Centroamérica: otro capítulo de la crisis migratoria cubana

Osmel Ramírez Álvarez

A cambiar la política de entrada libre a Ecuador, muchos cubanos corrieron para asegurar sus visas y pasajes. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Hace alrededor de un año era un rumor y después fue un hecho, que por Ecuador se podía viajar con facilidad para llegar a los Estados Unidos.

Los cubanos sentimos temor de enfrentar los gastos de pasaportes y demás trámites de viaje. Nos parece mentira que podamos salir, y tenemos miedo de invertir y a última hora recibir una negativa. Es que nos cuesta la vida reunir el dinero y para ello hay que vender casa, muebles, ropa, es decir ¡todo! Por eso un viaje casi siempre significa algo definitivo, equivale a emigrar.

Sin embargo, el temor desaparece cuando se abre una pequeña brecha y muchos quieren aprovecharla. Es lo que sucedió con las facilidades brindadas por Ecuador como parte de su política de libre circulación. No obstante, la crisis en Costa Rica lo ha obstaculizado por el momento y desde el 1ro de diciembre exigen el visado. Más de ocho mil cubanos están trabados en suelo tico y otro grupo en Panamá, sin contar los que ya están en Ecuador listos para pasar fronteras.

El exodo desde el puerto de Camarioca en 1965.

Pero no es un fenómeno nuevo: así pasó cuando se abrió el puerto de Camarioca en 1965 y se fueron 30 mil personas en solo un mes; luego por el Mariel en 1980, 125 mil personas en seis meses; y más tarde en 1994 otro gran flujo indeterminado llegó a los EUA cuando la crisis de los balseros: solo en la Base naval de Guantánamo se refugiaron 32 mil personas.

Sin hablar del medio millón de cubanos que se anotaron en un sorteo en los años 90 y la mayoría ha emigrado legalmente por el programa de 20 mil visas al año o de los más de 260 mil que se fueron en los llamados “vuelos de la libertad” entre 1965 y 1973 o de los cientos de miles que se han ido en lanchas y botes en estas cinco décadas, especialmente en las últimas dos o de los miles de desertores del Deporte, la Cultura y la Salud. La lista es extensa.

Cuba parece un globo inflado y nosotros somos una especie aire comprimido, prestos a salir a chorro si se abre cualquier orificio. Es triste decirlo y reconocerlo, pero es la más cruda realidad. La Revolución, a pesar de sus nobles propósitos, a pesar de sus muy conocidos logros sociales, tiene también consecuencias negativas y esta, el ser un país en diáspora, es una de las peores.

Un porcentaje muy alto de la juventud cubana desean emigrar por no ver un futuro en su país.  Foto: Caridad

Y no es para nada injusto atribuir a la etapa de la Revolución este fenómeno que tiene alcance mundial, porque nuestro país antes de 1959 era receptor de inmigrantes de todos los continentes. Un cubano tenía un hijo en el extranjero y corría al consulado a inscribirlo como cubano, por orgullo patriótico. Los hijos de inmigrantes eran cubanos de pura cepa y hasta los extranjeros en Cuba querían ser cubanos. Ahora blancos y mulatos andan buscando ancestros gallegos para hacerse ciudadanos españoles; si una cubana tiene un hijo aquí con un extranjero exige la ciudadanía del otro país y todo el mundo sueña con emigrar. Estamos en la otra cara de la moneda.

Todos los días nos enteramos de gente que se fue: el médico, el vecino, el carnicero, el hijo de tu amigo, y así, principalmente jóvenes. Vas a una escuela y 99 por ciento de los adolescentes sueña con emigrar o casarse con un extranjero. Así está el panorama. Nadie le ve futuro a esto y si lo tiene es tan lento que no pueden esperar más.

No es odio a la Revolución, es desencanto. Muchos fracasos económicos, mala guía, mal sistema, demasiadas trabas para todo, demasiadas prohibiciones que persisten y poquísimo, casi nulo, poder del pueblo para influir en mejorarlas. Dependemos 99.9 por ciento de un grupito exclusivo que ganaron su derecho a gobernar hace 56 años en una guerra y tienen todo el poder soberano en sus manos, atado con leyes y avalado por el reconocimiento internacional. Ante tal escenario, si un pueblo se ve forzado a emigrar, debe ser ayudado.

El gobierno de Daniel Ortega movilizó tropas de su ejerecito para bloquear a los cubanos.

Nicaragua es un país querido en Cuba, especialmente por los menos jóvenes que conocemos su historia atada a la nuestra. Pero nuestro pueblo, que por falta de horizonte se lanza a todo riesgo en busca de una vida mejor, ve en la Ley de Ajuste cubano una vía de escape y en el bloqueo nicaragüense de la frontera, una barrera. No importan los argumentos ni las intenciones: EUA queda para los cubanos migrantes como amigo y Nicaragua como enemigo.

La solución buscada por los países del SICA de saltar a otros territorios allende a Nicaragua es loable, pero solo prueba el compromiso del Gobierno nica con el nuestro, no con los cubanos. En este punto creo que Nicaragua debe reflexionar. Claro que duele ver como nuestro país pierde el segmento más valioso de su población, pero no hay futuro visible en Cuba, ni forma de contribuir a forjarlo, entonces debemos respetar el derecho de nuestra gente a conseguirlo fuera.

Muchos en el extranjero podrán tener fe en la actualización del modelo económico cubano, pero creo que este éxodo masivo es prueba elocuente de que nosotros no la tenemos. Ecuador y Centroamérica tan solo son un orificio más en el globo cubano y el freno nica, un débil parche, porque “el aire está comprimido” y saldrá inevitablemente. Si no es por allí, será por otro sitio: la suerte está echada.

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