El sábado llevé a pasear a mi sobrino

Por Nike

Café Habana

HAVANA TIMES — El sábado llevé a pasear a mi sobrino por la Habana Vieja. Teníamos pensado visitar varios museos, pero todos estaban cerrados. Era la una de la tarde. Solo pudimos entrar al museo Vagón Mambí, la muchacha que nos sirvió de guía fue muy amable.

Después, buscando donde almorzar llegamos al Café Habana, ubicado en la esquina de las calles Mercaderes y Amargura. Fue abierto en los años 90, para que los cubanos de a pie pudiéramos comer y tomar buen café en moneda nacional.

Allí se reunía toda clase de gente, servía como punto de encuentro para los que iban a los conciertos de música clásica en la Basílica de San Francisco de Asís. Era también donde los trabajadores de la Habana Vieja tomaban su café después de almorzar: los vecinos eran clientes fijos. El cubano es cafetero por tradición.

Estuvo cerrado para su restauración. Esta era mi primera visita desde que reabrió. Quedó de lo más bonito, las butacas de hierro y madera se integran bien a la barra y a las mesas. Las lámparas también me gustaron mucho. Felicidades al diseñador ¡y que sorpresa la mía¡ No había nadie consumiendo ni tomando café. Mi insulto fue al mirar la carta. Todo era en CUC (el equivalente en USD).

Terminamos en un parque.

Para que se tenga una idea de lo que hablo, estos son algunos precios que recuerdo: El huevo frito con papas fritas costaba 8 pesos en moneda nacional (CUP), las cremas 3.50 pesos  y el café, que como dije era muy bueno, 90 centavos CUP la taza. Ahora, por solo hablar del café la taza cuesta 75 centavos en CUC, que llevados a moneda nacional son 18 pesos. Me dio mucha pena con mi sobrinito.

Esas son las cosas que no me gustan que pasen en mi país. ¿Es que los cubanos no tenemos derecho a sentarnos a una mesa en un lugar agradable a comer o tomar un buen café a un precio de acuerdo con nuestro salario?

Terminamos sentados en un parque de La Habana, comiendo pizzas de una cafetería particular.

Como mi sobrinito se quedó con las ganas de comer huevito frito, al día siguiente me fui al agro de mi pueblo y como había harina de maíz criolla compré dos libras  y con tan buena suerte que pasé por una casa en la que estaban vendiendo la fruta del árbol del pan, la cual es muy curiosa.

Los campesinos de Cuba siempre tienen un árbol en casa y cuando van a permutar o comprar una casa, mucho mejor si tiene un árbol del pan, porque este le da de comer a la familia y a los animales.  Ahí les van las fotos del almuerzo tan rico que le preparé a mi sobrinito. Quedó muy contento.

El almuerzo de mi sobrinito.

Les explico cómo preparé la fruta del árbol del pan,  en este caso la hice frita, pero también se come hervida.

Se pela y se pica en trozos cuadrados, se fríe una primera vez, poco tiempo, se sacan y se aplastan como si fueran plátanos, y se vuelve a freír.

La harina se cocina en candela baja, revolviéndola siempre, más o menos de 15 a 20 minuticos. Al final se le agrega un puntico de sal.

Cuando todo está listo se fríe el huevo con un poquito de puré de tomate. Un almuerzo de domingo, ¿les apetece?

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