Salir de Cuba

Por Amrit

Desde Times Square, Ciudad de Nueva York. Foto: Michael Danser

HAVANA TIMES, 26 agosto — Desde que tengo memoria mi meta era vivir en New York, una ciudad de edificios que asustaban por su tamaño.  Allí, como desde la foto, nos esperaba mi padre, con gorro y sobretodo, junto a un muñeco de nieve.

Todavía recuerdo las primeras fotos que mis hermanas y yo nos hicimos “para papá,” con una cámara rusa.  Todavía me paraliza el silbato del cartero, que entonces nos hacía correr hacia la ventana.

En el año 1993 intenté ir por Carta de Invitación a New York para “conocer,” -así acoté en la planilla- a mi padre.  De este intento aún conservo:

1. El recuerdo de aquella mujer rubia y marmórea que, a través de un ventanillo en la Oficina de Intereses, me preguntó: ¿Su padre salió de Cuba cuando usted tenía tres años?  Dos años y medio, respondí. Entonces exclamó con sarcasmo: ¡Y usted está sufriendo, claro!

2. El cuño en el pasaporte: application received que equivale a visa denegada.

3. El recuerdo de la amenorrea que me causó el shock ante aquel NO.

Como venganza, escribí en una página de mi propio pasaporte: “Cambiar de lugar no nos salva de los rituales, de las necesidades, de la miseria biológica,” pero ese no ha dejado de ser un viaje mental.

Todavía intento entender rastreando exilios ajenos… Estas dos entrevistas las hice por correo electrónico.

María Villares, artista y promotora cultural. Salió de Cuba rumbo a Inglaterra donde vivió varios años. Actualmente vive en España.

Geli Álvarez, balsero a los dieciséis años.  Poeta, músico, pintor… vivió en Guyana, Brasil, Colombia, Venezuela, en la selva boliviana, en México… En estos momentos vive en Miami.

HT: ¿POR QUÉ TE FUISTE?

María: Lo de irse es algo muy relativo. Siempre nos estamos yendo o volviendo de alguna parte.  Claro que cuando se nace en Cuba, está la dificultad terrible de no poder ver el viaje como algo natural.

María Villares

El acto de partir llega a verse como una especie de deserción…   Uno llega a pensar que solo el hecho de salir va a resolver nuestros problemas.

Geli: Quizás ahora, después de tantos años pueda entenderlo mejor.  Recuerdo que a veces me deprimía cuando no tenía ropa o zapatos para salir o incluso cuando sentía hambre, pero esto no me hacía pensar en irme del país.  Tenía mi primera novia, y me daba cuenta de que mi ropa me impedía besarla frente a sus amigos… Pero tampoco puedo decir que preparé nada.

María: En mi caso, siempre supe que llegaría un momento de mi vida en que me tocaría explorar otras tierras, lo cual no quiere decir que sienta que me haya ido de modo definitivo. Son las leyes que existen las que nos sugestionan esta idea.  Eso de que se tenga un tiempo determinado para volver, y si no, ya no puedes regresar con los mismos derechos civiles de los demás, aún siendo ciudadano cubano, es algo realmente absurdo.

Geli: En realidad nunca me imaginé yéndome como me fui.  Me propusieron ocupar en la balsa el lugar de alguien que había decidido no ir, a causa del mar picado y los pronósticos de mal tiempo.  Dije que sí.

Geli Alvarez

Recuerdo que no me despedí de más de seis personas, como si sólo me fuera por un fin de semana.  No sentí miedo, porque en ningún momento del trayecto pensé en la muerte, fue una aventura, sin problemas ideológicos ni de otra clase.

María: Las leyes migratorias en general restringen a los seres humanos su libertad de movimiento, aún cuando se supone que es un derecho universal.  Las fronteras, las ciudadanías, todo está diseñado de un modo en que más que seres humanos, somos seres políticos…

Geli: Ahora mismo, pensando en ese día, lo primero que viene a mi mente es mi madre en Alamar, despidiéndome.  Me hablaba de una nueva vida y la necesidad de ser muy fuerte, de ser un hombre.  Fue un encuentro general con la tristeza, lloraba mucho.  Me tomaron creo que dos años el adaptarme o el creer que me había adaptado, esto nunca pasa por completo.

HT: ¿Qué esperabas encontrar fuera de Cuba y qué encontraste?

María: Como me dirigía hacia el llamado primer mundo, por supuesto que esperaba encontrar un nivel de vida y unas ventajas sociales muy por encima de las existentes en nuestra isla.  Y ciertamente algo de eso pude ver, pero no como me lo había imaginado.

Geli: Bueno… cuando nos recogieron de la balsa y nos enviaron a Miami vía la carretera de los cayos, al mirar aquellas enormes banderas norteamericanas, yo lloraba y lloraba, preguntándome qué era lo que había hecho.

