La muerte de Fidel, otro dilema entre cubanos

Por Osmel Ramírez Alvarez

Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Por puro azar la muerte de Fidel ocurrió en fecha muy próxima a un viaje que tenía planeado a La Habana. Antes de partir pude palpar el impacto de tan significativo acontecimiento en Mayarí (Oriente de Cuba) y ahora casi por instinto hago lo mismo en la capital de todos los cubanos. Ya se sabe que el país, por mandato oficial, está de duelo por nueve días; también se ha divulgado mucho el itinerario ceremonial y luctuoso.

Podemos ver en la televisión oficial un país visiblemente impactado por la muerte de su Comandante en Jefe, y por los noticieros hispanos de los EUA (en el “paquete”) otra parte del mismo pueblo festejando el deceso y diciendo “que en la Isla está prohibido festejar, por eso no se ve alegría manifiesta”. Cualquiera se confunde y se pierde en medio de noticias tan antagónicas.

Por eso he salido a la calle por respuestas y estas fueron las que hallé:

  • Acto de masas del 29 de noviembre en la Plaza de la Revolución: fui un poco temprano para no ser atrapado por la multitud y poder ver cómo se realizaba la concentración. Evidentemente no fue espontánea en su inmensa mayoría; el transporte público y ómnibus de todas las empresas traían personal y salían en busca de más, en caravanas interminables. Todos los trabajadores, estudiantes, militares y por las organizaciones de masas estaban convocados y controlados. No se puede decir que fueron forzados a hacer algo desagradable para ellos, pero sí que fueron obligados a no dejar de asistir, porque de ser completamente voluntario muchísimos no lo hubiesen hecho por pereza.
  • Acto para Fidel Castro del 29 de noviembre de 2016. Foto: Juan Suárez

    La gente en la calle: de manera general muy normal, en verdad ni hablan mucho del tema, mostrando una mezcla de respeto y miedo a la vez; cautelosos de no “provocar” a las autoridades ni a los fanáticos del sistema con alguna irreverencia. Ni bebidas alcohólicas ni música, porque todo lo que luce alegre está suspendido y prohibido.

  • Los jóvenes: me llamó la atención ver a tantos sin uniformes sentados en las sombras aledañas a la plaza; también en la mañana siguiente muchos volvían trasnochados, evidentemente habían amanecido despidiendo al Comandante. No entendí nada hasta que monté en un ómnibus articulado P-12 rumbo a Boyeros y escuché a una señora mayor hablar de su nieto trasnochado por el acto; la interrogué y me dijo que junto a numerosos amiguitos del barrio se fueron desde temprano y estuvieron allí firmes, “mientras duró la conexión gratis a internet por Wifi” que habían instalado en la Plaza. Finalmente 2+2 volvían a ser 4 y todo encajaba. Al parecer ya se ha vuelto una estrategia establecida lanzar el cebo de Internet gratis para reunir jóvenes.
  • Tanteando al azar: hoy temprano fui a la bodega de la esquina a comprar una jabita de nylon (bolsa plástica) y aproveché para seguir calando el pulso de las opiniones. Puse el tema a colación con comentarios neutrales. El bodeguero comentó “hay que estar quieto en base y no volverse loco poniendo musiquita ni ná; esto pasa ahorita y el hombre era el hombre y ya se fue”. Sus palabras me resultaron ambiguas, como si hablara en parábolas, por eso quise profundizar y le comenté: “La gente de Miami si están poniendo música, pero no la normal de siempre, sino para festejar porque están contentos”. Como un resorte ripostó: “No, esos sí que están locos de verdad, igual que el Trump ese; hacer fiesta porque se murió Fidel y de viejo!; están locos”.

Gran mezcla de reacciones y sentimientos despierta en realidad la muerte del líder histórico de la Revolución Cubana. En estos días de duelo nacional oficial toda la trasmisión televisiva es noticiosa y política, en todos los canales. Cero diversión, cero entretenimiento, cero música. Cobertura total al recorrido de las cenizas de Fidel por todo el país y numerosos reportajes alegóricos que se repiten a intervalos. No se expenden bebidas alcohólicas y aunque no se ha anunciado se prohíbe y persigue la música.

Foto: Juan Suárez

Esto último es tal vez lo más aberrante, porque no existe dolor absoluto en todos los cubanos y hasta los psicólogos recomiendan que quien pierde seres queridos hacen mal en renunciar a la música y a la diversión porque los encierra en el dolor y les haría mejor distraerse con cosas alegres. Los dolientes de Fidel en el pueblo no pueden seguir este concejo porque se buscarían serios problemas; menos aún los que lejos de lamentar su muerte llevan años esperándola como última esperanza de cambios en Cuba.

Anoche pasadas las 11 pm regresaba de un encuentro fecundo entre colegas y en una callejuela que da a la calle Hospital presencié un incidente representativo de este dilema que causa el luto forzado: un señor irritado injuriaba a su vecino frente a la policía que llegó en un auto patrulla; al parecer, lo había denunciado por tener música alta en su casa y era eso de lo que lo acusaba mientras lo denigraba. “Este tipo es un descarado, no respeta la muerte del Comandante”. No sé en qué pararía la cosa, pero saquen ustedes sus propias conclusiones.

Es triste ver cosas como estas, tan extremistas o coartadoras de libertades. El duelo nacional oficial está justificado, pero el luto forzado no. La esperanza renovada, el alivio que sienten muchos como quien es liberado de una carga pesada, la íntima satisfacción porque alguien que desprecias ya no está para inspirarte sentimientos feos, están justificados, pero la orgía fúnebre no. Nada, que como siempre las cosas entre cubanos tienen que ser complicadas y la muerte de Fidel no podía ser la excepción: un verdadero dilema.

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