El juicio de Oscar Casanella, un bioquímico expulsado de su trabajo

Yanelys Núñez Leyva

Ocar Casanella

HAVANA TIMES — A propósito de mi expulsión de la revista Revolución y Cultura, el pasado mes de julio conocí, a través de un periodista interesado en mi caso, a Oscar Casanella, un bioquímico que también había sido sancionado irregularmente en su centro de trabajo con la pena máxima, la separación definitiva, y que, como yo, se encontraba apelando a las instituciones pertinentes.

Cuando nos conocimos, intercambiamos opiniones al respecto, comparamos hechos, y me dio algunos buenos consejos, pues su lucha tenía más años de experiencia, se remontaba al 2013 cuando comenzó a verse marginado en el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR) -donde laboraba como investigador-, por su manera de pensar y por sus vínculos con algunos integrantes del grupo Porno para Ricardo.

Hace pocos días, el lunes 17 de octubre, se celebró su juicio, luego de una amañada Vista Pública, en la que no le permitieron la entrada de algunos de sus familiares ni de los testigos que responderían a las recriminaciones fabuladas por la administración, y de la que resultó “No a lugar” su reclamación.

Durante esta nueva sesión se citaron como testigos a Abel Arango Montalbán, presidente del Órgano de Justicia Laboral de MEDICuba; a un colega del trabajo, Juan Carlos, y al supuesto capitán Alberto, del Ministerio del Interior que atiende el INOR, con quien Casanella había tenido un altercado verbal, algo que se había convertido en otro de los motivos de sus directivos para expulsarlo.

El primero, admitió algunas de las irregularidades cometidas en este caso, no solo durante la Vista, sino luego en el proceso de confección del acta que daría respuesta a la petición del sancionado.

Juan Carlos reconoció la notable ausencia de condiciones de trabajo que percibía Casanella para desarrollar los proyectos de bioinformática, y que por eso colaboraba con otros centros
de investigación.

Pero en el caso del tercero, nos quedamos con deseos de escuchar lo que tenía que decir, pues nunca se presentó, no obstante haber sido citado de manera oficial y amén de los 20 minutos tomados ese día infructuosamente por la Fiscalía para localizarlo.

Oscar Casanella

Sin embargo, el hombre del día fue el abogado defensor, Francisco Javier Tapia Pacheco, del bufete especializado en asuntos laborales y que se encuentra en Conill y Central, municipio de Plaza.

Este jurista habló desde la sinceridad sobre los verdaderos motivos que movían todo ese caso. A su parecer, el conflicto Cuba vs Estados Unidos ya era lo suficientemente problemático como para que se siguieran generando escenas de injusticias a esos niveles. En su opinión los cubanos debían de unirse y tratar de dialogar sin abusos de poder ni ilegalidades.

El valiente abogado juzgó con severidad todo lo absurdo de ese proceso e hizo un llamado al sentido común, pues trabajar juntos aunque se tenga diferencias de opinión nos harían, según él, más poderosos como país. Las bajas pasiones, las envidias, no podían afectar el desarrollo de una nación.

Según sus propias palabras, su comentario final en este juicio lo hacía como paciente o como familiar de un posible paciente a los que eventos como estos afectaban directamente. Tronchar investigaciones, apartar a un profesional de su área de trabajo no solo perjudicaba a Casanella, sino a miles de personas. Y eso era algo que se debía de tomar en cuenta.

El próximo 26 de octubre a Oscar se le dará el veredicto.

 

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