La tragedia de un ex-disidente cubano

Por Osmel Ramírez Álvarez

Foto: Bill Klipp

HAVANA TIMES — El caso de Niéper de la Peña es bastante frecuente entre ex disidentes. Tienen sueños, entran en contradicción con el sistema y creen poder contribuir al cambio; luego la frustración y la impotencia por lo difícil de la lucha, las carencias, la discriminación, la exclusión; que se suma a la falta de unidad de los grupos opositores, de sinceridad muchas veces y de confianza por la penetración de la seguridad del estado.

Vino a mí pidiendo ayuda, creyendo que tendría “influencias” mayores que las de él, porque está desesperado con la idea de emigrar. Diez largos años lleva esperando un telegrama de la antigua SINA, hoy Embajada de los EUA. Tiene incluso su número de caso en el Programa de Refugiados y prometieron llamarle desde el 2006. No tengo los vínculos que él pensó pero sí pude ayudarle a redactar su nueva carta, que pretende llevar personalmente. Además, ya que su historia me pareció interesante, le propuse escribir este artículo sobre su situación personal y accedió.

HT: ¿Por qué quieres emigrar?

Niéper: Yo siempre fui un inconforme solapado con este sistema pero ya en los 90 me destapé y abiertamente me manifestaba. Ciertamente creí que esto se caería como por inercia, pero me sorprendió esta gente con “las mañas” que tienen. Lograron mantenerse en el poder. Por eso decidí militar en la Alianza Democrática Oriental apenas tuvo su célula en Mayarí y firmé el Proyecto Varela. Pero aquello no progresó mucho y terminó desintegrándose por la desconfianza mutua; llegó el momento en que nadie confiaba en nadie, porque a cada rato aparecían indicios de que uno u otro podría ser agente encubierto. Creo que fue una estrategia de la Seguridad del Estado. Después de eso quedé marcado y las consecuencias han sido terribles.

HT: Sí, pero todavía existen grupos políticos, ¿por qué emigrar en vez de seguir luchando, si ya lo hiciste una vez?

Niéper: Aquí en Mayarí no hay desde entonces disidencia organizada. Nuestro movimiento fue adsorbido por UNPACU pero no ha llegado hasta aquí, a pesar de algunos intentos. Sigo firme en mis convicciones pero he pasado mucho y he sufrido grandes necesidades, lo peor es ver a tus hijos carentes y sentirte impotente porque todas las puertas se te cierran cuando estás marcado como enemigo de un gobierno despótico. Se me ha ido la vida sin vivirla. Hasta me hicieron “un número ocho” los “come candelas” del CDR y me metieron preso supuestamente por conducta antisocial. Mira aquí lo que dice mi sentencia (me mostraba el documento): “conducta antisocial, violencia verbal, ofensas en público, revendedor de pan en la calle, no vota en las elecciones”. Un año y medio preso y ahora con antecedentes penales.

HT: Pero cómo fue que sucedieron las cosas, ¿fuiste un preso común o un preso político?

Niéper: Yo no hallaba de qué vivir; como sé soldar y andar con los hierros armé un tallercito detrás del edificio en un área que tenía, como muchos lo han hecho. No pude sacar patente por vivir en un edificio, pero me defendía. No duró mucho, enseguida me lo cerraron y me multaron. Al lado otros criaban cerdos, algo prohibido por salud pública en zonas urbanas, y no les pasó nada, solo mi taller molestaba. Un día tres vecinos, dirigentes del CDR, buscaron discusión política conmigo y sacaron el tema del tallercito, que sabían que me dolía, para que yo me molestara. Les dije cuatro verdades ya exaltado y “casualmente” el jefe de sector de la policía estaba cerca y me llevaron detenido. Evidentemente era una trampa y funcionó. Ya no pude librarme de la cárcel y quedé como preso común, eso fue poco tiempo después de disolverse el movimiento. Pero hasta un niño inocente se percata que fui un preso político, no común; que fue un castigo por atreverme a  militar contra la Revolución.

Niéper de la Peña

HT: Con estas cosas que te hicieron, ¿cómo reaccionaste?

Niéper: No me han intimidado, sigo siendo públicamente el mismo opositor al régimen, pero no he militado más, solo procuro emigrar y salir de este país dominado por fuerzas malignas muy poderosas. Aplastan a la gente que los enfrenta, si no están bien “vacunados” lo hacen tierra, como a mí. Tengo hijos y esposa y no quiero sacrificarlos más, es mucho el dolor vivido y las penurias. Quiero que tengan un respiro, una vida nueva, diferente. Desde allá buscaré la forma de seguir luchando y ayudar al cambio.

HT: ¿Por qué crees que no te hayan aprobado aún, tras diez años de espera en el Programa de Refugiados?

Niéper: En la oposición hay gente sincera, pero también hay oportunistas, que se meten para hacer un aval y emigrar. Yo entré por altruismo, patriotismo y esperanza en el cambio. Fueron las circunstancias las que me han hecho ver esta opción, que antes no quería, como la única posible para el futuro de mi familia. Seguro ellos tienen muchas solicitudes y se topan con muchos casos de oportunistas, lo que los hace en exceso cautelosos y demora otros que son reales, como el mío. Lo entiendo pero lo sufro. Espero que ahora, con esta nueva comunicación, tenga más suerte.

No me pareció que el señor Niéper fuese un oportunista, ni un mentiroso. Su historia me pareció coherente. Estos casos son un ejemplo más de la triste realidad de un sistema que se basa ideológicamente en doctrinas antagónicas y paradójicas; porque pretenden alcanzar la justicia social diezmando los derechos elementales de los propios beneficiados: el pueblo. Un proyecto que contradice así la naturaleza humana, contra toda lógica y principios, genera este tipo de aberraciones e injusticias. No es vano tantos eligen el camino de la emigración.

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