María: Pude constatar que lo que se llama Primer Mundo no es sino un conglomerado de mundos dispuestos en forma piramidal en el que te encuentras otros muchos mundos al nivel del subsuelo… Me resultó escalofriante ver cómo en las metrópolis, en casi cada calle hay un banco con su cash machine, y puedes ver la foto del funcionario vestido de traje, con portafolios, metiendo su tarjeta de crédito en la máquina para sacar dinero, mientras a su lado, un mendigo arrebujado en un sucio saco de dormir, con ojos nublados y perdidos en el vacío, levanta su mano a la espera de alguna limosna.

Geli: Ahora, lo que encontré, viaja conmigo a todas partes.  Es casi un estar suspendido un no pertenecer.  Como ese poema de Benedetti “Más de una vez me siento expulsado y con ganas de volver al exilio que me expulsa…” Entonces me parece que ya no pertenezco a ningún sitio, a nadie.

María: Observando los mecanismos que rigen la sociedad humana,  me he dado cuenta de lo tremendamente limitantes y descabellados que son.  Respondiendo a la estadística de que el 85 % de la energía que se produce en el planeta es consumida por el Primer Mundo, y es extraída del Tercer Mundo, ¡cuando el Primer Mundo ocupa menos de un tercio de la población mundial…! En contraposición, gente que vive en comunidades agrarias, pueblos que todavía mantienen un vínculo directo con la tierra, son arrasados en nombre del llamado “desarrollo tecnológico.” Esta es una batalla que ocurre ante nuestros ciegos ojos, y querámoslo o no, todos apoyamos que ocurra en una dirección u otra, según hacia donde estemos moviendo la rueda del intento.

HT: ¿No crees que el cubano ve la opción de emigrar con cierta ingenuidad?

María: El hecho de soltar lazos con la tierra que te vio nacer, donde está todo el tejido de tu memoria y lanzarte a lo desconocido, necesita de un coraje enorme.  No todo el mundo está preparado para empezar de cero y forjarse otra vida en una tierra donde siempre serás un extranjero, un ser desarraigado.  Por eso creo que sí hay ingenuidad, también está la lucidez del viajero que se desapega y se lanza a lo desconocido con el espíritu abierto.

Geli: Pienso que sí. La idea de vivir una vida  “próspera” se ha tomado muy a la ligera.  No sabemos verdaderamente lo que la libertad implica, y si existe tal y como se describe en el diccionario: confianza, condición, derecho…  Nos venden una idea, un camino o una manera de vivir distinta, teóricamente libre.  Pero cuando esta idea es descubierta en toda su gama, descubrimos (o al menos yo descubrí) que estaba siendo engañado, que fui una especie de marioneta, un resultado de las circunstancias, como tantos.

María: Creo que la identidad humana ha sido construida por medio del viaje en busca de nuevos sitios, especies, visiones… esto es parte del instinto básico de sobrevivencia y el anhelo de intensidad que todos llevamos dentro.

HT: ¿Pero eso solo se descubre con un viaje físico?

María: Los caminos son siempre relativos a cada cual.  Por supuesto que hay caminos interiores y exteriores, y ambos coexisten, por lo que yo no los vería de modo separado.  Todas las decisiones de nuestras vidas deberían estar impulsadas por un intento evolutivo, de búsqueda de conciencia, y eso cada cual lo realiza del modo que le toque.

Geli: Creo en la búsqueda interna, sí. Cada quien debe viajar por ese lindero que lleva a uno mismo.  Es muy difícil experimentarse realmente feliz, libre.  No importa dónde se viva, si uno mismo no vive a plenitud, internamente, externamente.

María: El hecho de partir en un viaje físico puede presuponer un camino interior, y al mismo tiempo un viaje interior puede ser un modo de atravesar esferas de consciencia y vivenciar diferentes realidades, sin moverse del sitio.  Creo que siempre se trata de una elección personal.

Geli: Centro y Sur América me mostraron una extraña sed de emigrar que me recordó mucho a Cuba.  Vi en mí y en otros que como yo abandonaron su tierra, que cada camino conduce nuevamente al punto de partida.  Después de tanto tiempo descubrí que el exilio es más antiguo que cualquier nación. Todo cambio, todo ciclo de vida es un constante exiliarse, de segundo a segundo.

HT: ¿No crees que el éxodo priva a Cuba de personas con ganas de actuar y transformar a la propia Cuba?

María: Sí, hay muchas buenas energías que han emigrado, mucha gente creativa e inteligente, verdaderas lumbreras, que viven hoy fuera de Cuba.  Pero yo no veo esto nunca en términos definitivos, es cuestión de tiempo, y el tiempo es lo más relativo que existe.  Mientras esas personas estén vivas, es posible que sus energías se enfoquen en hacer cosas en Cuba, en impulsar la transformación  en Cuba.

