Internet en Cuba y el tiro por la culata

Fernando Ravsberg*

Según Roberto Peralo los desconectaron de internet por sus opiniones y ahora les piden que sigan escribiendo como lo hacían antes. Foto: Raquel Pérez

HAVANA TIMES — La Joven Cuba (LJC) regresó a la blogosfera después de derribar el bloqueo que le impedía acceder a Internet. Lo presentimos todos cuando vimos la fotografía de los autores del blog matancero con el Primer Vicepresidente del gobierno, Miguel Díaz Canel.

La imagen se tomó tras una reunión donde debatieron sobre el ciberespacio, las redes sociales y la conectividad. “Tuvimos un encuentro con él, analizamos la blogosfera, nos preguntó nuestros puntos de vista y nos explicó los suyos”, me comentó Roberto Peralo de LJC.

Llevaban meses fuera del ciberespacio, la táctica fue cortar el acceso de los rebeldes a Internet. Ni siquiera hace falta prohibirlos, basta una discreta llamada a la Universidad de Matanzas hablando de “problemas ideológicos” para que de inmediato se les niegue la conexión.

Así pretendían sacarse de encima a un blog muy difícil por irreverente, por crítico, por joven y por comunista. Además enviaban una advertencia al resto de los cibernautas: somos los dueños del grifo y al que nos desobedezca le cortamos el agua y la luz.

Claro que siempre existe la posibilidad de buscar acceso en la sede diplomática de EEUU, donde hay un cibercafé gratuito para opositores. De hecho en la última reunión pública de twitteros cubanos apareció un diplomático gringo, con pinta de turista inocente, a ofrecer su amistad.

La oferta es tentadora, cuando un bloguero se convierte en disidente obtiene visas para viajar, mejora su laptop, las limitaciones de conexión desaparecen bajo la potencia de las antenas de las embajadas o la banda ancha de los hoteles y los censores…dejan de molestarlo, escriba lo que escriba.

Un importante diplomático estadounidense, con pinta de inocente turista, se acercó al evento de twiteros para ofrecerles su “amistad”. Foto: Raquel Pérez

A los “Protectores de la Fe” les hubiera encantado que los chicos de LJC optaran por esa vía. Habría sido perfecto para justificarse “demostrando” que, tras su proyección pública de revolucionarios críticos, en LJC estaba escondido el enemigo y su ciberguerra contra la Revolución.

Pero esta vez el tiro les salió por la culata porque los muchachos decidieron pelear sus derechos sin apoyos extranjeros, en base a sus propios recursos y a la solidaridad de una parte de los blogueros cubanos, donde encontraron espacio para seguir difundiendo sus opiniones.

Otros cibernautas aplaudieron a los censores escribiendo que “los de LJC se conectaban gracias a la Universidad de Matanzas, una conexión estatal. Ellos usaron esa conexión para tratar temas que no eran pertinentes, coqueteaban con la oposición, se pasaban de la raya”. (1)

Y terminan sentenciando que “no escucharon las advertencias de las personas que trataron de aconsejarlos cuando se les iba la mano”. Están sorprendidos porque años atrás estas “advertencias” hubieran sido rienda suficiente para frenar al más brioso de los corceles.

Pero el mundo ha cambiado a pesar de que los censores no parecen notarlo. Hace pocos días Miguel Díaz Canel trató de explicarles que con el desarrollo de las tecnologías de la información, de las redes sociales, de la informática y de internet, “prohibir algo es casi una quimera”.

Agregó que “hoy las noticias de todos lados, las que son buenas y las que son malas, las que están manipuladas y las que son verdades, las que están a medias, circulan por las redes, llegan a las personas, la gente las conoce, y lo peor es entonces qué?: el silencio”.

Harold fue recibido con alegría por los participantes de Twitthab, la batalla por la reconexión a internet de LJC es parte de la guerra de todos. Foto: Raquel Pérez

Pero como no hay peor sordo que el que no quiere oír, la respuesta fue “silenciar” también la opinión del Vicepresidente de la República. Sus palabras aparecieron en el noticiero de TV pero, a pesar de la importancia del mensaje, ningún periódico las reprodujo.

De todas formas el regreso de LJC resquebraja el muro del silencio. Según Roberto los desconectaron “por opiniones nuestras sobre la realidad cubana” y, paradójicamente, ahora les recomiendan que sigan “haciendo las cosas como las estábamos haciendo”.

Lo encontré en un evento de twitteros (2) y me aseguró que “hoy estamos de regreso aportando ideas al debate de la sociedad cubana (…) y diciendo lo que realmente pensamos (…) porque el día que nosotros no podamos decirlo dejaremos de bloguear”.

Roberto y Harold fueron recibidos con alegría por los cibernautas reunidos en el Twitthab, de alguna forma muchos intuyen que la batalla por la reconexión de LJC fue parte de la guerra de todos, sirvió para evitar que mañana las campanas doblen también por ellos.

(*) Publicado originalmente por BBC Mundo.

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