Carta abierta de un socialista democrático a Miguel Díaz Canel

sobre la necesidad de cambios en Cuba

Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES – A continuación publicamos íntegro la carta abierta de Osmel Ramírez Alvarez a Miguel Díaz Canel, presidente de Cuba, con fecha del 28 de junio de 2022.

Ante todo: ¡Saludos!

Me dirijo a usted como máxima autoridad que gobierna mi país, sin embargo, como demócrata y como socialista debo acotar que no concuerdo con la forma en que se eligen los cargos públicos.

Aclarado este punto, voy directo a lo que motiva esta misiva:

Todo se resume a una solo pregunta: ¿hasta cuándo ustedes, los que dirigen este país, van a seguir experimentando con este sistema que NO NOS FUNCIONA y van a insistir con la CONTINUIDAD, si lo único que consiguen por ese camino es más penuria, migración, división entre cubanos y hasta represión policial y judicial para mantenernos obedientes?

La vida que llevamos los cubanos en Cuba no es vida y no hay tarea más importante hoy en nuestro país que impulsar un cambio positivo que nos saque de la crisis y devuelva a nuestro pueblo la esperanza de una vida mejor. No hacerlo es absurdo y cruel, y es doloroso todo el que puede escapar de Cuba lo hace.

Pero, a pesar del desencanto y la desesperación, algunos nos hemos resistido a emigrar, apegados sentimentalmente a esta tierra, a la familia y en mi caso particular apegado la fe casi ciega de que ‘una Cuba mejor es posible’.

Hace 11 años, cuando los Lineamientos eran para muchos cubanos, ansiosos por aferrarse a algo, la esperanza de un cambio sincero, y mucha gente se soltó a opinar y dar ideas creyendo que la revolución estaba dispuesta a ‘cambiar todo lo que debe ser cambiado’, me atreví a hacer una propuesta de socialismo democrático con libertad económica y derechos humanos plenos. Y la entregué en el PCC provincial de Holguín.

Aparte de que la primera reacción fue hacerme un expediente de contrarrevolucionario y de asignarme un oficial de la Seguridad del Estado, que todavía es ‘el que me atiende; (y de un historial de represión y vejaciones que no es mi objetivo contar aquí), al cabo de un año, ¡hace 10 años!, recibí una respuesta del PCC.

Fue una entrevista con cuadros del PCC provincial. Allí debatimos sobre mi propuesta y como no conseguían argumentos para rebatir mis ideas, ni para demostrar que las oficialistas ya implementadas fueran superiores, entonces ‘el ideológico del PCC provincial’ me dijo más o menos así:

“No tengo dudas de que eres socialista y por eso estamos aquí reunidos contigo, pero la revolución y el partido tiene su propio plan, creemos que es el mejor plan y que va a funcionar, y por ahora este tipo de propuestas no se están manejando. Tal vez dentro de diez años estas ideas tuyas tengan espacio pero ahora no”.

Entendí que no estaban dispuestos a escuchar propuestas de nadie, que no hay retroalimentación, ni importa cuál idea es la mejor. Me quedó claro. Luego, en más de una ocasión, algún que otro oficial del Minint o específicamente de la Seguridad del Estado, mientras interactuaban conmigo para ‘convencerme’ de cuán peligroso es pensar y escribir sobre el cambio que Cuba necesita, me dijeron “¿quién eres tú para estar diciendo lo que hay que hacer en Cuba?, para eso ya hay gente, lo tuyo es lo que estudiaste, dedícate a eso”. Pero soy obstinado y es algo ineludible para mí tratar de ser útil a mi país. Y para colmo soy martiano.

Han pasado los diez años vaticinados por el mencionado cuadro del PCC, aunque sé que lo dijo para salir del paso, y el plan del que habló, ‘que era el que había que seguir’, lejos de sacar al país adelante lo ha hundido más. Aunque es difícil reconocer los errores, es un primer paso ineludible para poder tener éxito. Y la continuidad es lo contrario.

Hemos llegado a un punto crítico en que la calamidad de los apagones, el desabastecimiento, la falta de medicinas y hasta de un guante en un hospital, de lápices y libros en las escuelas y de transporte o zapatos, todas esas desgracias y más, son poca cosa delante de la pérdida de la esperanza y la impotencia de, como pueblo, no poder contar con una sola herramienta de soberanía y de democracia real para ser agentes del cambio que Cuba necesita. Y para preservar esa continuidad, protestar o criticar, lo han convertido en delitos punibles con duras penas.

Bajo tales circunstancias, expresión de nuestra realidad nacional, todo el poder para IMPULSAR EL CAMBIO está en manos de ustedes. Es por eso que diez años después les vuelvo a presentar mi propuesta de cambio hacia un socialismo democrático con libertad económica y derechos humanos plenos.

