Fraude en la telefonía, corrupción, partido único y democracia en Cuba

Vicente Morin Aguado

HAVANA TIMES — El pasado siete de diciembre Granma dio a conocer lo que puede llamarse Fraude telefónico a gran escala. Dos empresas extranjeras lograron conectar a varios cubanos, facilitando servicios de telefonía móvil y fija a los nacionales, cobrando en el mercado negro precios muy inferiores a los fijados por ETECSA, la empresa que en nuestro país monopoliza estas prestaciones.

Como se conoce, las telecomunicaciones hacia el exterior, operan en nuestro país con moneda convertible, lo que por principio, resulta muy costoso a los cubanos, pero además, las tarifas son altas comparadas con la media internacional.

El articulo del órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, firmado por Sheyla Delgado Guerra,concluye con una alusión especial, cuando uno de los acusados por la estafa, declaró que arrendaba su teléfono mientras no fuera usado para hacer contrarrevolución.

Sheyla califica de ingenuo al declarante y dice además que “tampoco pueden ignorarse los múltiples hechos que se han orquestado desde el extranjero para alimentar, en el interior del país, toda una campaña de subversión contra la Revolución.”

Estamos ante una conexión nada ingenua entre corrupción, partido único y democracia en Cuba.

¿Es fiel a la causa comunista alguien que realiza fraude contra su propio estado?

¿Tiene razón la periodista al calificar de “ingenua” a esta persona por sus declaraciones? ¿Cuál es el peligro real si se tratara de utilizar la conexión tramposa con el objetivo de expresar ideas contrarias al régimen imperante?

Comenzando por la última pregunta, de igual sirven los sistemas legales de comunicación con el extranjero para enviar información considerada por una buena parte de las autoridades cubanas como contrarrevolucionarias. El precio no cambia la esencia del problema.

Tratándose de la llamada ingenuidad, la respuesta es ambigua: de un lado, quien paga por el servicio, legal o ilegal, dirá lo que desee, según sus convicciones personales; de otra parte, el peligro real para la Revolución no está en lo que un ciudadano exprese a través del servicio telefónico.

La primera interrogante tiene respuesta evidente, que es obviada en el texto del citado artículo de Granma: La corrupción resulta el oculto, profundo y real peligro para las bases del sistema socialista imperante en Cuba. Representa que las personas implicadas en el fraude no creen en los valores comunistas, proclamados en los estatutos del Partido, el sistema educativo y cuántos instrumentos para la difusión de ideas controla el mencionado partido.

No puede culparse al Socialismo por la corrupción imperante, como tampoco al Capitalismo, son vicios que acompañan a la humanidad desde el surgimiento de los estados.

En cuanto a las democracias y los sistemas partidistas, la tendencia generalizada de la Democracia Representativa es hacia el bipartidismo predominante, en tanto los sistemas comunistas se fundaron con el concepto del partido único. Un detalle a considerar son las tradiciones de los países donde triunfaron las Revoluciones Socialistas.

En la antigua Rusia, partieron del absolutismo implantado durante centurias por la autocracia zarista. China, Vietnam y Corea del Norte, califican dentro de las monarquías orientales, igualmente despóticas y excesivamente centralizadas. Cuba en América Latina, es parte de la tradición heredada de España, donde imperaron los Reyes y después los Caudillos.

Un Partido o dos, según la experiencia histórica, no hacen la cuenta, si existe una voluntad democrática, reflejada en permitir y refrendar con carácter constitucional, sagrado por demás, el derecho a la libre expresión y organización, basado en las más amplias facilidades y el menor número posible de limitaciones.

Si las personas pueden organizarse desde la base, según profesión, intereses diversos, orígenes, actividad laboral y otras opciones, libres de un tutelaje partidario, los partidos, uno, dos o tres…serán depositarios de esas libertades, tendrán como líderes en su seno a las figuras destacadas de todo lo que en su conjunto suele llamarse Sociedad Civil y forjarán una auténtica unidad en la diversidad.

Creo así es válido combatir a los corruptos sin temor a la posibilidad de el uso dado por los ciudadanos a los teléfonos fijos, móviles, el Internet o hasta sus propias voces en las calles.

Vicente Morín Aguado  morfamily@correodecuba.cu

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