Sakineh Ashtiani

Caridad

Otras veces me lo he preguntado, pero nunca he querido forzar mi imaginación a tal acto de masoquismo: ¿Qué haría yo si hubiese nacido en Irán?, podría ser Afganistán, Turquía, o cualquier otro de cultura tan disímil de la cubana.  Pero hoy estoy pensando qué sería de mí, mujer (sin otras categorías sexuales y sociales), si mi nacionalidad fuese la iraní.

Gracias a  la internet, que tengo por unos días, he conocido más a fondo sobre una mujer –  una de los 24 condenados que esperan ser lapidados en Irán, de ellos 18 son mujeres – .

Lo primero que me llama la atención es que no encuentro su nombre en ninguna página digital hecha dentro de Cuba.   Cuando los medios noticiosos de mi país hablan de Irán, se refieren a algún acuerdo económico, a las buenas relaciones entre ambos países y,  por supuesto, a la “dignidad” del presidente  Ahmadineyad que se empeña en demostrar que su país también tiene derecho a maltratar el medio ambiente y poner en riesgo la salud de las personas, o sea, también tiene derecho a enriquecer uranio.

Pero nada sobre el mal uso de la Sharía, y mucho menos me cuentan que en este gobierno  han vuelto a aplicarse las sentencias de apedreamiento, que habían disminuido en el anterior mandato.

Entonces, si no lo conozco,  es imposible que yo, mujer cubana, pueda clamar por el cese de estos asesinatos (estoy en contra de cualquier pena capital, sea cual sea el método y la causa), es imposible que pueda unir mi firma a la de los miles de ciudadanos en el mundo que piden por la vida de  Sakineh,  una azerí del Azerbaiyán iraní que casi no habla persa, el idioma de quienes la juzgaron.

El respeto a las diferentes culturas y religiones no tiene nada que ver con el silencio ante esta clase de crueldad, incluso muchos clérigos musulmanes aseguran que “No existe ninguna correlación entre la lapidación y los valores islámicos.” La presidenta  recién electa en Brasil ya se pronunció – al igual que Lula – en contra de esta clase de actos, ¿lo ha hecho mi país?  ¿Y si es así por qué no lo conozco?

Todo es cuestión de política y poder.  Sakineh ha tenido la terrible suerte de haber nacido en un país donde, según sus propias palabras, se puede hacer lo que se quiera con las mujeres.