Aeropuertos cubanos, copiando el modelo eritreo

Fernando Ravsberg*

Este es el caos que han formado los funcionarios que dirigen el aeropuerto José Martí prohibiendo que los acompañantes entren sin crear a priori las condiciones mínimas en el exterior de la instalación.

HAVANA TIMES — El coordinador del aeropuerto José Martí, aseguró al periódico Granma que existen muchas otras terminales aéreas en el mundo donde está vedada la entrada de los acompañantes de los pasajeros, pero no mencionó el nombre de ninguno de ellos.

Un lector de “Cartas” lo confirma: “existe al menos otro aeropuerto que comparte ese raro privilegio, el de Asmara, capital de Eritrea. La diferencia es que al frente hay un restaurante donde se puede pasar el tiempo y entretenerse mientras se despide o espera”.

No soy un conocedor del tema pero imagino que los eritreos deben ser considerados una potencia en la administración de aeropuertos para que Cuba se haya decidido a copiar sus prácticas y restricciones, aplicándolas en el territorio nacional.

Copiar no es vergonzoso pero copiar mal, poniendo la carreta delante de los bueyes, resulta un fastidio. Es que los administradores del José Martí aplicaron primero la prohibición de ingreso y dejaron la creación del restaurante para un futuro incierto.

En tanto, mientras ellos piensan y planean la construcción de un espacio frente al aeropuerto, los acompañantes tienen que despedir y esperar de pie en plena calle a sus familiares y amigos. Algo que, como vemos, no ocurre ni siquiera en Eritrea.

Dicen que con la restricción “se trata de brindar un mejor servicio y atención a aquellos que llegan o salen de Cuba, los cuales lo exigen y requieren cuando pagan por un pasaje. No olvidemos que el Aeropuerto es la primera impresión que muchos turistas tendrán del país”.

Este puede ser el sueño de los funcionarios, un aeropuerto limpio, espacioso y vacío.

Sin embargo, después de la restricción de ingreso la molestia principal de los pasajeros no ha cambiado, siguen esperando 2 y 3 horas para recibir sus maletas. ¿Están estos tiempos dentro de “las normas recomendadas internacionalmente” que se mencionan en Granma?.

Al parecer las demoras dentro del aeropuerto no resultan tan importantes para la dirección del José Martí porque llevan años con la misma práctica. En cambio sí toman medidas radicales a la hora de expulsar a sus compatriotas de las instalaciones.

Deberían pensar que por culpa de su propia ineficiencia administrativa el familiar o amigo que recibe al visitante debe esperar esas mismas 3 horas en la calle, sin un lugar donde sentarse, donde tomar una vaso de agua, sin contar tan siquiera con un baño.

“No olvidemos que el Aeropuerto es la primera impresión que muchos turistas tendrán del país”, nos recuerdan y casi nos hacen sentir culpables de que los visitantes se lleven una mala imagen de Cuba si nos ven dentro de la terminal tomando un café.

En realidad la mala impresión del viajero ocurre cuando las maletas pasan horas sin aparecer, cuando sacan las de un mismo vuelo por dos cintas diferentes, cuando no hay quien encuentre un carrito para cargarlas, cuando los carreros ofrecen sacarte “rápido” por dinero, cuando nadie es capaz de dar una explicación.

Ahora la mala impresión se acrecienta, al poner un pie en la calle, tras horas de agotadora espera, y encontrar a cientos de personas sudorosas y cansadas, aglomeradas tras una valla como si fueran ganado y orinando en el parqueo a falta de un lugar mejor.

Las demoras en el aeropuerto son el principal problema de los viajeros y sobre ese particular nada ha cambiado.

Afecta además la imagen que los propios cubanos tienen de su país y de sí mismos. No pocos se preguntan cómo es posible que puedan ser tratados de esa manera por funcionarios públicos a los que ellos mismos les pagan el salario.

El intelectual Esteban Morales recorrió todo el aeropuerto en busca de una explicación sin éxito y concluye pensando que “parece una broma de mal gusto o el capricho de algún burócrata, al que se le ocurrió que eso podía ser la solución?”

Mientras un reconocido cineasta cuenta que “A las dos horas de espera, mi esposa y yo entramos sin pedir permiso. Después de ir al baño por turnos, nos sentamos a la mesa de una de las cafeterías (yo pedí una cerveza, ella una botella de agua)”.

Agrega que “Se nos acerca un empleado del aeropuerto y nos dice que teníamos que esperar afuera. Los salones de espera de los aeropuertos son lugares públicos – así se lo dije al compañero- solamente a la fuerza nos podían sacar de aquí. Por supuesto que nos quedamos”.
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(*) Visita el blog de Fernando Ravsberg.

Pies de fotos:

Foto 1: Este es el caos que han formado los funcionarios que dirigen el aeropuerto José Martí prohibiendo que los acompañantes entren sin crear a priori las condiciones mínimas en el exterior de la instalación.

Foto 2: Este puede ser el sueño de los funcionarios, un aeropuerto limpio, espacioso y vacío.

Foto 3: Las demoras en el aeropuerto son el principal problema de los viajeros y sobre ese particular nada ha cambiado.

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