Muere el Bloqueo, sobrevive el Embargo

Fernando Ravsberg*

HAVANA TIMES — La negociación entre Cuba y los EEUU va dejando claro que el Embargo Económico contra la isla era también un Bloqueo que limitaba las relaciones de La Habana con el resto de los países del mundo y con los organismos internacionales.

La avalancha de ofertas de negocios, créditos, inversiones, asociaciones y las visitas de políticos y empresarios después del 17D, demuestran que eran muchos los que no se acercaban a Cuba por temor a las represalias de Washington.

Y no era para menos, en 1992 aprueban la Ley Torricelli para impedir a las subsidiarias de empresas de EEUU en terceros países vender a la isla. 4 años después aparecen con al Ley Helms-Burton, que permite demandar a quienes negocien con propiedades nacionalizadas en Cuba.

Nadie en su sano juicio puede dejar de valorar ahora los efectos colaterales que ese bloqueo debe haber tenido en la economía de la isla. Cuantas puertas cerró el miedo?, cuanto de sobreprecio se pagó por el riesgo? y cuanto se retrocedió tecnológicamente?.

El temor a entablar negocios con Cuba se podría calcular en base al interés demostrado, después del 17D, por inversores británicos, franceses, españoles, mexicanos, coreanos del sur, canadienses, japoneses y por el cambio de actitud del Club de Paris o el de Londres.

La reacción mundial ha sido de tal magnitud que algunos colegas despistados dan por hecho que se terminó el Embargo. Quienes no se equivocan son los empresarios estadounidenses, los únicos invitados a la fiesta que no tienen derecho a probar la torta.

El Presidente francés le tendió la mano a los cubanos y se pronunció contra el Embargo.

Por supuesto que no todos los problemas económicos de la isla dependen del Bloqueo, no obstante, desconocer sus efectos sería un cinismo, comparable al de quienes afirman que no afecta a la economía cubana pero reclaman que se mantenga vigente.

Según documentos oficiales del Departamento de Estado, el Embargo nació para provocar hambre, miseria, bajos salarios y desesperación entre quienes apoyaban al gobierno cubano, empujándolos a alzarse y derrocar la revolución.

Al leer estos documentos no se puede aceptar el discurso de que ese cerco pretende únicamente afectar al gobierno. Son los propios funcionarios estadounidenses los que revelan que, desde el inicio, esta medida estuvo dirigida a presionar a la gente común.

Durante 4 décadas Washington prohibió las ventas de alimentos y medicinas a Cuba. Una acción que solo podía buscar dañar la salud de la población, sobre todo en medio de algunos momentos críticos, como la crisis económica de los años 90.

Devastador fue el salto atrás que obligó a suplantar la tecnología estadounidense por la soviética. Se perdió calidad y eficiencia, aumentaron los costos y el consumo de combustible. En ocasiones se producía con precios superiores al valor internacional.

Foto: Raquel Pérez Díaz

La férrea prohibición de utilizar el dólar como moneda para sus transacciones comerciales le impuso a Cuba un costo cambiario muy alto. Cuando intentó violar el Bloqueo de Washington los bancos terminaron sancionados con multas de hasta U$D 8 mil millones.

Obama tiene el record de ser el presidente que más multas ha impuesto a instituciones bancarias por hacer transacciones con La Habana. Sembró tal pánico que ningún banco aceptaba abrir una cuenta a la delegación diplomática de Cuba en Washington.

Antes de ser electo, el primer presidente afroamericano de los EEUU creía que el Embargo contra Cuba sería una “palanca” para obligar a La Habana a moverse en la dirección que Washington había establecido. Su gran mérito fue reconocer que se equivocaba.

Hoy el Embargo es rechazado por todos los gobiernos del mundo, expresado en la Asamblea General de la ONU, por la mayoría de los estadounidenses y los cubanoamericanos, según las encuestas, y también por el propio Presidente de los EEUU.

Paradójicamente, todo ese rechazo no logra terminar con un Embargo Económico, que sigue vigente por obra y gracia del Congreso de EEUU. Como los antiguos senadores romanos se sienten con poder suficiente para oponerse a la voluntad del mundo entero.

Obama fue el presidente que más multas puso a los bancos que comercian con Cuba. Como ningún otro convirtió el Embargo en bloqueo, antes de aceptar que era un fracaso.

Pero el cambio de política de Obama significó un golpe crucial al “Bloqueo”, ahora las empresas de otras naciones no temen tanto a las represalias. Es un paso para desmontar el cerco internacional que Washington había construido con leyes, amenazas, sanciones y multas.

De todas formas el “Embargo” económico se mantiene en pie y pensar que caerá por sí solo es una ilusión. Un senador cubanoamericano acaba de presentar un proyecto de ley que condiciona cualquier flexibilización al pago por Cuba de las propiedades nacionalizadas.

Otros pretenden reformar la Ley de Ajuste intentando obligar a los cubanos a hacer oposición para permitirles emigrar. La resistencia del anticastrismo al fin del Embargo podría ser prolongada, enmarañada y feroz, una reacción lógica cuando lo que está en juego es su propia existencia.
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