Lo curioso es que en Cuba está prohibido importar vehículos de motor al país, lo más cercano que se permite son las motos eléctricas. Y a pesar de eso entraron al país unos 200 vehículos ¿sin que nadie se diera cuenta en la Aduana General de la Republica?
En este caso, averiguar la trama de corrupción que hay detrás no debe ser muy difícil, basta tirar de hilo del quien se la vendió a quien para llegar al que las entró al país. De ahí a los funcionarios corruptos que autorizaron la entrada solo queda un paso.
Uno de los dueños informa que “la persona que me la vendió entregó el papel de la Aduana como que entraron legalmente al país, y el papel lo dice todo: color, número del carter, cantidad de cc; es traída de México”. Que otros datos le hacen falta a la policía?
Pero la cadena siempre se rompe por el eslabón más débil así que se prohíbe circular a quienes las compraron y no se investiga al resto. Las colegas del periódico terminan el artículo afirmando que “solo (se) pasará factura a una parte de los implicados”.
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