Ahora más que nunca necesitamos solidaridad

Osmel Ramírez Álvarez

En busca. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — El pasado 12 de diciembre fue firmado en Bruselas, finalmente, el esperado Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre la Unión Europea y Cuba. Tras 8 años de negociaciones y catapultado por el súbito deshielo de las relaciones de los EUA con la Isla, el acuerdo anula la Posición Común vigente por dos décadas, que representaba la alineación de Europa en gran medida con el bloqueo y sus leyes como principal mecanismo de presión al sistema político cubano para una apertura democrática.

Ya desde la presidencia protémpore de Francia en la UE se reactivó la carrera por el nuevo acercamiento, pero, sin duda, la decisión de Obama de cambiar completamente la estrategia con Cuba dejó a Europa sin sostén en su política, que a todas luces era subordinada a la línea dura de su socio estadounidense.

Llaman la atención algunas ideas manejadas tanto por la funcionaria europea Federica Mogherini como por nuestro flamante canciller Bruno Rodríguez.

Dijo la primera: “Creemos que Cuba está cambiando y queremos participar en esos cambios” –es completamente erróneo, Cuba (mejor decir el sistema cubano y sus líderes, que son los que deciden) aún no está cambiando, solo se están reacomodando para que ellos puedan sobrevivir como clase política y pretenden usar la capacidad del capital de generar riquezas para salvarse de la quiebra evidente de su modelo.

Aseguró, además, que este nuevo acercamiento producirá avances en materia de “democracia y derechos humanos”. Igualmente equivocado: nada indica que la clase política dominante en Cuba tenga el propósito de avanzar en materia de derechos humanos y democracia. Todo lo contrario, siempre dejan bien claro que “tienen una manera diferente” de ver estos temas y exigen respeto a sus modos como base del entendimiento.

Bruno, por su parte, citó a Fidel para defender las ideas de siempre e hizo énfasis en que “la paz es una premisa para el desarrollo” y que “para que haya paz debe haber respeto a la multipolaridad”, independientemente del régimen político-económico de cada país. Según sus propias palabras “es apremiante construir un mundo democrático y multipolar para salvar a la humanidad”. Parece que existe una relación mística entre la solución de las amenazas mundiales y el contubernio entre regímenes democráticos con dictaduras totalitarias. ¿Quién los entiende?

Esa prerrogativa del derecho internacional es un cimiento de su política exterior y tiene sus bases en la Revolución bolchevique; su necesidad de paz para sobrevivirlos obligó a promover “la coexistencia pacífica”, que en gran medida negaba al propio marxismo y su lucha sin fronteras contra la burguesía internacional.

Los nuevos bolcheviques antillanos, en su readaptación, quieren garantizar que al resto del mundo no le importen los derechos mancillados de millones de cubanos ni la pérdida de nuestra soberanía a manos del PCC ni que el 20% de los cubanos sean emigrantes huyendo del sistema, sea por la política o por la economía, que al final es la misma cosa. Quieren complicidad y son diestros en lograrla.

La sociedad civil alternativa en Cuba, que es la legítima si vamos a los conceptos, no ve con buenos ojos estos acuerdos.Igualmente siente recelo del acercamiento incondicional de Obama. Creemos que el camino es ese, no la línea totalmente rígida que tal vez los beneficia más al quedar como víctimas de la hegemonía de las potencias, pero ir de un extremo a otro no es bueno tampoco.

Una política inteligente con exigencias mínimas de respeto a los derechos de nuestro pueblo, sin necesidad de injerencia, sería vista como un acto de solidaridad con los cubanos que luchamos por una Cuba mejor. Ayudaría mucho en verdad a nuestra peligrosa y larga lucha por una salida democrática para este desdichado país que tanto le ha tocado sufrir.

¿Qué vemos con las actuales políticas hacia Cuba? A todas luces, aunque la UE y los EUA no han abandonado su solidaridad con la causa cubana por la democracia y los derechos humanos, están imperando los intereses de los grandes capitales que ven en la Isla un escenario fértil para invertir y obtener pingues ganancias. ¡Mezquino contubernio!, pero comprensible si nos atenemos solo a la lógica económica.

El capital empuja tras bambalinas a la alta política, amén del deseo de Obama de marcar la diferencia y dejar un legado, amén también de los 8 años de trabajos por un acuerdo con Europa (porque en verdad corrieron a terminarlo del mejor modo posible para no quedarse detrás en la carrera por aprovechar el reparto de Cuba al capital).

Bienvenida la paz; bienvenido el comercio sin restricciones; bienvenida Europa con sus buenas intenciones: espero que los pactos comerciales no nos dejen completamente solos en nuestra lucha por una Cuba mejor, próspera y democrática. Ahora más que nunca necesitamos solidaridad.

 

 

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