Por Verónica Vega
En horas en que el termómetro se dispara, los equipos electrónicos demandan aire acondicionado so riesgo de colapsar, y todo el que está forzado a esperar a la intemperie pero dispone de la mínima libertad de moverse se refugia en alguna islita de sombra.
Incluso los perros callejeros, por más famélicos que luzcan, incluso ¡por supuesto!, los conductores de esos sugestivos carruajes que intentan atraer a los turistas con su apariencia anacrónica.
Para sumergir al visitante en el ensueño de una Habana que ya no existe, para tridimensionar la tentadora postal que anuncian mapas y catálogos, son sacrificados estos animales que, imposibilitados de obedecer a su propio instinto, soportan su estatismo sobre el asfalto hirviente, las cabezas bajas, los ojos abatidos, moviendo si acaso con languidez las colas para espantar las moscas.
-¿Por qué tienen a los caballos expuestos a este sol? ¡Es un abuso…!
Para mi asombro, asintió con tristeza:
-Qué más quisiéramos que ponerlos a la sombra, pero no te dejan. Mira, el cochero de ése (y señaló a uno de los carruajes estacionados en el límite del Paseo del Prado, otra área azotada por el sol), se había puesto allí (esta vez señaló un tramo de sombra frente al Hotel Parque Central) y enseguida vino un policía y le puso una multa.
-Porque no lo permiten. Tienes que estar sólo en las áreas donde se permite estacionar.
-¡Pero hay que hacer algo! ¡Hay que escribir a alguna parte, hay que quejarse!
El buen hombre me miró con más cansancio que sorpresa. Hizo un gesto que significaba: “¿Escribir adónde, quejarse en dónde?”
La Habana que pretende ser un remedo del siglo XIX, no condena a humanos a bailar sin descanso, como en la terrible novela de Horace McCoy, sino a la inmovilidad y la hipertermia a animales cuyo trabajo (involuntario) es fuente de ingresos al país.
Pensé en esa película titulada “It ’s all about love” donde la gente cae en la calle de repente, como fulminada por el frío. O el desamor. ¿Y si cayesen así los caballos, uno a uno, víctimas de un desamor peor, esta horrible temperatura que nosotros apenas soportamos con nuestra libertad de movimiento y nuestra tecnología?
Junto a los edificios que se desploman sin previo aviso mutilando los sueños de familias enteras, también el espectáculo de estos caballos hace cualquier postal de la Habana, simplemente inverosímil.
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