sobre todo si tomamos en consideración que existen productos de primera necesidad que solo pueden ser adquiridos en moneda libremente convertible. Que son todos, los de primera necesidad, que se reciben normados, pero en cantidades tan limitadas que no satisfacen las necesidades mínimas de la población que más los requiere.

Luego, la causa fundamental de esa corrupción de “poca monta” esta dentro del funcionamiento mismo de nuestra propia economía. La cual no es capaz de satisfacer las necesidades del nivel de salarios necesarios, ni de precios, en los productos que se venden libremente, para satisfacer las necesidades de la masa fundamental de la población, que por demás, no tiene acceso a la moneda libremente convertible. Las consecuencias de esta realidad son múltiples y no solo provocan corrupción, sino también, otras deformaciones sociales.

Tal situación antes analizada, es la que explica que se trate de un fenómeno tan extendido, aunque no podemos decir que abarque a toda la población. Primero porque hay personas que no necesitan de esa práctica, mientras que otras por razones éticas y morales tampoco la realizan.

Calle Neptuno.

Aunque el fenómeno marca tendencias que de no ser controladas y resueltas por el mecanismo económico pueden generar el deterioro moral a nivel de toda la sociedad.

El control legal y económico no es suficiente, ya que estos solo ayudan un poco reprimiendo la práctica delictiva. En realidad la única solución posible está en la existencia de un modelo económico eficiente y sustentable, que imponga los límites, por medio de convertir a la corrupción solo en una negativa práctica desde el punto de vista moral, ofreciendo las bases que la eliminarían como un fenómeno, en cierto modo justificable, por causas de supervivencia material.

Es decir, la insatisfacción de las necesidades de la población en términos masivos genera esa corrupción que practican muchas personas. No se trata del enriquecimiento ilícito, practicado por dirigentes estatales de alto y medio nivel, que persiguen un determinado tipo de acumulación. Ya que estos últimos, en realidad, no roban por necesidades inmediatas apremiantes, dado que esas por lo general las tienen resueltas, sino para enriquecerse.

Este tipo de corrupción, ni ninguna otra, en nuestra percepción, podría eliminarse totalmente, solo sería posible reducirla al mínimo, después de una larga lucha que es fundamentalmente de construcción económica, arrinconándola, hasta convertirla en un delito común, que la sociedad con toda la razón y sin aceptar moralmente ningún tipo de justificación podría combatir.
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(*) Leer el blog de Esteban Morales.

 

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