La Cuba que me asusta

Verónica Vega

Photo by David Hall

HAVANA TIMES — Hace unos días supe por boca de un taxista, que los choferes cuentapropistas de Alamar tienen el acuerdo común de cobrar 20 pesos para la Habana hasta las doce del día, (como mínimo).

No importan las condiciones del vehículo, no importa que haya poca demanda y los carros salgan vacíos. Desde la Habana se hace a la inversa: veinte pesos es la tarifa fija para Alamar, a partir de las doce del día.

También en el agro mercado se hacen acuerdos previos sobre los precios, no sea que a ningún vendedor se le ocurra pedir menos, por el mismo producto.

Esta inusual capacidad para el consenso, este profundo sentido de respeto a una alianza, me parecería loable si no supiera cuánto padecemos (y padeceremos según veo), precisamente por no mostrar la misma disposición y entereza a la hora de defendernos contra una injusticia.

Eso me asusta, sí. También cuando veo que a las diez de la noche estoy atrapada, por ejemplo, en la Virgen del Camino, porque no pasa un P-3 para Alamar, y recurro a la 462 (que viene del paradero de Guanabo) y después de una hora de espera toda la cola echa a correr, pregunto desconcertada y alguien me dice que las guaguas están haciendo el regreso sin pasar por la primera parada, lo confieso, me entra pánico…

Más cuando después de la carrera, el atropello para subir, una vez en la guagua, varios pasajeros, (la mayoría con destino a las discotecas de la playa), le preguntan al chofer que si cada uno de ellos le paga cinco pesos, llevaría el carro directo a Guanabo, sin hacer paradas intermedias.

¿Qué es esto?- me pregunto. ¿La contrapartida a la carencia organizada, a la abstinencia, al control? ¿Una variante de anarquía vindicativa del individuo homogenizado? Pero lo peor es que reproduciendo lo aprendido en tantos años de doble moral, la caja de Pandora está tan atestada como una guagua en horario pico y el estallido se anuncia catastrófico.

Una antigua conocida me dijo una vez que la Revolución hizo al Hombre Nuevo con lo peor del hombre viejo. Y sin apelar a estadísticas, (que jamás se divulgan), es tristemente visible que cada generación es peor que la anterior. “Nadie quiere a nadie”, fue una frase lapidaria del popular grupo  “Los Van van”, cuando el asunto no era ni remotamente tan grave.

Claro que, para ser justa, escudriño en mi memoria buscando causas probables y no encuentro más que sentencias excluyentes o de autoafirmación en vallas, spots y hasta en lemas escolares.

Nada de respetar, incluir, y menos perdonar. La misma religión católica, que aún con las limitaciones de cualquier dogma es un factor de equilibrio en la ética social, fue reprimida y ridiculizada. Otras creencias que sustentan como punto de partida, ciertos principios morales, como el Yama Niyama del Hatha-Yoga, jamás han sido difundidos en ese aspecto básico.

Y la religión más fecunda y expandida, la yoruba, exhibe en su proliferación su propio detrimento: la lógica materialista y egoísta de gran parte de sus practicantes. No en balde ya “hacerse santo”, es sinónimo de ser próspero, por el alto precio de la conversión, que incluye un vestuario prácticamente de lujo.

Entonces, ¿de qué nos quejamos? El autoritarismo machista, la férrea demarcación constante (de países, ideologías y grupos sociales) enseñan a desconfiar, irrespetar, imponerse. En ese sentido, podríamos decir que las generaciones recientes han sido excelentes discípulos.

Articulos recientes:

  • Mundo
  • Noticias
  • SOS para Periodistas

Periodista mexicano Roberto Figueroa asesinado en Morelos

Figueroa fue secuestrado por hombres armados la mañana del 26 de abril después de dejar…

  • Foto del dia
  • Mundo
  • Noticias

Las bolsas del CLAP, Lara, Venezuela – Foto del día

Rogelio Mendoza de Venezuela tomó nuestra foto del día: "Las bolsas del CLAP" en Lara,…

  • Mundo
  • Reportajes

Las víctimas de esclavitud en Ecuador merecen reparación

Cientos de familias trabajadoras soportaron condiciones de salarios mínimos, explotación, falta de acceso a servicios…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.