La Revolución cubana ha sobrecumplido sus compromisos

Por Elio Delgado Legón

Foto: Caridad

HAVANA TIMES — Uno de los pretextos que esgrimen algunos de los que critican a la Revolución cubana es que no ha cumplido lo que prometió.

Sin embargo, el programa del Moncada, expuesto por Fidel Castro en su alegato de defensa, publicado bajo el título “La historia me absolverá”, aunque planteaba todos los males que aquejaban al país en aquella época y prometía que serían eliminados, ha sido sobre cumplido con creces a pesar de todas las zancadillas que les han puesto a nuestro país los enemigos externos e internos.

Es cierto que se han cometido errores, pero ninguno de principios. Los errores cometidos han sido por desconocimiento de cómo construir una sociedad con todos y para el bien de todos, como la soñó Martí.

Es muy fácil gobernar en una sociedad capitalista, donde el gobierno apenas cumple una función decorativa: cobra impuestos, paga poco a los empleados públicos y realiza algunas obras públicas de cuyos presupuestos los políticos se roban la mitad.

Los servicios básicos a la población, en la mayoría de esos países están en manos privadas y los que están en manos del Estado funcionan mal y carecen de suficientes presupuestos.

Desde el mismo primero de enero de 1959, la Revolución comenzó a promulgar leyes de beneficio popular. La Ley de Reforma Agraria concedía la propiedad de la tierra a unos 100 mil agricultores pequeños, que trabajaban una tierra que no era suya, pagando, como siervos feudales, una parte de sus producciones y siempre amenazados de un desalojo, si el dueño de la tierra la vendía o encontraba un negocio mejor. Yo mismo fui víctima de uno de esos desalojos, siendo aún un niño de 11 años.

La realidad que encontró la Revolución en el campo cubano fue que más de la mitad de las mejores tierras cultivables estaban en manos extranjeras, mientras 200 mil familias campesinas no tenían una vara de tierra para sembrar y cerca de 300 mil caballerías (cuatro millones de hectáreas) permanecían sin cultivar.

En la mayoría de esas tierras y de otras grandes fincas expropiadas, se constituyeron granjas estatales, que dieron solución al gran desempleo que había en el campo. En ese momento, parecía la mejor solución, sin embargo, con el tiempo, me he dado cuenta de que fue un error.

Pues considero que fuera de las grandes empresas cañeras, arroceras o ganaderas, el resto de las tierras debieron darse a los campesinos en propiedad o en usufructo para que las hicieran producir alimentos para una población que crecía rápidamente.

Los obreros del campo comenzaron a buscar otras alternativas de trabajo en las ciudades, y como los hijos de los campesinos tuvieron entonces la oportunidad de estudiar lo que quisieran gratuitamente, el campo se fue quedando con un gran déficit de fuerza de trabajo y por lo tanto, de producción.

Con la promulgación del decreto ley 259 del 2009, está comenzando a remediarse esta situación, pues ya se han entregado más de un millón 300 mil hectáreas de las cuales buena parte ya se encuentra en producción.

Muchos campesinos que habían abandonado el campo, están regresando a cultivar la tierra, convencidos de que es una buena inversión, pues todo lo que se siembre se vende y a buen precio.

Una parte de la producción se la venden al Estado para abastecer los mercados agropecuarios estatales, que mantienen precios asequibles a toda la población, y la otra parte la venden al comercio que se rige por la ley de oferta y demanda, con precios más altos.

Otro de los problemas que encontró la Revolución fue el alto costo de los alquileres de viviendas, que consumían muchas veces, más de la mitad del salario de los trabajadores. Esto fue resuelto con la Ley de Reforma Urbana, que hizo propietarios de sus viviendas a todos los que pagaban alquiler y creó las normas legales para que en el futuro, todo el que adquiera una vivienda la vaya pagando con una mensualidad, que no puede ser más de un tercio del salario.

En la educación, cuando el ataque al Moncada existía cerca de un 30 por ciento de analfabetismo, diez mil maestros sin trabajo y miles de niños sin poder asistir a la escuela. El analfabetismo fue erradicado en 1961 y la educación se declaró gratuita para todos los niveles.

Hoy no existe un niño sin asistir a la escuela, ni un maestro sin trabajo, incluso maestros jubilados se han incorporado de nuevo a trabajar cobrando su salario completo. Sobre este tema volveré en otro comentario.

Otros logros del pueblo cubano que no puedo citar aquí por falta de espacio, serán tratados en próximos artículos, pues a esos,  las trasnacionales de la información no les dedican ni una línea.

Ello forma parte de la campaña de mentiras y desinformación que existe en contra de la Revolución cubana. Mi objetivo fundamental es dar a conocer la verdad, y la verdad dista mucho de lo que informan los medios de fuera y algunos blogueros de adentro pagados desde el Norte para desacreditar a la Revolución.

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