Los Musulungos

Caridad

Es probable que lo que voy a contarles  no le interese a un montón de personas.  Quizá porque esto no tiene nada que ver con la política que es el tema preferido de la mayoría de la gente que recorre las páginas de Havana Times.

Si en este punto del texto hay alguien leyéndolo a pesar de estar advertido que no tiene nada que ver con la política, entonces puedo continuar escribiendo confiada en que van a querer llegar al final.  Sobre todo, tal vez, porque querrán saber qué cosa es un Musulungo – más allá del apellido de un pelotero o umpire famoso en los años 70 – .

Ni política ni pelota.

También yo tuve la misma curiosidad cuando la amiga de un compañero de trabajo me preguntó si estaba Musulunga.  Como no sé qué diablos quiere decir la palabrita y no podía contestar si estaba Musulunga o no, quise saber el significado que, al menos entre mi compañero y ella, aparentaban conocer muy bien.

No voy a mencionar en qué sector trabaja la amiga, porque quizá me desvíe totalmente del tema,  solo diré que trabaja en una oficina con varias personas más, todas con un nivel intelectual que se supone sea alto o, al menos, por encima de la media.  Una de las personas que trabaja junto a la amiga tenía un problema: su vecino alojaba muchos gatos en su apartamento.

No es que los gatos se pusieran a merodear ni robaran la comida de los vecinos, es que los gatos maullaban mucho.  Ese era el problema.  Al compañero de la amiga le molestaba el constante maullar de los felinos, le molestaba la voz del dueño hablando con los gatos.

Un día aprovechó la ausencia del vecino para lanzarles  comida con un alto contenido de amitriptilina.  Pensó que de ese modo pondría a dormir a los gatos el tiempo suficiente para descansar de sus maullidos.

Quien me hace el cuento lo hace, como decimos aquí, “muerta de la risa.” porque resultaba muy gracioso el modo lento en que se movían los gatos, (los que podían moverse), los maullidos fuera de revolución, la voz gangosa y angustiada del dueño, preguntando: musulungos, ¿qué le pasa a mis musulungos?.   Sí, para morirse de la risa, ¿no?

Su compañero de trabajo descansó no solo varios días del desesperante maullido de las mascotas de su vecino, sino que, además, se  desprendió de la presencia de varios de ellos que no soportaron la dosis excesiva del medicamento.  Desde entonces, en la oficina de estas personas inteligentes  – por cierto, comunicadores sociales -, cada vez que alguien se siente mal, o aparenta tener sueño, le preguntan en modo jocoso si está Musulungo.

Ya saben ahora qué cosa es un Musulungo.

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