Cuba, en el centro de la diplomacia mundial

Por Guillermo Nova

Mapa: wikipedia.org

HAVANA TIMES (dpa) – El Vaticano ha vuelto a elegir a Cuba para hacer alta diplomacia en el escenario político internacional.

Si la Santa Sede desempeñó recientemente un papel crucial como mediador para el histórico deshielo entre la isla y Estados Unidos, esta vez La Habana se ha convertido en “el lugar neutral” elegido para el no menos trascedental encuentro que celebrarán este viernes el papa Francisco y el patriarca de la Iglesia Ortodoxa rusa, Kirill.

Con ello, Cuba va consolidándose un poco en el escenario mundial y empieza a lucirse cada vez más, incluso en la intermediación internacional, tras años ser casi un paria en la región.

El aislamiento diplomático de Cuba duró décadas, tras la expulsión en 1962 del país de la Organización de Estados Americanos (OEA), por sus vinculaciones con el bloque socialista, consideradas entonces incompatibles con el sistema interamericano. A excepción de México, todos los países de la región rompieron entonces uno tras otro relaciones con la isla.

En plena Guerra Fría, Cuba redirigió por ello sus relaciones hacia otros continentes y se “convirtió en un importante paladín de las causas de los países del Tercer Mundo”, considera Carlos Alzugaray.

El ex diplomático cubano cree que ello contribuyó a cimentar una política exterior cubana con “capacidad de combinar en las dosis adecuadas la defensa de principios con la protección pragmática de intereses”.

Ante las presiones de Estados Unidos, el Gobierno cubano consideró en su estrategia geopolítica a todos los factores, incluyendo a “movimientos sociales y grupos políticos transnacionales”, dijo Alzugaray a la agencia dpa.

Ese pasado ha convertido al castrismo ahora en un interlocutor interesante para muchos actores, consideran expertos.

En los últimos años, la isla ha pasado en efecto del aislamiento en la esfera diplomática occidental a convertirse en centro de importantes encuentros y en mediador de conflictos armados como el de Colombia, el más antiguo del continente.

“El Gobierno colombiano y el papado quieren aprovechar las credenciales que Cuba tiene con sus oponentes, con las FARC y con el Kremlin”, dijo al respecto a dpa Arturo López-Levy, politólogo de la Universidad de Texas.

“La Iglesia ortodoxa rusa es muy cercana al mismo (el Kremlin), donde Cuba tiene un capital diplomático que ganar en ese juego, y lo ha potenciado”, agregó el analista respecto a las relaciones actuales de La Habana y Moscú.

La aparición de Cuba en el escenario diplomático internacional se ha ido consolidando poco a poco en los últimos años. En mayo de 2015, el Departamento de Estado norteamericano retiró a Cuba de su lista de países patrocinadores del terrorismo, en la que figuraba desde 1982.

Washington argumentaba que la isla había servido de refugio a fugitivos de la Justicia estadounidense, a miembros del grupo extremista vasco ETA y de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Pero la permanencia de Cuba en la lista parecía a largo plazo inviable para la diplomacia norteamericana, al generarle contradicciones con países socios en la región como Colombia.

Desde finales de 2012, La Habana es sede de los diálogos de paz entre las FARC y el Gobierno de Juan Manuel Santos, que buscan poner fin a un conflicto armado interno que dura más de cinco décadas.

El nuevo perfil diplomático de Cuba está también vinculado a la presidencia de Raúl Castro. Su hermano, el histórico ex mandatario Fidel Castro, apostaba más por forjar alianzas regionales en base a la cercanía ideológica.

Fidel Castro impulsó por ejemplo, junto con el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, la creación en 2004 de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), un bloque que agrupa a Gobiernos que comparten su animadversión a la hegemonía de Estados Unidos en la región, como los de Ecuador, Bolivia o Nicaragua.

En cambio, con Raúl Castro el Gobierno cubano ha sido más pragmático defendiendo la máxima de “convivir en la diversidad”.

Fruto de esta política, La Habana fue uno de los impulsores de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

López-Levy considera que la diplomacia cubana ha sido capaz de “hacer la transición a una posición dialogante y participante del statu quo en la ‘postguerra fría’, sin perder sus contactos y redes de alianza de su época radical revolucionaria”.

Un tarea pendiente para la diplomacia cubana es ahora cerrar pronto la firma de un Acuerdo de Diálogo Político con la Unión Europea (UE) que signifique el fin de la denominada “posición Común”

europea, que condiciona desde 1996 las relaciones del bloque con la isla a avances en materia de derechos humanos.

Un acuerdo con la UE daría un nuevo gran impulso al papel internacional de Cuba. Por ahora, la isla ya cuenta con el aval del Vaticano para moverse en las altas esferas de la diplomacia internacional.

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