Laura Frida, una mujer trans muy política

Yusimí Rodríguez

Laura Frida Weinstein

HAVANA TIMES — Asume la identidad transexual como categoría política, pero su identidad incluye ser colombiana, judía, historiadora y activista. Actualmente es coordinadora del Grupo de Apoyo para Personas Trans GAAT. Afirma que los trans tienen intereses además del tránsito. Los suyos van desde la política hasta el fútbol. Casi siempre lleva jeans y camisetas, poco o ningún maquillaje, zapatos bajos. Para Laura Frida Weinstein, la hiper megafemenización no es una meta.

Vivir una multiplicidad de conflictos

Laura: No necesito unos glúteos y unos senos enormes. Mi apariencia no es la que casi todos reconocen en una mujer trans. No me he hecho nada en el cuerpo a la ligera: las hormonas me hicieron crecer un seno más que otro y me puse implantes para nivelar, algo mínimo. Y otra cirugía para quitarme los testículos.

HT: ¿Qué cambiaría, en tu caso, con la transformación total de los genitales?

Laura: Lograr hacer consecuente el aspecto físico con el cuerpo y el género construido.

HT: ¿Aspiras a ser vista como una mujer cisgénero (nacida biológicamente como mujer), o prefieres que todos sepan que eres una mujer transexual?

Laura: No me interesa que todos lo sepan, porque es parte de mi intimidad. Pero no lo desmiento si me preguntan. Me he destapado en espacios donde no lo sabían.

HT: ¿Te ha traído consecuencias?

Laura: Más respeto. Me dicen “que las trans se comportan distinto a mi”. No creo que esté mal que otras chicas actúen distinto. He aprendido a reconocer las multiplicidades de tránsitos que existen. En GAAT, hablamos de personas con experiencia de vida trans. Puedes transitar sin reasignarte ni ponerte tantas cosas. En algunas personas se reafirma más el tránsito, y es sobre ellas que se produce el estigma y un sinnúmero de violencias.

HT: En una entrevista dijiste que no es igual ser una persona de la comunidad LGBTI en Bogotá que en el resto de Colombia. ¿Por qué?

Laura: Bogotá ha tenido avances importantes en garantizar derechos: existen unas políticas públicas y medianamente se estructuran leyes. Aquí está todo el poder político y económico. Es muy apetecible para quienes han sufrido el conflicto armado y han vivido al margen de construcciones identitarias. Muchas trans llegan de regiones apartadas y descubren que aquí sus tránsitos deben ser diferentes. No basta llevar cabello largo y usar prendas femeninas; la sociedad acá exige factores de estética, y deben hacerse muchas cirugías. Imagina que vienes desplazada de una región donde cultivabas la tierra, aquí no encuentras trabajo porque tu apariencia no responde a patrones hegemónicos, y si quieres conseguir clientes… la única vía para muchas trans es el trabajo sexual. Esto exige la transformación física de tu cuerpo. Muchas no tienen información sobre las cirugías que pueden hacerse.

HT: Decías que Bogotá ha avanzado en cuanto a políticas públicas, pero el otro día, una muchacha decía que recientemente han matado a ocho mujeres trans aquí.

Laura: Es real, en Bogotá, los crímenes contra trans femeninos pasan un poco desapercibidos, a diferencia de otras regiones, donde hay cierto morbo al respecto. Pero Bogotá recibe muchas personas de otras regiones que traen muchos conflictos. Nosotras no hablamos solo del conflicto armado, sino de la multiplicidad de conflictos que viven las trans. Es un conflicto no lucir de acuerdo con tu identificación; no tienes el mismo acceso a salud y a educación que otras personas.

Si aportamos, somos sujetos de derecho

Cuando me proponía entrevistar a Laura Weinstein, pensé preguntarle qué significaban para su comunidad los acuerdos de paz. Dos días antes de la entrevista, me sorprendió invitándome a una reunión organizada por GAAT, donde se analizaron los acuerdos, desde una perspectiva trans.

Laura Frida Weinstein

HT: Percibí mucha conciencia política en la comunidad trans colombiana, al involucrarse en lo que sucede en el país. ¿Es así?

Laura: Sí y no. A la mayoría de nosotras no les interesa eso. En su generalidad no han tenido la posibilidad de estudiar. A GAAT llegan muchas que han iniciado el tránsito, tras haber estudiado. En la Escuela de Empoderamiento no solo aprenden Historia Trans, sino Economía, Geografía, Historia, los distintos sistemas políticos, todo desde una perspectiva trans. Hablamos por ejemplo de cómo aportan a la economía: la industria de la estética, transporte, alimentación… Si aportamos somos sujetos de derechos.

Como organización, buscamos capacitar y construir nuevos liderazgos que puedan ayudar en la transformación. Nuestra vértebra es el apoyo, porque es importante entre pares, pero lo político es fundamental. GAAT surgió en 2008 bajo el liderazgo de mujeres trans que eran trabajadoras sexuales en su mayoría; se fueron y llegaron académicas, que iniciaban sus tránsitos. Estaba el grupo de apoyo, pero faltaba el contenido político. Cuando asumí la coordinación en 2010, ya me metía en escenarios de discusiones políticas y reivindicación de derechos. Empezamos a salir, como organización, a la Marcha del Orgullo Gay (que no debería llamarse así), a tomar espacios públicos, etc. Este año, nuestra campaña en la Marcha fue “Mi identidad”. La identidad también es política.

