Martí en todas partes y en ningún lugar de Cuba

Por Amrit

Busto de Martí en Vedado.

HAVANA TIMES, 21 ene — Cuando mi madre me contó que había invitado a mi sobrina de 21 años a ver la película de Fernando Pérez “Martí y el ojo del canario” y ella le respondió: “Yo no veo esa pinga,” tal como lo mencioné en un post, tuve un gran shock.

Pero luego comprobé que esta misma reacción, mezcla de repulsa y de despecho, se repetía en muchos adolescentes y jóvenes al comentarles sobre la misma película.

Ahora, ¿tienen ellos la culpa? ¿Cómo no sentirse saturados de un héroe de yeso que ven no sólo en escuelas y en centros oficiales sino en parques, inmediaciones de inmuebles, ¡y hasta frente a una panadería!?

Desde cualquier escuela y oficina asoman Martís deformados gracias a la impericia de dibujantes que reproducen “por encargo,” un héroe que nos machaca en silencio un discurso que no nos interesa…

“Viví en el monstruo y le conozco las entrañas,” oímos, leemos, pero ¿cuál monstruo? ¿En qué sociedad de esta tierra no reinan el egoísmo y la injusticia disfrazados con este o aquel sofisma político?

“Ser cultos para ser libres…” Con nuevas generaciones deformadas por maestros que casi tienen su edad y hasta peores modales, ¿dónde está la cultura, dónde la libertad? ¿Dónde esa otra forma de inteligencia que no precisa de la riqueza intelectual y que es la sensibilidad?

Foto: Ana Maria Gonzalez

Desde un pedestal de yeso, un Martí casi inhumano mira impasible nuestras debilidades y angustias. Como esos cuerpos de animales disecados donde la taxidermia intenta atrapar el alma, ausente en las pupilas fijas, el alma que voló para dejarnos sólo un cascarón vacío.

Sin embargo, cuando vi la película “Martí y el ojo del canario,” una conmoción inesperada me sacudió, me hizo buscar al día siguiente en la wikipedia y re-descubrir esa humanidad del hombre que no sin razón han llamado “el más grande de todos los cubanos” y que no está en los libros de historia, por más que lo mencionen.

Entendí por qué mi hijo hace años prefiere la wikipedia como fuente de investigación para los trabajos de la escuela, que los libros de texto.

Creo que como víctimas de la mediatización en este mundo “civilizado,” todos tenemos alguna atrofia profunda. Pero la saturación por el mérito, ese mérito que nos empujan a pulso como el aceite de bacalao que de niña rechazaba con muecas y arcadas, es una de las más atroces.

Porque destruye justo aquello que puede salvarnos, aquello que, en la confusión de esta carrera frenética que llamamos “vida,” puede traernos alguna luz, algún alivio…

Sólo hace unos años supe que Martí dijo cosas que me hubiera gustado me leyeran ya desde la primaria:

Busto de Marti frente la panaderia La Dulcería de Alamar.

…Cuando los hombres nacen
están en pie junto a su cama
con fuertes vendas preparadas en las manos
todas las filosofías,
las religiones
los sistemas políticos
y lo atan y lo enfajan.
Y el hombre es ya
por toda su vida en la tierra
un caballo embridado (…)
Yo soy caballo sin silla
de nadie recibo ley
y a nadie intento imponerla…

Esto se lo oí a un rapero que juntó pensamientos de Martí en un texto. ¡Cómo me sorprendió este Martí nuevo, desconocido, este Martí tan sabio como esos maestros espirituales que sacian nuestra hambre de verdad con unas pocas frases!

Miro al Martí de yeso, (ahora también los hacen de plástico), tan ajeno e inmutable que no parece haber pensado jamás nada tan profundo.

Será por eso que mi sobrina de 21 años, aunque se negó a ver la película de Fernando Pérez, me comentó en tono confidencial, con más asombro que malicia: “Dicen que sale Martí masturbándose…”

Sí, un rasgo de humanidad que se le escapó a la piedra, a la ausencia. Ojalá ese detalle bastara para que muchos jóvenes y adolescentes se sintieran tentados a descubrir al hombre, al inmenso hombre, que no está en el pedestal.

Ojalá surjan otras películas o pretextos que ayuden a no conformarnos con estos héroes de yeso y buscar a los de verdad, a los que nos esconden. Esos que fueron tan imperfectos como nosotros pero luchaban por un mundo más justo que sólo es posible con la aceptación de nuestra humanidad, no con el sacrificio de ésta.

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