Ante la propuesta de un ajuste de cuentas en Cuba

Vicente Morín Aguado

Vendedor de periodicos. Foto: Caridad

HAVANA TIMES — Hay quiénes claman en Cuba por un ajuste de cuentas, algo así como una vendetta, es decir, liquidar a la actual dirigencia histórica de la Revolución que debe pagar por sus errores y desaparecer del escenario político para siempre.

¿Se trata únicamente de cambiar de líderes? ¿Son positivos los ajustes de cuentas a la luz de la historia? Intento resumir la idea esencial de estos comentaristas:

Los actuales dirigentes de la Revolución son culpables de un país que vive una auténtica hecatombe, ellos deben pagar por esto y no es aceptable cuánto ahora hacen los gobernantes de Cuba, intentando el tránsito hacia un Socialismo viable en lo económico y mucho más democrático en lo político-social.

Primero debemos plantearnos si realmente vivimos una catástrofe, aún cuando reconozco el fracaso de la experiencia socialista conocida hasta hoy. En mi opinión, hay una marcada diferencia entre los extremos planteados. El modelo experimentado, copiado casi totalmente de los soviéticos, se mostró insuficiente respecto a los objetivos planteados, pero Cuba no es un desastre.

Volando cerca, aprecio una guerra civil en México, con decenas de miles de muertes, la mayoría inocentes, provocadas por el enfrentamiento entre la policía y el ejército constitucional, con los  narcotraficantes. Chicago y Al Capone les quedaron cortos. En Colombia felizmente se intenta poner fin a otra guerra civil. Haití trata de volver a la gobernabilidad y dar empleo a un setenta por ciento de su población laboral.

Cuba recibe cada año más turistas que el anterior, las opiniones de los visitantes son variadas pero alaban la tranquilidad, seguridad interna y se asombran ante las contradictorias imágenes de nuestras calles.

Hay edificios colapsando y chicos que piden dinero con un par de zapatillas Adidas en los pies. Las tiendas en divisas están llenas de gente a la vez que otros claman por leche para un niño que pasó de los siete años y perdió el derecho al producto racionado.

Calle de La Habana. Foto: Caridad

Hace poco un amigo suizo me acompañó hasta una escuela primaria en La Habana Vieja. Miró las computadoras, los jardines hechos por los propios alumnos, sus uniformes limpios y planchados, en los zapatos y las medias abundaban las marcas propias del capitalismo desarrollado e incluso se asombró al encontrar algunas barras y estrellas norteamericanas en los tobillos de un pequeño escolar.

Las calles de Cuba son mucho más tranquilas que en ciertos países que emiten miles de visitantes hacia el nuestro. Tenemos mucho por cambiar, reclamos muy propios, pero no vivimos un desastre. Estoy convencido que quiénes desean volver al capitalismo necesitan presentar nuestra realidad como si fuera una catástrofe.

Pasado el primer punto, me queda el reclamo de un ajuste de cuentas. La historia muestra su verdad y es sabio aprender de ella.  ¿Qué sería de Sudáfrica si Mandela hubiera alentando el ajuste de cuentas?

Razones sobradas tenía para argumentar este proceder, además, muchos de sus simpatizantes así lo querían. El gran mérito histórico del querido “Madiba” fue entender la necesidad de mirar hacia delante y construir un nuevo país con el esfuerzo de todos.

En sus duros años de injustificada cárcel, Mandela reflexionó sobre las enseñanzas de la historia universal. Los chinos podían pedirle cuentas a Mao por aquello de la “Guerra de los gorriones” u otras aventuras, consideradas estúpidas entre nosotros. Prefirieron llevar al líder de su extraordinaria revolución hasta un mausoleo y cambiar las cosas.

Lo que se hace hoy en el gigante asiático es totalmente opuesto a las doctrinas de Mao Zedong. La historia está juzgando al líder y sus principales seguidores, en tanto el pueblo chino avanza hacia un mundo mejor, no por ello exento de nuevas contradicciones, al abrazar completamente la economía de mercado.

El ajuste de cuentas le costó a los franceses un río de sangre en lo interior, desbordado hacia toda Europa por las huestes napoleónicas. Sólo después del fracaso del segundo Napoleón, cuando fundaron la llamada Tercera República, recuperaron los galos el sentido común y se encaminaron hasta convertirse en una de las naciones más avanzadas del planeta.

La idiosincrasia inglesa demostró su valer cuando, luego del necesario período dictatorial de Cromwell vino la “Revolución Gloriosa” y posteriormente las reformas liberales. Carlos Marx pudo vivir y estudiar relativamente tranquilo en Londres, donde está hoy enterrado en High Gate, considerado como una celebridad que miles de turistas van a conocer.

El turismo va en aumento en Cuba. Foto: Caridad

Ajustar cuentas es además, éticamente injustificable. La Revolución socialista cubana no es el accionar de algunos poderosos que usurparon el poder del estado, se trata de un movimiento masivo como pocos en el mundo, que involucró desde sus comienzos, activamente, a millones de personas.

¿Qué hay detrás del ajuste de cuentas? Se necesitará un gobierno provisional y un poder garante de la transición. ¿Quiénes pretenden controlar este proceso? Por el momento, en el Norte poderoso hay un funcionario nombrado por el Presidente, a instancias del Congreso, encargado de velar por la supuesta tarea a realizar, contando con un plan dirigido a estos fines.

Entre tanto, terminó el actual proceso electoral, con la participación absolutamente voluntaria, sin presiones, de más del 90 % de los electores. Limitado a partido único, no obstante cada cual pudo expresar en secreto, personalmente, su desacuerdo. Los escrutinios fuero abiertos ante cualquier persona deseosa de participar, al cierre de cada colegio electoral.

Los 612 diputados electos, se reunieron y eligieron, igualmente de forma secreta y directa, al Consejo de Estado, su presidente, sus cinco Vicepresidentes, incluyendo al primero entre  ellos, constitucionalmente, sucesor del Jefe de Estado.

Los hechos suelen ser testarudos.
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Vicente Morín Aguado. morfamily@correodecuba.cu

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