Cuba: Sindicatos ¿para qué?

Fernando Ravsberg*   

Durante décadas los sindicatos en Cuba limitaron su actividad a repartir estímulos entre los afiliados.

HAVANA TIMES — “El sindicato no está para repartir hoteles, estamos para defender que se nos pague un salario digno para que nuestros trabajadores puedan con su salario ir de vacaciones sin que nadie nos lo regale”, dijo un sindicalista el primer día del Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).

Decir que la defensa de los derechos del trabajador y de su salario es el centro de la labor sindical, podría parecer una verdad de Perogrullo. Sin embargo, según el periodista cubano Yohan González, en Cuba se corre el riesgo de olvidar “por qué y para qué fue creada” la CTC.

Agrega que la central obrera padece de “falta de representatividad y de la desconexión con las masas de abajo”. Y en la base sus líderes pactan con “la dirección de las empresas, en pro de beneficios personales y en contra de los reclamos y necesidades de sus afiliados”.(1).

La estrategia me recuerda a la del policía bueno y el poli malo. Mientras la gerencia exige disciplina y productividad, el sindicato decide quien de sus afiliados se gana la posibilidad de comprar electrodomésticos a precios subvencionados o vacaciones baratas en la playa.

La base teórica de esta filosofía sindical hay que buscarla en el “socialismo real”. Al estatizar todos los medios de producción y considerarlos “propiedad del pueblo”, sería un contrasentido que los obreros-dueños presionen a la administración por mejoras salariales.

La mayor parte responsabilidad en la ineficiencia económica no es de los obreros sino de una burocracia incapaz de dirigir.

En ese mundo ideal que se construyó también en Cuba, la actividad sindical se redujo casi a cero. Para defender los “intereses estratégicos” de los humildes está el Partido Comunista, que cuenta con un núcleo en cada empresa y ocupan todos los cargos de dirección empresarial.

Lo curioso es que el propio Carlos Marx dice que en el socialismo existen clases sociales con intereses propios. Así, la desnaturalización de los sindicatos dejó a los trabajadores en desventaja, sin el instrumento esencial para la defensa de sus derechos particulares.

Pero el daño social fue mucho más grave dado que se debilitó un contrapeso que podría haber frenado la burocratización. Ya en 1884 José Martí advertía sobre las dificultades del pueblo para “hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes” (2).

A pesar de la historia del movimiento sindical cubano, hoy muchos trabajadores no se sienten representados por algunos de sus dirigentes, los cuales carecen de poder real o se acomodan a la sombra de los gerentes en busca de las migajas que les da la burocracia.

El reto del sindicalismo en Cuba

El presidente cubano, Raúl Castro, acaba de anunciar en el congreso de la CTC que solo se aumentarán los salarios de los profesionales de la salud y que el resto de los trabajadores deberá esperar a que crezca la productividad de la economía nacional.

Asegura que un aumento salarial sin respaldo productivo lleva a la inflación. Puede que sea cierto pero también es verdad que la ineficiencia económica no depende en lo fundamental de los trabajadores sino de quienes dirigen las empresas y los ministerios.

Cuanto pudieran mejorar las condiciones de los trabajadores si se racionalizaran los gastos de combustible, dietas, vacaciones y viajes de los gerentes y directores. Si el jefe que hace una estupidez fuera destituido y estuviera obligado a pagar de su bolsillo los daños que causó.

Porque hablamos de un país donde los máximos dirigentes del transporte tienen combustible y repuestos suficientes para mantener rodando sus automóviles personales y oficiales mientras cientos de buses están paralizados por falta de piezas.

Donde el Estado gasta dinerales en comprar equipos médicos de última generación para que se pudran en la aduana porque los hospitales donde se ubicarán no envían a nadie a recogerlos, dejando además a los enfermos de cáncer sin tratamiento.

En muchos centros de trabajo en Cuba se han caído los salarios no por falta de productividad de los obreros sino por ineficiencia administrativa.

La elección de Ulises Guilarte al frente de la CTC podría anunciar un cambio. Se trata de un cuadro joven, pragmático y que cuenta con la confianza del Presidente. Fue el encargado de iniciar la descentralización político-administrativa del país, una reforma sensible y compleja.

La tarea que tiene ahora por delante no es menos delicada, trasciende la mera actividad sindical para imbricarse en un modelo necesitado de contrapesos que equilibren la sociedad, empoderando a los sectores productivos frente a la naciente patronal.

Pero los sindicatos no solo son necesarios para hacer frente a los inversionistas extranjeros y a los empleadores por cuenta propia, también son imprescindibles para contener los apetitos de un funcionariado que, como advirtiera Martí (3), tiende a convertirse en una casta autocrática y abusadora.

1) http://desdeminsulacuba.com/2014/02/24/y-para-que-sirve-la-ctc/

2), 3). José Martí, Obras Completas, Tomo XV, pág. 391, Editorial Ciencias Sociales, La Habana 1991.
—–
(*) Publicado originalmente por BBC Mundo.

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