Geli: Me acuerdo ahora mismo de una película cubana: “Nada.” La carta que el muchacho escribe a la muchacha que quiere emigrar: Tú eres libre y te vas. Yo también pensé en irme alguna vez, pero la gente siempre se va sin llegar a ningún lado.  Abandonan, renuncian, perdiendo la oportunidad de mejorar las cosas.  Y si todo el mundo se va, nadie nunca cambia nada. Nadie, nunca, nada.

María: El que tiene las intenciones de trabajar por la causa cubana, nunca ceja en su empeño, aunque le toque vivir en otro país durante un tiempo, sino que estará preparándose, recabando información, creando puentes, haciéndose más fuerte y más lúcido, trabajando a su manera por la reconstrucción, porque esto es algo que comienza desde el interior de cada cubano, hasta llegar a manifestarse en cualquier esfera expresiva…

HT: ¿Qué crees que le hace falta a Cuba?

Geli: Una libre oportunidad de vivir en otras ciudades, en otras calles.  ¡Caminar sobre otro malecón, gritar en otros idiomas…!  Intercambios artísticos, culturales.  Hasta que el ser transmute todos esos deseos que se reprimen, y volver con la experiencia de otras realidades. Hay que transformar todo: incluir cátedras de estudios espirituales, clases de auto conocimiento, ayudar al niño a ser padre y al padre a ser niño de nuevo.  Incitar al joven a que se cuestione a sí mismo, desde, dónde, por qué, cómo…

María: Yo propondría la necesidad de que cada cual asuma una actitud responsable ante su propia realidad, que cada cual crea que el cambio es posible, y lo intente desde su propio círculo.  Siempre caemos en la postura de la queja, de buscar culpables, de recriminar a otros… De lo que realmente se trata es de asumir una postura activa y consciente e intentar mejorar las cosas con toda nuestra energía.  Esto se ha dado en llamar: visión proactiva, lo contrario a ser reactivo y dedicarse a reaccionar en contra de lo que hay.  Es importante saber que todos estamos de acuerdo en que queremos cambiar lo que está mal, pero no bastará sólo cambiar por cambiar sino realizar un salto evolutivo.

Geli: Aquí en USA, lo cubano tiene dos maneras de verse, que tú sabes bien: lo de antes y lo de después del 59.  Es nuestra misión romper con esos tabúes, cambiar la percepción de esas generaciones que guardan tanto rencor.  Lo cubano es el cubano, esté donde esté.  Es tarea ahora del artista servir de puente para que se creen nuevas maneras de aceptar.  Para mí, más que un conflicto, es una oportunidad.

María: La postura de negar todo lo anterior para realizar un cambio no es plenamente consciente, pues caería en un nuevo vórtice… Más allá de asumir nuevos modelos económicos y políticos confiando en la supuesta eficacia de estos, habría que trabajar en el empoderamiento de los ciudadanos, desde sus campos de acción.  Hay montones de proyectos floreciendo en todos los rincones de Cuba, transgrediendo muros, burocratismos, censuras.  Yo creo que la buena energía siempre se impone a la necedad, y que la clave es mantener un intento inflexible.

Geli: Me gustaría incluso que algún día la palabra exilio se cambiara por  preparatoria, ¿no es así que se hacía antes?  Algunos se marchaban para regresar después, para establecer caminos.  Caminos hacia un mejor entendimiento de esta minúscula temporada que llamamos vida.  Jesús, Budha, Moisés… y hasta el propio Martí generaron cambios notables cuando regresaron a su lugar de nacimiento.

2 thoughts on “Salir de Cuba

  • Como he escrito…un dia decidi “emigrar”…despues de estar preso en Cuba (Mar Verde)(stgo de Cuba)..lo que escribe! es cierto…el Cubano ..ve !! que si estas en USA o en Europa!! cuando abres la llave del agua…en vez de agua ..es dolar o euros..lo que salen!pero en fin …hacia adelante!!!

  • Este articulo lo encontre de mucho interes y me movio profundamente. Muy buen articulo.Tuve un dialogo con los entrevistados mientras leia. Sali tambien de Cuba bajo distinta situacion. Cuando sali no llore, sino que senti un alivio al sacarme de mi pecho todo lo que me cargaba. Fue una experiencia transformadora por si misma. El tiempo ha pasado y lo que me dolio en aquel entonces me sigue doliendo. Regrese despues de 23 a&os y llore por la tristeza de saber que nada habia cambiado. Viajar es la mejor educacion que cualquier ser humano pueda tener, te educa mas que un libro y te marca de por vida dejandote experiencias inolvidables.

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