Australianos en Cuba, un viaje largo desde las Antípodas

Historias de turistas

Vicente Morin Aguado

HAVANA TIMES — Siempre he reconocido especialmente a los australianos que nos visitan, pues aunque vienen de un país altamente desarrollado, la mayoría de ellos, como en cualquier lugar del mundo, viven de sus salarios y no es fácil gastarse tan largo viaje, atravesando medio planeta, hasta alcanzar nuestra pequeña isla, justamente en sus antípodas.

De su país, Isla-continente, donde el nuestro cabe unas setenta veces, me ligan recuerdos desde la infancia, cuando en el cuarto-biblioteca, ojeaba detenidamente un gran mapa, sacado por mi padre de la Nacional Geographic Magazine, revista que él vendía mientras habilitaba los automóviles en una estación de la Shell, ubicada en Guanabo, casi al final de la atractiva cadena de Playas al Este de La Habana.

Cosas de muchacho, fijé en la mente un pequeño poblado al centro de la inmensidad australiana, llamado Alice Springs. Cuál sería mi sorpresa al conversar con un matrimonio, ya en la tercera edad, provenientes de esa localidad, hoy con unos escasos 25 mil habitantes y notables atracciones turísticas.

De contestador pasé a preguntón, interesándome por los aborígenes, el desierto, las minas de diamantes, los animales y demás exotismos tan divulgados por los medios de difusión; sin embargo, la sorpresa llegó para largo, cuando comenzaron ellos a preguntar y comprendí que Cuba era igualmente rara y singular en la mente de estas personas.

La diferencia, sin embargo, era que nuestra rareza no tenía especial vínculo con la naturaleza tropical, de la cual Australia forma parte, cruzada por el Trópico de Capricornio. El ciento por ciento de las dudas e interrogantes tenía origen en lo político-social: ¿Qué pasará cuando muera El Comandante? ¿Están bien con el Socialismo o prefieren el Capitalismo? ¿Vienen los norteamericanos de visita? ¿Por qué hay dos monedas? ¿Cuánto te pagan de salario? En fin, ¿Hacia dónde va Cuba?

Las respuestas, les dije, varían de persona a persona, aunque hay tendencias más o menos marcadas, pero lejos de la unanimidad. Una excepción, por supuesto, son las preguntas netamente informativas. Con los anteriores presupuestos hicimos una tarde en el parque de la Plaza de Armas, rodeados de libros de uso y rarezas de la imprenta, recolectadas por los hábiles vendedores cubanos, que cautivan a sus clientes extranjeros.

Los australianos, dada su edad avanzada y el clima, muy húmedo además de caluroso, poco caminaron, facilitándome el trabajo, sin embargo, la cortesía de una buena merienda chocó con la incongruencia de las ofertas.

No les interesaban los refrescos enlatados y tampoco bebían alcohol, por lo que fueron contrariados ante la escasez de los jugos naturales que esperaban disfrutar en la tan mencionada “Tropical Island” de la muy reputada “Lonely Planet.”

De tanto preguntar llegaron hasta “The cuban five”, asunto complejo cuando de la cultura inglesa se trata. Resultó una larga, tal vez no bien comprendida explicación, pues entendían el asunto de la subversión contra el comunismo, apoyado desde Miami, pero pensaban que, de cualquier manera, “Los Cinco” fueron capturados en la condición de espías en territorio extranjero, especialmente de un país técnicamente en guerra con el suyo.

Como era imposible eludir el tema, me vi obligado a contarles un tanto de la historia de Cuba y sus relaciones con los Estados Unidos, especialmente de la violación por parte de los exiliados de la ley norteamericana, en cuanto al uso de medios violentos, específicamente terroristas, para combatir el sistema del cual eran opositores.

Como visitantes al fin, comprendieron la peligrosidad de los atentados cometidos en varios centros turísticos del país.

Nos despedidos en buenos términos, cosa común cuando de la cultura inglesa se trata, enmarcada en una tradición liberal que le permitió a hombres como Carlos Marx o José Martí, vivir la mayor parte de su vida en Inglaterra o los Estados Unidos, a pesar de ser, en ambos casos, agudos críticos de la realidad socio-económica y política de esos países.

Mis amigos de la Isla-continente se fueron al interior, regresando días después. Los encontré sin previo aviso, junto a una parada del Bus turístico que diariamente recorre la ciudad, mientras yo esperaba en una larga cola, para entrar a una sala de Correos de Cuba, donde la mayoría de los cubanos chequean frecuentemente sus Correos Electrónicos.

A la primera consulta, lógica en el momento, respondí directamente: nosotros no accedemos completamente a Internet, solamente podemos intercambiar Emails, utilizando la página principal, sin la opción de enviar o descargar archivos y tampoco se nos permite navegar en la red. El pago es en moneda convertible, a razón de 1,50 la hora, cifra equivalente a $1.65 dólares de los Estados Unidos.

Contrariados por algo tan poco natural en el mundo moderno, quisieron despedirse con una broma para suavizar el malestar que esta conversación originaba: A propósito amigo, en Cienfuegos nos encontramos con unos baños públicos que estaban clausurados, ¿Puedes explicarme esto?…

Felizmente el autobús asomó sus dos grandes parabrisas delanteros y yo me despedí rápidamente, alegando que podía perder mi turno después de tan larga espera. Ellos treparon hasta el segundo piso de la Guagua, como le decimos en Cuba a este tipo de transporte y disfrutando del aire libre, me dijeron adiós con las manos, en tanto varias cámaras fotográficas captaban el instante.
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Vicente Morín Aguado:  morfamily@coreodecuba.cu

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