En un reciente artículo “Algunos Retos de la Prensa Cubana”, escribí de lo útil que pudiera ser, que nuestra prensa se sintiera aliada de los muchos intelectuales revolucionarios que en Cuba escriben, con toda responsabilidad, aunque también con sentido crítico, acerca de múltiples asuntos de nuestra realidad.
Sabemos que no es fácil para una prensa habituada a escribir únicamente sobre lo que le permiten hacer, tomar de fuente el análisis crítico, que reflejan muchos de los artículos que circulan en la WEB. Les haría falta, no mucho de valentía, para defender esos artículos ante sus censores.
Pero bastaría que quedaran tranquilos con su conciencia revolucionaria al hacerlo. Nuestros periodistas son revolucionarios y bastaría con que se propusieran cumplir con su deber, que no es simplemente publicar lo que le autorizan.
No le pedimos que sean indisciplinados, haciendo caso omiso a la dirección del órgano de prensa en cuestión, sino simplemente que sean un poquito más ellos mismos. Que reclamen que ellos son la prensa y no la burocracia que los controla. Pues como bien dice Jorge Gómez Barata, “el problema no es de los periodistas sino estructural”.
Yo agregaría, de un modelo de prensa, que ya no se corresponde con el momento en que vivimos, mucho menos con la batalla ideológica que se libra hoy dentro de los medios a nivel mundial.
Por nuestra parte, los artículos nuestros solo son reflejados en la WEB, porque la prensa nacional no los publica. Creo que todo lo que lanzamos a la publicación, debemos, enviarlo también a la prensa nacional. Porque en nuestro país las cosas pueden cambiar y no debemos darle la oportunidad a nadie de decir, que nunca les hicimos nuestras proposiciones.
Porque sin dudas, nuestra prensa, está perdiendo la batalla con ese periodismo no oficial, que refleja mejor la realidad y que lo hace de una forma más atractiva, respetuosa de la realidad y sin hacerle concesiones al dogmatismo, la apología y el burocratismo.
Poniendo sobre la mesa la información para un pueblo que durante más de 50 años se ha superado enormemente, adquiriendo un grado de instrucción y de cultura que no encuentra satisfacción en lo que recibe a través de nuestra actual prensa, escrita, radial y televisiva.
Lo que se observa claramente, en el desplazamiento que se va produciendo de manera creciente hacia el video, internet, la radio extranjera, a lo cual nuestra pobre televisión no contribuye. Al contrario, obsérvese la programación televisiva y podremos percatarnos del desequilibrio abismal entre lo que se recibe de fuentes externas (incluido de la televisión norteamericana) y la pobre producción nacional.
Al mismo tiempo, no debemos dejar de preguntarle a nuestra prensa porqué no publica sobre algunos temas. De manera directa, emplazándolos, que sientan la culpa cuando el pueblo está esperando por una información y ellos se la callan. Que sientan, hasta el atormentamiento, que la gente compra el periódico, pero que por lo general lo hacen por inercia, porque día tras día no encuentran lo que les interesa leer.
¿Dónde está el cable, que se prometió iba a mejorar nuestra situación de internet? ¿Por qué llevan tanto tiempo sin informar como van los procesos anticorrupción? ¿Por qué nuestro Ministro de Relaciones Exteriores celebra una entrevista sobre la cuestión de las relaciones con la emigración cubana y nuestra prensa no publica nada?
¿Por qué hemos tenido que seguir el caso Marambio por la prensa extranjera? ¿Por qué no informaron sobre lo que ocurrió con la diputada de las Tunas? ¿Por qué hace unos días publicaron un texto tan ridículo para informar que había cólera en Cuba?
En realidad no fue fácil. Un estúpido, y no cualquier estúpido, dijo, que “se estaba lanzando al ruedo algo que el Partido quería mantener a discreción”. Otro dijo “que lo que se había escrito no se correspondía con la condición de un militante del partido”; y otro,” que se había “cagado” al centro con lo que se había dicho”.
Algunos, dijeron que “se le estaba dando armas al enemigo para atacar a la revolución”, hasta se corrió la voz de que el autor se había pasado a la disidencia. Y hubo hasta quienes se preocuparon de que pudiera cubrirle el hueco de la ausencia de liderazgo a la disidencia interna.
Por suerte, llegó el General Presidente, que ya venía hablando de estos asuntos y dijo que “la corrupción es equivalente a la contrarrevolución”. Y más recientemente nuestra Contralora ha dicho que: “la corrupción es una de las formas más peligrosas de contrarrevolución”.
¿Dónde meten las caras ahora todos esos sietemesinos, a los que les interesaba más no buscarse problemas, que contribuir a salvar al país de una cuestión que afecta su seguridad nacional?
Entonces, no hay nada que temer, lo que hay es que estar convencidos de si se está o no haciendo revolución, y que no se está solo en esta batalla.
Es que cuando nuestros medios no informan sobre lo que está ocurriendo internamente, el pueblo ignora lo que acontece en su propio país, y los revolucionarios, intelectuales o no, que quieren defender la revolución, están en desventaja ante los que la atacan, haciendo el papel de verdaderos “tontos” por carecer de la información.
Además, que sepamos, si no es pura demagogia, y estamos seguros de que no lo es, los medios en Cuba, no son propiedad privada de nadie.
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(*) Leer el blog de Esteban Morales.
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