Cuba después de la visita de Obama

Osmel Ramírez Alvarez

Barack y MIchelle Obama despiden de Cuba. Foto: Juan Pablo Carreras/ACN

HAVANA TIMES — Impactó mucho en nuestro pueblo las palabras del presidente Obama. Fue un acto sumo de desmitificación. Décadas viendo a los presidentes estadounidenses solo detrás de noticias malas y, de pronto, tener uno en carne y hueso aquí en Cuba, diciendo que es nuestro amigo. Es un acontecimiento inolvidable.

Todo perfecto, pero lo más sensacional fue su discurso frente a los empresarios y cuentapropistas. Emula con sus ya clásicas oratorias. Cada frase, cada idea, cada gesto, fue el correcto. El mensaje, claro y estimulante.

En mi casa, como en casi todas, lo seguimos con atención y mi familia en materia política es un poco heterogénea, pero no tanto. Mi padre y mi tía son comunistas radicales y el resto oscila entre socialistas moderados y revolucionarios críticos. Casi no dejaban escuchar a Obama por los comentarios de aprobación a sus palabras tan precisas y preclaras.

Apenas terminó se hizo un salto al estudio de la televisión cubana preparado para seguir los acontecimientos con dos moderadores. Estaban a la espera, además, para este discurso algunos especialistas para comentar sobre sus palabras. ¡Fue increíble! Todo lo que dijo Obama y parecía tan acertado, era para ellos al revés.

Utilizaron todo tipo de argumentos manipuladores para desacreditarlo. Se destacó mucho en eso una talentosa y joven periodista, Cristina Escobar, que pone todo su empeño en consolidarse como la punta de lanza del periodismo comprometido con el sistema. Por supuesto que esa técnica funciona y está probada por décadas. Mucha gente quedó confundida y ha sido tanta la repetición que convencen a no pocos.

El presidente Obama habló al pueblo de Cuba en la mañana del 22 de marzo desde el Gran Teatro de La Habana.

El discurso fue tildado de injerencista, solo por opinar que la democracia es el camino para resolver los problemas, sean cuales sean, en cualquier sociedad.

A pesar de sus explicaciones, de reconocer los logros de Cuba y los errores de los EUA; de poner su propio ejemplo; de proponer a los cubanos tomar incluso otras ideas, no las de su país, debido a la desconfianza que aún persiste; a pesar de todo lo tildaron de injerencista y de tener doble racero.

Mi propia familia en pocos minutos modificaba su parecer. Mi padre se puso a la defensiva y recordó los consejos del Che, de que “al imperialismo, ni un tantico así”. No se puede desprender de esas reacciones, es algo para lo que fue entrenado. Mi tía lo secundó. Mi madre seguía elogiando a Obama, pero ya veía que tal vez se había pasado un poquito. Mis hermanas y yo continuábamos renuentes a dejarnos influir por los lavadores de cerebros.

Después de ese día, la tónica ha sido la misma en los medios cubanos. Los periodistas de más ética solo hablan de lo positivo, sin negar a los que llevan la batalla de desinformación y manipulación. Es el poder mediático en acción y todos sabemos que tiene una fuerza poderosa.

De todos modos Obama caló en la gente. No todos se dejan confundir. Ayer monté en un coche y el tema de la visita de Obama salió enseguida. El cochero comentó: “que mal me está cayendo esa periodista rubita, ha hecho talco todo lo que dijo Obama. El flaquito que habla de los precios y los mercados me cae bien, pero esa otra es una arrastrada”.

Otro pasajero, que lucía ser un cuentapropista exitoso, comentó: “el negro habló bien, pero a esta gente no los convence nadie, llevan 50 años pegados de la teta y tienen miedo de perderla”.

Una muchacha joven, que conozco de vista, porque antes era enfermera y ahora vende carne de cerdo, dijo: “el bloqueo que a nosotros nos molesta es el de aquí adentro, ese otro le molesta a ellos en sus negocios. A mí el que me frena y me tiene jodía es el mismo estado”.

Un señor un poco vulgar también comentó: “el que se veía asustado era Díaz Canel. No habló ni media palabra con Obama, porque si se da lo que propone, se le jode el cargo que esta gente le quiere dejar. Ese tipo no hizo na que sirva aquí en esta provincia, qué va a hacer en el país completo”.

Escuché analíticamente todos aquellos comentarios. Sonreí para mis adentros con satisfacción. Mi pueblo está despertando, ya no es fácil engañar a toda la gente.

Obama reunió el lunes 21 de marzo en el Palacio de la Revolución con Raúl Castro. Foto: Ismael Francisco/cubadebate.

Me vino a la mente esa frase célebre de un político estadounidense que Fidel mencionaba mucho, creo que de Lincoln. No estoy seguro ahora ni tengo forma de verificarlo. Me perdonan. Habla de que se puede engañar al pueblo por un tiempo, y a una parte del pueblo por mucho tiempo, pero no a todo el mundo todo el tiempo. No es literal, es la idea y creo que se ajusta a lo que nos pasa aquí en Cuba.

Está por verse la repercusión exacta de esta visita de Obama. Sin embargo, no cabe duda de que dará gran impulso no solo a la política de acercamiento dentro de su país, sino también a la del cambio en Cuba.

Puso sobre la mesa temas que aquí son tabú. Abrió el diálogo en las calles. Colocó al sistema a la riposta. Y ayudó a que las voces discordantes y alternativas fueran y sean más escuchadas.

El legado es positivo. Se rompió el miedo y se acabó el misterio. Un presidente estadounidense ya nos visitó, habló con nuestro pueblo de tú a tú y dice ser nuestro amigo. Se preludian tiempos mejores.

Foto de portada: John Shaw

 

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