Espero ahora sea mejor estudiado y ojalá logre abrir canales de entendimiento acerca de la necesidad de hacer algo diferente a lo que siempre ha fallado. El país necesita un cambiar con urgencia y no aguantamos ni un experimento más que se base en la continuidad. Sería apropiado hacer un plebiscito preguntando al pueblo si quiere el cambio o la continuidad, para avalar el proceso de reformas.

El embargo/bloqueo no puedo dejar de mencionarlo, porque si no lo hago me acusarán de apoyarlo y la verdad, no apoyo ningún tipo de bloqueo, pero solo combatiré el bloqueo externo cuando logremos eliminar el interno, que es la causa principal de nuestros problemas y depende 100% de los cubanos.  Además, con toda seguridad me atrevo a afirmar que el embargo/bloqueo se desplomaría si abandonamos esta guerra estéril entre cubanos.

Debo señalarle que sería una pésima idea intentar la implementación del modelo económico chino-vietnamita en Cuba, (una apertura a la economía de mercado evitando el laissez faire), sin que vaya acompañada de una reforma política. Sería un gran disparate, que lejos de resolver los problemas y conflictos entre cubanos, los ahondará aún más.

Cualquier reforma seria tiene que ser ajustada a nuestra realidad y ella demanda con urgencia la reconciliación nacional y un nuevo pacto social inclusivo, lo que conlleva una reforma política.

No busco protagonismo ni participación, ni siquiera crédito. Pongan a Cuba por delante y ganaremos todos. Lo que importa es que Cuba cambie positivamente y en paz, y que salgamos adelante con todo nuestro potencial. Hay gente valiosa y talento de sobra entre los cubanos para buscar y encontrar el mejor camino para todos.

El presidente de México Andrés Manuel López Obrador, en su reciente visita a la Habana, dijo tener “la esperanza de que la revolución renazca en la revolución, de que la revolución sea capaz de renovarse”, y confieso que sus palabras también motivaron esta carta y a la decisión de presentarles de nuevo mi propuesta de cambio.

La reforma socialista democrática que propongo puede interpretarse de esa manera por los revolucionarios y socialistas, y como la consecución de un modelo de político democrático con libertad económica y derechos humanos plenos: no hay contradicción.

AMLO fue respetuoso y para lucir más cortés dijo seguidamente que creía que “se estaban haciendo las cosas con ese propósito”, pero evidentemente no se aconseja a alguien a hacer algo que ya está haciendo. En ese mismo sentido, el propio Fidel Castro dijo que ‘nadie sabía cómo se construía el socialismo’, y tenía razón, porque es una teoría social en construcción. Entonces, ¿por qué atarse a un solo modelo, caprichosamente, a sabiendas de que no funciona?

Reflexione pues usted, y ustedes, desde el gobierno y desde el PCC, y hagan lo mejor para Cuba, no lo mejor para la continuidad del sistema. Lo que importa no es el sistema, es Cuba. También sería una locura no avanzar solo por contradecir a quien consideras un enemigo, sería sacarnos un ojo para ver al de al lado ciego.

Con la reforma que propongo no habría más presos políticos; manifestarse no sería una amenaza al sistema; todos los derechos humanos serían respetados; cada cual podría hacer el emprendimiento de su elección; no habría regulados ni prohibidos; ni actos de repudio ni escasez ni éxodos migratorios; y Cuba podría ser un ejemplo de democracia y libertad, dejar de ser cuestionada, al mismo tiempo que la salud, la educación y la seguridad social más que mantenerse podrían alcanzar un nivel de excelencia mucho mayor.

Nuestro pueblo es maduro y tiene mucho potencial para desarrollarse y cuidar como oro todo aquello que le sea bueno. Y si conservar la revolución y el papel del PCC como vanguardia de la revolución resulta ‘algo bueno’, lo conservará con uñas y dientes. Depende del PCC, no de sus detractores, jugar el rol que le se le asignaría el nuevo pacto social socialista democrático, en la propuesta de reforma, de similar importancia al que tiene ahora pero más acorde a lo que necesitamos, como garante del equilibrio social y la democracia.

Mi propuesta no destruye la revolución ni el socialismo, al contrario, la fortalece sobre la idea original, y a la vez abre paso a la democracia política, la libertad económica y los derechos humanos plenos. Algo más que deseado, necesario y justo. Podemos armonizar todo esto que queremos y así construir una patria grande donde quepamos todos los cubanos, sin importar las diferencias. Como la soñó Martí: ‘con todos y para el bien de todos’.

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