Excusas y contextos

Fernando Ravsberg

Verano 2010 en La Habana.

HAVANA TIMES, 26 agosto — En este post quiero referirme a un tema que muchos participantes han abordado desde sus posiciones políticas y que estoy seguro de que me generará críticas desde las dos trincheras.  Pero al fin y al cabo el objetivo de este blog nunca fue caer simpático.

En ocasiones los defensores de la Revolución se escudan de las críticas mostrándonos los desastres que ocurren en otros países.  Tal y como si los problemas que enfrentan otras sociedades sirvieran para justificar las deficiencias del sistema cubano.

No discuto que sean reales las crisis sociales, económicas y de derechos humanos que existen en otros países, pero pienso que el mal de muchos sigue siendo el consuelo de los tontos porque por ese camino sólo se llega a la resignación y a la inmovilidad.

El pasado post es un buen ejemplo, hay que reconocer que muchos padres latinoamericanos se las ven negras para llevar un vaso de leche a sus hijos.  La particularidad de Cuba es que sólo aquí se convierte en delito comprárselo directamente al dueño de la vaca.

Siguen buscando enemigos externos, sea EE.UU. o los ciclones, para cargarlos con todas las culpas.  Es una actitud tan poco productiva que hasta el propio Raúl Castro dijo que ya es hora de dejar de lamentarse por el bloqueo y empezar a trabajar.

La única actitud constructiva

Me consta que el embargo de EE.UU. provoca graves dificultades económicas y financieras pero todos sabemos que muchas de las carencias que sufren los cubanos hoy son producto de decisiones erróneas tomadas por sus propios gobernantes.

Pocos dudan en la isla que la crisis de la agricultura, la ineficiencia de los servicios, la baja productividad laboral, el robo generalizado y la apatía de los trabajadores, son responsabilidad directa de un modelo económicamente ineficiente.

Pero además el embargo es una medida unilateral de Washington que sólo ellos pueden cambiar.  Por lo tanto -sin quitarle a Cuba el derecho al pataleo- la única actitud constructiva es dedicarse a solucionar los problemas que están en manos de los cubanos resolver.

En la otra trinchera están los que quieren sólo hablar de Cuba, aislándola del resto del mundo, los que ven cada paja en el ojo de la revolución y justifican los troncos en el resto del mundo, los que miden a los países con diferentes raseros.

Pero en este mundo globalizado es difícil separar a un país del resto y no poner en contexto las noticias nos hará imposible comprenderlas.  La humanidad es una y comparte tanto sus logros como sus desaciertos, ya nadie puede quedar aislado.

Un buen ejemplo es la discriminación a los gay, algo a lo que me he referido en más de un artículo.  Es un hecho criticable pero no es en Cuba donde peor se les trata, según Amnistía Internacional en 80 países hay leyes contra los homosexuales y en 7 de ellos se les condena a muerte.

Estamos hablando de un mundo en el que el Cardenal Javier Lozano —ex ministro de Salud del Vaticano— profetiza que los gays no entrarán jamás en el reino de los cielos, queriendo convencernos de que Dios es también homofóbico.

Yo he publicado varias notas sobre la corrupción en la isla pero nunca pierdo de vista que no es un mal nacido en Cuba.  Qué decir, por ejemplo, de la influencia de los narcos en la política, las finanzas e incluso en los cuerpos de seguridad de México.

Y tampoco es un problema exclusivo del Tercer Mundo, como a veces nos quieren hacer creer.  Las estafas de Enron y de Madoff en EE.UU. o el fraude inmobiliario en España demuestran que nadie anda tan libre de culpas como para arrojarles piedras a los demás.

Incluso a veces parece que éste fuera el único país de nuestra región donde se violan los derechos humanos. Obviando, por ejemplo, las acusaciones que pesan contra el ejército de Colombia por el asesinatos de cientos de campesinos, los llamados “falsos positivos”.

Tampoco parecen muy coherentes quienes lloran por los presos políticos cubanos mientras justifican que haya 200 prisioneros sin juicio en la base estadounidense de Guantánamo. En realidad eran muchos más pero, al comprobarse su inocencia, fueron liberados… después de años de prisión.

La credibilidad de algunas organizaciones internacionales de derechos humanos reside justamente en que ser capaces de pedir el fin del Embargo, exigir la liberación de los disidentes y reclamar derechos legales para los prisioneros en manos del ejército de EEUU.

Ese equilibrio parece ser la única actitud consecuente, al fin y al cabo los trapos sucios del resto no justificarán nunca las manchas de nuestras vestiduras y la hipocresía del doble rasero olvida el más actual pensamiento de José Martí: Patria es Humanidad.

Publicado con la autorización de BBC Mundo

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