Luis Miguel del Bahia
La nacionalidad implica derecho de residencia, salvo en Cuba. Tal parece por lo que le sucedió a una amiga.
Viajó al extranjero a hacer un doctorado, decidió quedarse, y, automáticamente no sólo fue inhabilitada como profesora, sino que le fue negada la solicitud de entrada al país.
El cónsul le dijo que no estaba autorizada a venir, sin más explicación; ni cuánto tiempo; ni bajo qué cargos. Sólo un NO, silencio y lágrimas.
Por qué no la dejan entrar para darle un juicio justo bajo los cargos correspondientes. Quién decide arbitrariamente a qué personas exiliar.
Piden la extradición de Posada Carriles pero a ella ni siquiera la dejan responder voluntariamente ante la justicia. Todos los cubanos son iguales ante la ley -también se dice-.
Suena muy raro tachar a una profesora universitario de desertor como soldado en la guerra. La batalla será de ideas pero los crímenes se pagan con más que pensamiento.
Tiene una niña y la separación las está matando. Quizá le quede un último recurso: la repatriación.
Si la lógica subyacente es que Cuba pagó sus estudios, con sanciones económicas bastaría. Pero los gobernantes piensan diferente: los desertores, tras la línea enemiga.
Sin patria, pero sin amo –tal vez responda ella-.
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