Isbel Díaz y las pelotas de trapo

Haroldo Dilla Alfonso

Ilustración: cubadebate.cu

HAVANA TIMES — Isbel Díaz (ID) se ha gastado conmigo una deferencia muy particular: ha dirigido una réplica a mi artículo. Lo agradezco, más aún cuando constato que tras calificarme –o a mi artículo- de errado (sin H), desinformado y desinformador, tendencioso, irrespetuoso, cultivador de pifias, etc, saca buena voluntad de su corazón para afirmar que el artículo es interesante.

Y sobre todo dice algo que todo cubano entiende: “Creo que nuevamente Dilla se va con la de trapo”. No lo dudo, y siempre agradeceré a un analista tan agudo como ID que me lo recuerde. Pero hay algo que ID no sabe: todos andamos siempre con una pelota de trapo dándonos vueltas. Andar con pelotas de trapos es casi un fátum humano, es ineludible. Por tanto no es un problema andar con pelotas de trapo, como tampoco mostrarlas de vez en cuando, sobre todo cuando uno opina, sea escribiendo o en una barra con amistades. El problema reside en que a veces no sabemos que las pelotas existen. Y creo que es esto último lo que le pasa al amigo ID.

Tiene razón ID cuando me recrimina por afirmar que no hubo mención en el Código del Trabajo al tema de las orientaciones sexuales. Fui descuidado: debí haber dicho que se menciona cuando se prohíbe la discriminación por razones de orientación sexual para obtener un puesto de trabajo. Pero nada hubiera cambiado, pues la mención sólo ocurre una vez, y el resto de los derechos que el Código proclama se apoyan en una perspectiva absolutamente heterosexual y patriarcal. Y si ID quiere convencerse que observe, a manera de ejemplo, como trata la extensión de la seguridad social a la familia.

De todas maneras, en mi artículo el tema LGTB es sólo un pretexto. Mi intención era opinar sobre otras dos cuestiones.

La primera es sobre la fragmentación y la falta de autonomía de la sociedad civil cubana y la manera como ello castra la acción social de lo que el activismo LGTB es un ejemplo. ID puede ser feliz regodeándose con la idea de que los magros avances obtenidos –congas gais incluidas- son un resultado del activismo independiente del que se siente parte. Me gustó, por presumida, esa afirmación de que sus demandas “son también las del CENESEX”. Pero no puede pedirnos que le creamos. Pues todos sabemos que lo que se ha obtenido en esa área está ligado a la presencia en ella de la hija del General/Presidente, quien ha optado por la plataforma LGTB para hacer su carrera pública. Y si comparamos su quehacer con el que hacen primos y hermanos, hay que llegar a la conclusión que Mariela no es, ni de lejos, lo peor de la familia.

ID recurre a la parábola bíblica de la paja en el ojo ajeno –un pertinaz trastorno de identidad insularista- al comparar la situación propia con los que están peores para constatar que las cosas no andan tan mal. Y de paso una buena excusa para no mirar a los avances que han tenido las organizaciones LGTBs en todo el continente al llevar a la arena pública no solo los temas que les afectan, sino también la visión que portan del mundo. Cuba es en este sentido una sociedad severamente atrasada, incluso en el Caribe, a pesar de que aquí se encuentran los ejemplos calamitosos a los que ID recurre en su comparación desigual.

Permítanme un ejemplo. Como todos saben, pasé tres agradables lustros de vida en República Dominicana. Llegué allí por razones políticas y he podido seguir de cerca la evolución de los movimientos sociales en el país, en algunos de los cuales he participado modestamente. En particular el movimiento LGTB se bate en condiciones muy difíciles. La constitución prohíbe el matrimonio igualitario y la jerarquía católica se ocupa de recordarlo cada día. Pero se baten.

Hace unos días, una coalición LGTB organizó la marcha del orgullo gay por un tramo del precioso malecón de Santo Domingo (http://www.7dias.com.do/editorial/2014/07/14/i168081_sociedad-dominicana-mueve.html#.U8ctlk1OUcA). Nombraron a una serie de figuras públicas –activistas, políticos, intelectuales, artistas- como promotores que encabezaron el desfile. Al mismo tiempo la marcha fue apoyada por organizaciones que lidian con temas diferentes –medioambiente, derechos humanos, partidos políticos progresistas, iglesias, etc- lo que la convirtió en una acción masiva de consignas y agendas diversas pero convergentes en la idea de que la democracia y la justicia se construyen para todos y todas o para nadie.

Es a esto a lo que me refiero. La sociedad civil cubana se construirá desde movimientos particulares, algunos de los cuales –el caso de los LGTBs, los afrodescendientes, las mujeres, etc- constituyen expresiones identitarias histórico/posicionales. No puede ser de otra manera. Pero ningún derecho particular está a salvo si no se inscriben en un marco normativo y proceditivo que consagra los derechos como inalienables, innatos, núcleos duros de los órdenes constitucionales. Si estos derechos no se conciben como constituyentes de ciudadanías que no se atienen –como ha sido hasta hoy en Cuba- a lealtades políticas.

No habrá derechos LGTBs, si no hay derechos para todos y todas. No es posible construir un resguardo de derechos particulares mientras que 14 y medio no pueda ser publicado, que Cuesta Morúa no pueda viajar al extranjero, o que los activistas de UNPACU sean encarcelados y golpeados. Tampoco podrá la nación cubana avanzar un palmo si esa parte de la nación que hoy vive fuera del territorio nacional sigue despojada de sus derechos ciudadanos.

La segunda cuestión se refiere a lo que importa más cuando se habla de un código laboral. Lo que realmente es grave en este Código de Trabajo es que prohíbe la sindicalización independiente, no consagra el derecho a la huelga, reduce los derechos sociales de los trabajadores y no reconoce el derecho de los trabajadores a conservar una posición laboral no importa cuales fuesen sus opiniones políticas. Se trata de otro paso de la élite política cubana en su proceso de restauración capitalista autoritaria, para lo cual necesitan una masa de trabajadores desposeídos y dominados.

Finalmente, algunos amigos me han alertado sobre la desproporcionada agresividad de la respuesta de ID. Si así fuera, no tiene importancia. Con seguridad eso es parte de la impetuosidad de un activista social que trata de hacer mejor al mundo en que vivimos. Y en eso, Isbel Díaz merece todo nuestro respeto y apoyo. Digamos que la agresividad fue un swing a una pelota de trapo.

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