Saco de dormir

Caridad

HAVANA TIMES — Si tuviera que guardar todos mis sueños en algún sitio, no creo que un saco alcanzara ni para la mitad.

No me refiero a lo que solemos hacer cuando queremos olvidarnos del presente: soñar despiertos. Hablo de los sueños nocturnos – evito dormir de día – esos que para muchos resultan incontrolables.

A todo el mundo le gusta contar sus sueños. Como si, al hacerlo, quienes nos escuchan pudieran darnos una explicación de la maraña de imágenes que se nos colaron entre las sábanas y la almohada.

Cuando estuve la vez anterior en Venezuela llegó el momento en que, de tanto ansiar regresar a Cuba, pasaba las noches enteras allá, con mi familia, mis amigos, los animales de la casa, visitando cualquier calle de La Habana o algún rincón del campo. Incluso hubo días en que – como no tenía trabajo – llegué a preferir seguir durmiendo por el solo hecho de continuar en Cuba un par de horas más.

Ahora me sucede algo extraño.

No sé si será porque estoy enamorada y, encima, lo que pasé para poder salir de allá fue, como decimos, “las de Caín”; pero aunque sigo soñando con mis perros, mis amigos, mi familia; hay un momento del sueño en que comienzo a preguntarme cómo hago para regresar a Venezuela.

Hace poco conocí a una venezolana que discutía un poco con mi pareja, sobre política, porque hablar de Cuba siempre termina rozando las espinas de la dichosa política.

Mi pareja se compadecía de un amigo en común que se había enamorado de una doctora cubana e intentaba iniciar los trámites para casarse – ella recién terminó su “Misión” aquí, y deben casarse en Cuba.

La venezolana tomó como ofensa el que mi pareja expresara lo que “les esperaba”, porque cualquiera sabe la cantidad de “carreras” y malos ratos que debían pasar para lograr estar juntos otra vez (ni hablar del dinero).

“Si a cada cubano le permitieran salir libremente, entonces la isla quedaría vacía, no habría posibilidad de Proyecto Revolucionario, no quedaría nada de la Dignidad que siempre los ha representado”, así hizo callar a mi pareja esta venezolana…

No creí que fuera posible encontrar a alguien con una opinión similar. Pero la vida está llena de tantas sorpresas como de sueños.

Podría haberle contando sobre mis sueños ansiosos, el temor de no poder regresar a estar con mi pareja.

Ya sé que sería en vano, porque en el ensueño de los que, por aquí, apoyan la “digna resistencia del pueblo cubano” no se incluyen banalidades como las del amor, y los derechos a decidir donde recostar la cabeza para soñar.

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