Por Ivett de las Mercedes
Antonio Morales: Hay frases despectivas que son un marcador distintivo: “Tenía que ser negro” o “después dicen que los blancos…”. En esta última frase hay un nivel de elaboración consiente, en la primera hay una espontaneidad genética. Es como cuando un negro pasa cerca de una mujer blanca, y esta inconscientemente se toca la cartera o la cadena del cuello.
HT: ¿Quién cree que ha tenido la culpa de esto?
AM: No soy un especialista sobre el tema, solo doy mi opinión; el racismo para mí es una situación heredada. Creo que toda esta situación viene del tiempo de la esclavitud. En algún lugar leí que cuando a los negros se les dio la libertad no sabían qué hacer con ella, ¡se imagina un planteamiento más racista que ese! ¿no le parece que esos truenos que llegaron hasta nosotros tienen un toque de supremacía blanca? En el Caribe todo está relacionado con los tiempos de la colonia, ya sea francesa, inglesa o española, el resultado fue el mismo. A pesar de que en algún momento existió una intelectualidad de origen negro, no se le permitió -por razones obvias- extenderse.
HT: Muchas veces el racismo es socio-cultural. Existe el mito por ejemplo de que los negros solo sirven para el deporte, o que son buenos amantes
AM: Creo que lo que le dije anteriormente responde a esa pregunta. Hasta hace muy poco se decía que la inteligencia de los negros era menor que la de los blancos, cómo usted explicaría la cantidad tan grande que existe de músicos negros, cuando todo el mundo sabe la inteligencia que requiere tocar un instrumento.
HT: ¿Cómo se explica todo esto en Cuba, con una revolución?
AM: Pienso que al principio de la Revolución se hizo lo indecible por darle un espacio a los negros en todos los sectores, pero con los años y el recrudecimiento de la situación económica, estos fueron desplazados. Ya fuese porque la urgencia de sobrevivir los llevara a buscar fuentes de trabajo no convencionales, donde la ganancia era mayor o porque muchos, aunque hubiesen estudiado una carrera universitaria, eran desplazados a puestos de inferior remuneración. Lo cierto es que es poco frecuente en la actualidad, a no ser en el sector de la Cultura, la Salud, en unidades de comercio y de los órganos del Poder Popular, encontrarlos.
HT: ¿Quiere decir que hay negros que no sienten orgullo de su raza?
AM: Esa es una pregunta muy interesante, yo voy a hablarle de cómo educo a mis hijos y usted sacará sus propias conclusiones. Para mí el orgullo de ser negro viene dado por la aceptación de mi pelo, de mi nariz, de mi boca y, por supuesto, de mi color, cultura e historia. Eso se lo he enseñado a mis hijos de diversas maneras, pero como casi todos los jóvenes en la actualidad, han querido lacearse el pelo o hacerse la keratina, no me he opuesto; sin embargo, ellos han llegado por si mismos a aceptar los atributos de su raza.
HT: Mencionó la experiencia de vida; ¿puede contarme las situaciones en que ha sido víctima de racismo?
AM: Mis primeras experiencias fueron de niño. Tenía amigos blancos en la escuela. Un día se me ocurrió ir a buscar a uno de ellos a su casa y escuché claramente a su madre cuando le dijo que si andaba con negros se le pegarían sus mañas. Como es de suponer, se hizo frecuente escuchar frases como “cada oveja con su pareja”, “los negros siempre la hacen”, después oiría “los negros de amigos, pero no de maridos”, “es negro, pero es económico”, y así infinidad de expresiones.
Cuando comencé a trabajar de económico pude sentir el desprecio en la mirada de la gente, y fui testigo, en algunos centros de trabajo, de cómo se iba blanqueando el colectivo. Tuve que cambiar de trabajo en reiteradas ocasiones hasta que acepté enfrentar los hechos. Nunca pensé que mis hijos tuvieran que pasar por eso. En la actualidad mi hija está inmersa en una relación interracial que le ha provocado mucho sufrimiento.
AM: Imagino que habrá familias que logren confraternizar y aceptarse mutuamente, pero no los conozco. Puedo decirte desde mi experiencia que para las familias de raza blanca el nuevo miembro siempre es un intruso “el negro ese” o “la negra esa”. Aunque “el negro ese” tenga dinero y sea quien brinda el soporte monetario de la madre, el padre, y muchas veces hasta los hermanos de la esposa.
HT: ¿Piensa entonces que los matrimonios interraciales son por interés monetario?
AM: No, no siempre, pero sí he visto que sucede, y los problemas familiares en esos casos abundan más que entre las parejas de la misma raza. Existe la concepción de que los negros tienen formas de vida, hábitos y costumbres, incluso valores diferentes de las personas de raza blanca. Creo que falta mucho para que las personas de raza negra, incluso los llamados “casi blancos” por ser ingenieros, médicos, o abogados o tener, como se dice aquí a lot of Money, sean aceptados como iguales. Ese es el verdadero mito.
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