Por Aurelio Pedroso
HAVANA TIMES – El creciente número de contagiados con el virus de la Covid-19 de los últimos días, donde se ha implantado la cifra récord de 217 el 24 de diciembre, nos hace pensar muy seriamente si se trata de la que la gente a echado a un lado las precauciones, ha subestimado el peligro o que irresponsablemente no cumplen con los protocolos y ordenanzas sanitarios.
Y cuidado no estemos con todos esos elementos juntos en diabólico cóctel, abrazados con tanta fuerza como ese de los parientes o amistades que regresan a la isla y expanden a diestra y siniestra la pandemia tal como los que reparten a las dos manos en la vía pública una tarjeta de reparación de colchones.
Asunto y problema extremadamente serio de cara al nuevo año que ya bastantes dificultades tenemos en el día a día, así como una colección de retos a superar que llegarán a modo de competencia de deportes extremos. Fuerza y valor, como consta que se decían entre sí los gladiadores de la antigua Roma.
Tarea urgente para nuestros psicólogos de multitudes, que nos expliquen desde ya qué está sucediendo que a simple vista son los de mayor edad los que más se están cuidando y saludan de lejos, mientras han comenzado en otras edades los apretones de manos, abrazos y hasta besos de ocasión.
¿Habrá mutado la Covid-19 en una suerte de aquellos cantos de sirena que enloquecían a los guerreros?
Por fortuna, las autoridades de Salud Pública acaban de emitir una disposición que mucho ayudará: a partir del uno de enero cada pasajero que arribe a Cuba deberá traer su certifico de negativo. Algo tarde, pero necesario.
Menos mal, y lo sostengo de muy buena fuente, que pronto tendremos la vacuna.
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