El “cafecito de Cuba” no es para los cubanos

Osmel Ramírez Álvarez

HAVANA TIMES — Hoy me levanté bien temprano en la mañana y me detuve en frente de mi casa. Pude ver entre otros transeúntes a muchos de mis vecinos con un potecito en la mano, en vías de comprar una “colaíta” de café. Es la dosis mínima que se usa para preparar la adictiva bebida.

Por aquí muchas amas de casa sobreviven diariamente con ese pequeño negocio. “No da mucho, pero al menos me sale el mío gratis y me queda un menudito para las boberías que hay que comprar: ajo cebolla, comino”, me dijo hace unos días María, una señora muy afable que lleva años prestando ese servicio.

Volví a entrar al llamado de mi esposa. Me esperaba una taza de café recién colado. Mi compañera hace magia con el mezclado de la cuota, porque les juro que le queda bueno. Lo hierve y le saca el sumo, observando con cuidado las proporciones adecuadas de agua u azúcar. Yo he intentado hacerlo igual y no lo consigo, me sale una aguadija imposible de disfrutar. Cuando es “del bueno” sí que acierto.

En cafetera se cuela mejor, pero la que tenemos es demasiado pequeña para el desayuno: solo dos tazas. Quiero comprar una más grande, pero son carísimas, las de cuatro tazas andan por los 200 pesos. Siempre hay una necesidad imperiosa delante (zapatos para los niños, comida, cosas del aseo) y lo pospongo. La bolsita tradicional sigue sacando la cara y la destreza de mi esposa mengua el sinsabor.

Pero la mezcla es tan grande que uno no sabe ni lo que está tomando. Se dice que es chícharo, pero la verdad es que tampoco sabe a chícharo tostado. Lo que le echan debe ser algún tipo de semilla amarga que a diferencia del café y el chícharo tiene la peculiaridad de tupir la bolsa.

Venta de café. Foto: Juan Suárez

Las vendedoras de “colaítas” también lo combinan a una proporción abismal: dos libras de chícharo y una de café; ¡y sin embargo sabe a café y se puede disfrutar cierto aroma! Entonces el de la bodega nos plantea dos interrogantes: ¿qué proporción tiene? Y ¿con qué lo mezclan? Al pueblo nadie le explica nada ni los paquetes tienen rotulada la composición de su contenido. ¡Imagínense tamaño desparpajo e irrespeto al consumidor!

Un especialista en drogas que a menudo Taladrid invita a su programa de televisión llegó a decir que los cubanos somos privilegiados, porque nos mezclan el café con chícharo. Según él así es menos perjudicial para la salud. Tal vez sea cierto, pero el pueblo no lo cree, porque luce demasiado oportuno para justificar la exportación.

La gente está maniatada, pero no es boba. Nuestro pueblo no será tan culto como dice Fidel, pero sí ha estudiado y saca su cuenta. Los barcos pesqueros cubanos pescan en alta mar buenos peces y los venden en puertos extranjeros; luego con menos de la mitad del dinero compran más tonelaje de pescado “menos bueno” (lleno de espinas) y lo traen para Cuba, para repartirlo al pueblo por la mísera cuota. Últimamente ni eso, ya que descubrieron que si compraban pollo ahorraban más y por eso venden pollo por pescado. Hacen semejante maniobra mercantil y por otro lado hablan de dieta sana y balanceada: parece un chantaje.

Tenemos un mercado anómalo. Se produce y se pesca camarón, langosta, pargos y muchas más productos del mar, pero todos se exportan (lo que no, se usa en el turismo extranjero) sin que cubrir la demanda nacional, del pueblo, sea una meta; se produce café para exportar mientras tomamos chícharo o quién sabe qué cosa rara; por tiempos prolongados el cigarro y el tabaco torcido escasean, mientras salen barcos llenos del cotizado producto rumbo a todos los continentes. ¡Es increíble! -Seguro que no pasa en otro lugar del mundo ¿verdad?

Ahora recibimos la noticia de que se va a comercializar un contenedor de café cubano en los EUA con el nombre singular de “cafecito de cuba”. Lo leí en Havana Times, porque ni por Telesur ni por los medios cubanos se asoma esa noticia. ¡En hora buena! Alegres porque los estadounidenses podrán disfrutar finalmente del aroma de un buen café cubano. Pero ¿Cuándo los cubanos podremos disfrutar de semejante privilegio? ¿Hasta cuándo tendremos que tomar chícharo o semillas amargas tostadas y salpicadas con café como sacrificio en función de la exportación?

El café mezclado que pueden tomar los cubanos.

Aquí en mi barrio había una viejecita que tenía vicios de bolita (un tipo de lotería), café y tabaco. Como el dinero no le alcanzaba vendía su propia comida, es decir, los productos de la libreta. Los parientes al auxiliarla le reclamaban y preguntaban por qué hacía una cosa tan irresponsable y decía: “cada cual vende lo que puede, como yo no tengo otra cosa vendo eso”.

El gobierno cubano es como esa viejecita viciosa, porque vende al mundo no aquello que produce en exceso de la demanda de su mercado interno, sino que le echa mano a lo que nosotros deberíamos consumir primero que nadie y lo convierte en dólares. Pienso que no lo hacen por vicios comunes: son “vicios de altura”. La manía de querer que el socialismo radical funcione, con tanta planificación, sin salarios reales decorosos, sin incentivo y sin democracia, se ha vuelto una locura y un vicio. Creer que solo ellos pueden gobernar y saber lo que Cuba necesita, sin consultar a nadie, también es un vicio y de los peores.

Nada, que al escuchar la noticia no sabemos si ponernos contentos o echarnos a llorar. ¡Qué rico debe de ser ese cafecito de cuba! -Lástima que no esté al alcance de los cubanos de Cuba.

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