Gusanos de seda y revolucionarios a cuerda

Martín Guevara

Mitín repudio. Ilustración: Yasser Castellanos

HAVANA TIMES — Recuerdo como bajo este mismo presidente y su gobierno íntegro sin otra modificación más que la que el implacable cronos ha impuesto a los ancianos, se trataba en la escuela a los hijos de los que tenían pedida la salida de Cuba a Estados Unidos, ni siquiera puedo imaginar el postraumático que a muchos les dejó aquello.

Había niños alegres, compañeros, amigos, que de un día para otro se volvían tristes y reservados, los maestros los trataban con el cuasi epíteto de “hijo de gusano”.

¿Alguien puede hoy defender eso? no me sirve que me digan que algunas cosas se hicieron mal en más de medio siglo, eso es apoyar el cien por ciento, se hizo mal la inmensa mayoría de las cosas, y con saña. No fueron errores como se los intenta disfrazar, eran crueldades, abusos de poder, mecanismos idénticos a los del fascismo.

A un niño que estudia los gusanos en Biología, llamarle “hijo de gusanos” cuando no directamente “gusano” a él mismo, revela bajeza compartida, colectiva y colectivista.

Salvando las diferencias por los hechos ulteriores, el mecanismo es el mismo que en la Alemania Nazi y los territorios ocupados. El pueblo alemán odiaba a los judíos y los denunciaba, ayudaron con decisión y entusiasmo a su exterminio. En Cuba el pueblo que hoy intenta olvidar su vergüenza ayudó desde el CDR, la UJC, el PCC; las asambleas de moral comunista, las milicias, etc., a la PNR, al MININT, al G2, a la Seguridad del Estado a hacer su trabajo sucio. Ayudó denunciando a vecinos, a amigos a familiares incluso, y, peor aún, ayudó dando la espalda a los apestados, a los estigmatizados con la simple marca de “querer emigrar” de religiosos o de “pájaros”.

A la luz de hoy parece que fuese irreal, pero nada de eso, era más real que el día y la noche, y lo hicieron los que hoy están en el gobierno.

Nunca olvidaré la mirada del testigo de Jehová en 5º grado en la escuela Orlando Pantoja en el Vedado, y como ese niño se fue convirtiendo en una bola de depresión que crecía por días. Él ya estaba bastante apartado porque no saluda la bandera, pero cuando se dijo que la familia se iba, fue demasiado.

Le hicieron la vida imposible los maestros, la directora, y, por supuesto, los compañeros. Sólo los guapos se atrevían a ser sus amigos, muchos de esos guapos luego fueron delincuentes, pero debo decir en su favor que en más de una ocasión en la vida ordinaria, cuando los conscientes y los bien planchados y educados los vi defecados encima de miedo ante hechos deplorables contra sus semejantes, a esos guapos los vi en defensa en este caso del testigo de Jehová. Y también en otros casos como los golpeados emigrantes del Mariel en 1980, sin importarles las consecuencias.

También recuerdo al niño-niña de la escuela Arturo Montori donde los seminternos teníamos el comedor, se causó una lesión muy grave en un intento de suicidio, porque encima de su condición que era muy evidente y ya parecía una niña, sus padres decidieron irse. Y entonces en la escuela y en el barrio le hicieron la vida imposible, decían que se iba por maricón porque la revolución era para hombres, le daban “yitis” y cocotazos por ganso.

Por esto me molesta particularmente que ahora la “hijísima” Mariela Castro, y no juzgo si por sensibilidad propia u orden del aparato, se adueñe del sufrimiento que le hicieron pasar a toda esa cantidad de gente durante tantos años, intentando y por el momento lográndolo, que todo quede en el olvido.

Así como a la postre su papá Raúl y su tío Guarapo se congraciaron con los grandes empresarios occidentales europeos, canadienses, orientales. Y con los papas y los dirigentes de toda religión para que el mundo olvide el sufrimiento que les ocasionaron a sus feligreses.

Por eso es muy importante recordar que la lucha por el regreso de la democracia a Cuba, de lo que puede y debe prescindir bajo todo punto de vista, es de cualquier discurso intolerante, totalitario, despótico.

Si algo debimos haber aprendido es que el único camino posible es el de la tolerancia, el de la concordia, de la inclusión, la competencia sana y abierta, la convivencia. El camino del desarrollo y la libertad de cada uno de los individuos que componen la sociedad, en todo su espectro.

 

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