HT: ¿Reciben ayuda, financiamiento?

Laura: No. Pero eso no nos impide trabajar. Para el evento al que asististe no invertimos mucho. A veces pensamos en lo que podríamos hacer con más recursos. Para la escuela, que es semanal, necesitamos que alguien nos preste el Video bin; a veces no podemos fotocopiar suficientes textos y las chicas deben repartírselos.

HT: Regresando a los acuerdos de paz: una muchacha planteaba que como trans conoce la exclusión y podía ponerse en el lugar de los guerrilleros de las FARC, que intentarán reinsertarse y pueden estigmatizados y excluidos. ¿Pero puede equipararse ser trans con asesinar, violar, saquear? Incluso, la prostitución, aunque ilegal en muchos países (en Colombia no es delito), no es un crimen contra nadie.

Laura: Los trans, pese a no haber asesinado, hemos traicionado lo que implica el género hegemónico. Así nos hace sentir la sociedad. La traición se paga con la muerte. No solo física, cuando te asesinan, sino la muerte económica, social, de acceso a derechos. Las personas trans no juzgan. Pueden relacionarse con musulmanes, judíos, ateos, con delincuentes, etc. Creo que hay que apuntar a no juzgar al otro o la otra, sino reconocer su humanidad.

HT: ¿Cómo te sientes ante el hecho de que las trans deban ser diagnosticadas con disforia de género, como en tu caso, para acceder a tratamientos y recibir cierta lástima de la familia?

Laura: Es absurdo, pero necesario. No deberían tratarnos como enfermas, pero en un país como el nuestro, sin diagnóstico no puedes acceder al tratamiento. No habría logrado hacerme la cirugía de modificación genital sin pasar por un proceso de patologización. En ese sentido es una necesidad, aunque no estamos dementes.

Sabemos que el diagnóstico es la única forma de acceder a algunos derechos: tener autonomía sobre tu cuerpo, sobre qué eres.

“El judaísmo me ha enseñado a vivir en comunidad”

HT: En Cuba, ser gay, lesbiana o bisexual, y más ser transexual, todavía implica mucho estigma y discriminación. Si además, eres una persona negra, la gente te discrimina más. ¿Es igual en Colombia? ¿Cómo lidia con eso GAAT?

Laura: Pasa igual. Esas interseccionalidades implican más violencia. No es lo mismo ser blanca, educada, hacer el tránsito y lograr unos patrones de belleza, que ser pobre, sin educación, no estar bien vestida, no encajar en los patrones estéticos de belleza establecidos, y afro. Todo eso la coloca en una desventaja enorme. Es contra eso que peleamos, como organización. Estoy convencida de que a las trans no deberían importarnos solamente los tránsitos, sino la educación, la política, lo que pasa en nuestro entorno. A mí me gusta el fútbol, por ejemplo. Somos personas con intereses, eso se pierde cuando la gente piensa que solo nos interesa el tránsito.

HT: Eres judía creyente, pero no practicante. ¿Por ser trans?

Laura: No me queda tiempo de ser lo suficientemente practicante. Hago lo que puedo.

Laura Frida Weinstein

HT: ¿Cómo lidia contigo la comunidad judía?

Laura: Hay diferentes corrientes en la comunidad. El judaísmo permite, incluso, cuestionar a Dios. Por eso hay judíos ateos. Algunos judíos dicen que el transexualismo está mal; otros dicen que todo lo que existe tiene una razón de ser. El judaísmo me ha enseñado cosas importantes, como vivir en comunidad, algo difícil en un entorno como el nuestro, donde prima el individualismo. Las personas LGBTI no somos una comunidad. Comunidad es solo cuando sientes el dolor del otro y le extiendes una mano, no solo cuando te conviene o tienes un interés.

No creo en liderazgos permanentes

HT: Esta semana tuviste dos actividades. Antes me contabas que debes estar disponible todo el tiempo para escuchar historias duras de personas trans. Además trabajas en la Secretaría de Derechos Humanos del Gobierno. ¿Cómo puedes hacer tantas cosas?

Laura: Pienso que es amor por lo que hago. Escogí esto. Cuando alguien quiere contarme algo no es que se le ocurrió, sino que lo necesita. A veces la impotencia te inunda, cuando escuchas el maltrato, la violencia. Pero siempre creo en un futuro promisorio, y que la persona puede aportar a transformarse. No me mueve la plata, porque no hay financiación. Muchas personas trabajan con GAAT por amor, otras, por mí. No creo en los liderazgos permanentes. Estoy aquí; en algún momento me iré, y vendrá otra persona. Tengo que ir a hacer vida. Una deja mucho de sus sueños.

HT: ¿Qué sueñas hacer?

Laura: Tener tiempo para leer, escribir, terminar mi carrera de trabajadora social. Dedicar más tiempo a amar, reír, disfrutar otras cosas. Ya empecé a no trabajar los domingos. Estoy intentando no responder el teléfono después de las 10:00 p.m.

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