Los auténticos descubrimientos de Cristóbal Colón

Una vez le pregunté al sabio cubano, Dr. Antonio Núñez Jiménez su opinión acerca de Colón y respondió: “Sin dudas, el más grande marino de todos los tiempos.”

Vicente Morín Aguado

El primer viaje de Colón.  Mapa: wikipedia.org

HAVANA TIMES — El “descubrimiento” fue hasta cierto punto parcial y en otras dimensiones auténtico. Encontró habitadas las tierras antes en brumas para los europeos, sin embargo, su hazaña completó a un planeta hasta entonces seccionado en dos mitades que se desconocían mutuamente, tal noción de ecumenismo fue, sin dudas, uno de sus auténticos aportes a nuestra común historia, llamada con derecho universal a partir de aquel 12 de octubre.

El hijo de Susana Fontanarossa y Doménico Colombo recorrió un largo camino antes retar a la “mar tenebrosa” al mando de las tres carabelas. Vale recordar su largo periplo aventurero por Europa, siempre en calidad de marino, alcanzado a Irlanda primero e Islandia después en el año 1477. La mente observadora del genovés se enriqueció con las sagas vikingas, algo supo de tierras allende ese océano que según creencias populares, terminaba desbordándose en cataratas, poblado además de increíbles monstruos marinos.

Con creces confirmó la condición de “Almirante de la Mar Océana”, otorgado por los reyes católicos. Ciertamente los intrépidos nórdicos pisaron las costas tardíamente llamadas americanas, saltando de isla en isla, nunca lejos de la tierra firme, después de sucesivos intentos durante decenas de años.

Colón retó la inmensa extensión del Atlántico, lo atravesó en 36 días (6 de septiembre, Canarias, 12 de octubre, Guanahaní), aportando observaciones y prácticas relevantes para la marinería y la geografía:

Escribiendo meticulosamente sus observaciones en un diario, el excelso marino advirtió una notable incongruencia entre el norte geográfico-estrella polar- y el norte magnético-su brújula-, ocultando por razones prácticas tal descubrimiento a la díscola tripulación. El famoso documento colombino del primer viaje fue transcripto por el Padre Las Casas, al estudiarlo, resalta el notable descubrimiento.

De mayor relevancia resultó aún su regreso a Europa, confirmación de sus dotes marineras. El Almirante por antonomasia era un obligado experto en cuestión de vientos, imprescindibles a las velas de sus carabelas. Reconoció la existencia de las corrientes planetarias que luego llamaríamos Alisios, su carácter permanente permitió a Colón trazar una ruta transoceánica de ida y vuelta, utilizada durante los próximos siglos.

El monumento a Colón es derribado en Caracas en 2004.  Foto: taringa.net

Si se quiere más, una de sus cartas a Isabel y Fernando, escrita en 1504 durante el largo naufragio en Jamaica, da cuenta a los monarcas ibéricos del descubrimiento para la corona de cuatro mil islas y demás accidentes geográficos; el nuevo escudo del primer Virrey del Nuevo Mundo llevaría en uno de sus campos, debajo a la izquierda, el recuerdo gráfico de su inmenso legado.

La actuación de Cristóbal Colón Fontanarossa es hoy objeto de polémica, siempre lo fue, incluso en vida. Algunos extremos resultan lamentables, recuerdo el derribo de monumentos durante el “Día de la Resistencia Indígena” en Caracas, con pleno auspicio del gobierno bolivariano. Podrán echar a tierra una estatua, de paso un atentado contra la cultura, jamás borrarán la impronta de la historia.

Si se trata de protestar, mejor dirigir la justa animosidad contra los culpables presentes, los únicos a quiénes podemos exigirles cuentas capaces de cambiar la situación a favor de la justicia. Lo demás de pura demagogia.

¿Podría culparse seriamente a genovés de atrocidades como la esclavitud, las encomiendas, toda la crueldad de la conquista y cuánto sucedió después? Es absurdo, hombres y mujeres han de ser juzgados de acuerdo a su tiempo.

Es fácil imaginar una historia al revés, donde los aztecas, mejor equipados, alcanzaran a conquistar España. Conocidas son las “bondades” de aquellos mexicas al tratar a los pueblos por ellos vencidos, sin embargo, tampoco podemos condenarlos esgrimiendo ideas resultantes de varios siglos posteriores.

Al valorar la trayectoria del Gran Almirante de la Mar Océana, se aprecia una contradicción entre sus extraordinarias cualidades de marino y su torpeza política. Era un hombre del mar, en tierra resultó ser el clásico patizambo, acostumbrado al vaivén de las olas.

De un explorador igualmente extraordinario, también maravillado ante la exuberancia americana, reproduzco la siguiente evaluación:

“Tal fue la grandeza de su descubrimiento, que aquel a quien se debe no pudo comprenderla, adivinando sólo una pequeña parte de la gloria inmortal con que la posteridad habría de rodear su nombre.” (Alejandro de Humboldt)

Miguel de Cúneo, compañero de aventuras, al regreso del segundo viaje-1595- con una sola embarcación, La Pinta, nos legó esta elocuente semblanza:

“…el mismo (Cristóbal Colón) daba las órdenes y estaba al timón; y tan pronto pasaba la tempestad, él izaba las velas, y los demás dormían.”

El doce de octubre de 1492 se confirmó el destino de un hombre que llegaría a ser el más grande marino de la historia.
—–
Vicente Morín Aguado: morfamily@correodecuba.cu

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