Cómo conseguimos 1 kilo de leche en Venezuela

Caridad

Conseguir productos básicos como la leche en Venezuleza es una verdadera dolor de cabeza.

HAVANA TIMES — A estas alturas ya deja de tener importancia de quien es la culpa primera, la culpa segunda y las terceras culpas.

O sea, a estas alturas poco importa si el primer culpable es el gobierno con su política económica (incluyendo los funcionarios  que desvían toneladas de comida hacia Colombia de manera ilegal), o de algunos comerciantes que esconden ciertos productos para luego ofrecerlos al triple del precio establecido, o los “bachaqueros”  que se dedican a esperar a que saquen a la venta la leche  o la harina – por ejemplo – para comprar la mayor cantidad posible y luego venderla (al triple de su precio) en el mercado informal.

Ya nada de esto tiene tanta importancia cuando de encontrar harina, leche y papel sanitario se trata.

La harina pan, por supuesto, no la uso como el resto de los venezolanos, el papel sanitario mucho menos, y la leche – sobre todo la leche en polvo – ya tanta gente en el mundo desconfía de sus “beneficios” que bien podría ir desapareciendo poco a poco de la dieta diaria; pero todavía muchas personas la utilizamos, y la mayoría para sus hijos.

Yo diría, bueno, en Cuba la pasamos sin ella y no hemos muerto…..pero no estamos en Cuba…

El asunto es que, hoy por hoy, conseguir un poco de leche puede resultar una odisea en cualquier parte de Venezuela. He viajado en los últimos meses por varios estados y en todos ellos pude ver largas y calurosas colas para adquirirla – cuando la ofertan en los mercados estatales o privados.

La semana pasada íbamos caminando cerca de un Bicentenario – grandes mercados del gobierno donde algunos productos tienen un precio razonable o “solidario” – y vimos varias personas con latas de leche.

Oye, miraaaaa… me dijo mi pareja, que siempre anda a la viva como si ella fuese la cubana y no yo.

Pero cuando entramos al Bicentenario nos decepcionamos, ya en los estantes no quedaba ni una sola lata de leche, a pesar de estar reguladas a una por persona.

Alguien nos dijo: quédense cerca de las cajas de pago, porque cuando alguna persona insiste en llevar dos latas le retiran una y puedes tomarla tú.

Como el trabajo en equipo siempre es mejor, me quedé en la cola con algo para comprar y mi pareja se fue de Caza, o sea, se fue a las cajas a ver si algún desafortunado se veía obligado a desprenderse de su segunda lata de leche.

Por casi dos horas estuve en la cola para llegar a la caja, y tuve oportunidad de ver y escuchar de todo un poco.

Delante de mí un señor, que vivía muy lejos de ese mercado, ya había salido en la mañana a hacer algunas compras en el otro extremo de Caracas, pero como le faltaba la leche tuvo que recorrer un gran trayecto para encontrarla, el motivo: su pequeña nieta.  (El padre de la niña no podía hacer el periplo, pues estaba en cama tratando de recuperarse de un balazo).

Otra señora nos mostró los beneficios de la cebada, y algunas recetas de cómo prepararla.

 

Y mientras, llegó un señor, metió la mano en un estante lleno de bolsas de pan y “encontró” una lata de leche, salió con ella bien rapidito, en dirección a la caja.

Enseguida los de la cola se pusieron alerta, ¿estantes de pan llenos de leche?

Como en el Oeste, pero sin disparos,  cada cual se sumergió en la búsqueda del preciado oro blanco, y así fue que casi todos los de la cola encontraron misteriosas latas de leche escondidas tras otros productos.

Alguien me regaló una de las que encontró y  dijo que la gente las esconde para volver a hacer la cola y poder llevarse más de una o dos.

Pero también las esconden los que las usan para vender…o quizá hasta los que trabajan allí…qué más da.

Unos dijeron, qué hijos de mala madre…otros dijeron que cada cual tiene derecho a comprar la cantidad de productos que quiera, del modo en que ha sido siempre.

A esas alturas ya tenía una lata de leche en las manos, y un dolor prematuro en los pies, cuando se aparece, victoriosa, mi novia con otra lata de leche. ¿El método?

El que le habían dicho: junto a la caja.

Pero como ella no era la única que estaba “en la caza”, el señor que tenía la lata de leche “de más” le propuso que, para darle la lata “extra”, debía ayudarlo a “pasar por la caja” algunos kilos de arroz y un paquete de papel sanitario que, también, están regulados.

Así lo hizo ella y fue de este modo en que no salimos derrotadas de la pequeña batalla en el Bicentenario.

A otra gente le ha ido con menos suerte, la cajera nos contó que el día anterior un hombre rompió la cabeza a otro con esas laticas…quizá deban seguir ofertando la leche en bolsas de nylon (plástico) para que esto no ocurra…sí… no es una idea mía, imagino que esa pueda ser la solución que ofrezca algún burócrata encargado del asunto.

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